La nueva
lógica del dominio sin fusiles
El rol de los medios como nuevo
ejército represivo del sistema
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Por sus altísimo
potencial formador y orientador de conducta social a escala masiva (conseguido
a través de la manipulación informativa) los medios de comunicación se han
convertido en la columna vertebral de las estrategias de dominio del sistema
capitalista a escala global. En términos concretos (y disfrazados de servidores
públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que realizan el
control político y social (en sustitución de los militares) son auxiliares
complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea
represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista"
sino el "violento social". Se trata de una represión sin fusiles,
donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática en alta
escala orientada al direccionamiento pasivo de la conducta social hacia los
objetivos de preservación del sistema capitalista.
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A) El nuevo ejército represivo
Por su altísimo potencial orientador y generador (a
través de la manipulación informativa) de conducta social a escala masiva convirtió
a la corporación mediática se convirtió en un instrumento irreemplazable
para el dominio del sistema capitalista tanto en los países centrales como
periféricos.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado
capitalista (tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en
tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz
social".
La "estabilidad económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la explotación (y los negocios) capitalistas, y la "paz" es el sostén de la "gobernabilidad" del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
La "estabilidad económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la explotación (y los negocios) capitalistas, y la "paz" es el sostén de la "gobernabilidad" del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de estos tres
factores, el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente alternativas
para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante la Guerra Fría por
aéreas de influencia con la URSS, cuando la "subversión comunista"
(la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura de la "estabilidad
económica", la "paz social" y la "gobernabilidad", las
corporaciones trasnacionales y el Departamento de Estado activaban un golpe
militar con represión para restablecer el "orden".
Luego de la sustitución del dominio "duro"
(militar) por el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS, el fin
de la Guerra Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria, los
métodos del control político y social para preservar la
"gobernabilidad" del sistema ya no son militares sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era de las
comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en
la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción psicológica
mediática en un arma estratégica de importancia clave para el control político
y social.
La etapa de la "colonización de las sociedades"
con el consumo de productos, comenzada en la década del 60, posibilitó la era
de la "colonización mental" con el consumo de información
perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las comunicaciones
globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al individuo-masa en
potencia social direccionado con fines de control y dominio político-social es
el objetivo estratégico clave de la Guerra Psicológica desarrollada en los
medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en forma de acción militar
(suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma física) sino por vía de la acción
psicológica (captación de la voluntad y manipulación de conducta colectiva).
A diferencia de los ejércitos militares, el ejército
mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que aísla y demoniza socialmente
a los grupos que utilizan metodologías de lucha social que perjudican la
"estabilidad" (o sea, la rentabilidad) del sistema capitalista.
Los objetivos del control social ya no se sitúan en un plano
visible y con presencia de brutalidad militar, sino en un plano invisible y sin
presencia de aparatos armados: La represión militar (orientada a preservar la
"gobernabilidad" del sistema) fue sustituida por la represión
psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en la defensa de la
"gobernabilidad" del sistema).
El dominio por medio de la represión militar -utilizado por
las antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue sustituido por las
campañas masivas de acción psicológica mediática orientadas a que la sociedad legitime
ese dominio en las urnas.
"Miro la televisión y luego existo": El axioma
elemental del humano convertido en un microchip programado por las
trasnacionales capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista trasnacional, por medio del
mensaje televisivo consumista, niveló un "modelo único de
pensamiento" a escala global, sentó las bases psicosociales para el
control político-ideológico por medio de la información periodística manipulada
por operaciones psicológicas .
El individuo-masa, o Alienado Programado (AP) fabricado por
la TV, se desarrolla en la primera fase de las operaciones
psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a imponer la sociedad
de consumo capitalista en las áreas dependientes del Tercer Mundo, a fines de
la década del 50, y experimenta su máximo nivel de desarrollo con el
advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas globalizadas a fines
de los 90.
El Alienado Programado (AP) es el prototipo de "hombre
universal" modelado por las políticas niveladoras consumistas impuestas
por las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe definitivamente con la
matriz cultural del viejo "Estado nacional" y se proyecta como un
microchip nivelado del nuevo "Estado trasnacional" de las
corporaciones capitalistas que han divido el mundo en "gerencias de
enclave".
El AP no está programado para pensar (desarrollo reflexivo) sino
para consumir productos capitalistas por medio de consignas (eslóganes) y de
imágenes sin ninguna relación entre sí.
Sus emociones y pensamientos (programados por el mensaje
televisivo) duran y se terminan con las imágenes en la pantalla: El AP es el hijo
de la "patria televisiva" nivelada mundialmente como primer
"agente socializador" en reemplazo de la familia, la escuela y las
tradiciones culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por
medios psicológicos el individuo-masa se convierte en "soldado
cooperante" de los planes de dominio y control social establecidos por el
capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario, de las operaciones
psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora tanto de planes de
consumismo capitalista como de planes de control y represión social
manipulados sin el uso de las armas.
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B) La nueva lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa político y social tanto de
los países centrales como de los periféricos, podrá comprobar que el uso de la
represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos) conflictos
sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los gobiernos del mundo
(técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y corporaciones
trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar (el viejo sistema de
dominación) sino dentro de un esquema político-democrático (el nuevo sistema de
dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación de reprimir
policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en contra
calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que cometen el error de reprimir
militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad
masivamente nivelada en la condena a " toda forma de violencia", más
allá de sus contenidos.
De la misma manera que en la década del setenta, los medios
de comunicación utilizaban la figura del "subversivo" (como expresión
de demonización social justificatoria de la represión militar), hoy utilizan la
figura del "violento social" para aislar, deslegitimar y condenar
socialmente las luchas sindicales y sociales que atentan contra la
"estabilidad económica", la "gobernabilidad" y la "paz
social" del sistema.
De esta manera, y a la luz del crecimiento desmesurado
a nivel global de los activos empresariales y de las fortunas personales (con
su contracara de pobreza y exclusión social masiva) se verifica aquel
axioma que expresa que "la paz es el negocio del dominador".
Y prueba la efectividad de las técnicas mediáticas para
controlar las protestas sociales y sindicales con la lógica represiva de la
"antiviolencia" predominando sobre las razones de los reclamos.
No importa que el que corte ruta sea un hambriento o un
desocupado (en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y más de 2000 personas
que viven por debajo de las necesidades básicas), la opinión pública está
masivamente "adoctrinada" (por los medios de comunicación y sus
conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y
los cortes de ruta que generan "violencia social".
La nueva estrategia represiva tiene su matriz funcional en
la nivelación masiva de una conciencia y opinión "antiviolencia" que
se superpone a cualquier lógica de legitimidad o de justicia social expresada
por los grupos que cortan calles, rutas o hacen huelgas para reclamar por sus
derechos o por una mayor distribución de la riqueza.
Así como durante las dictaduras militares se demonizaba al
"subversivo" para descalificar su proyecto de cambio del sistema
capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y cortan rutas se
los demoniza como "violentos" para deslegitimar las luchas sociales
por un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados de servidores públicos
de la comunicación social), los consorcios mediáticos que realizan el control
político y social (en sustitución de los militares) son auxiliares
complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea
represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista"
sino el "violento social".
Se trata de una represión sin fusiles, donde la acción
militar es sustituida por la manipulación mediática en alta escala orientada al
direccionamiento pasivo de la conducta social hacia los objetivos de
preservación del sistema capitalista.
En este escenario, las fuerzas policiales y militares tienen
como función principal: disuadir antes que reprimir, para preservar a su vez,
los acontecimientos que pudieran desbordar y alterar la "paz social"
del sistema.
Es así que el gobierno que decide utilizar la fuerza
policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad política y apoyo
social, tarea de la que se encargan los propios medios de comunicación, cuya
misión es preservar el "sistema democrático" (de dominación
capitalista) en los parámetros establecidos de la "estabilidad económica,
la "gobernabilidad política" y la "paz social".
F)
El control en la crisis
Hoy, la ecuación que resume la supervivencia del sistema
capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz social")
se encuentra claramente amenazada por una "crisis global" resumida en
tres escenarios: Crisis financiera recesiva mundial, quiebre de empresas, y
despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante de ese proceso, por lógica interacción,
amenaza con romper la "estabilidad económica", la
"gobernabilidad política" y la "paz social" mediante
procesos de protestas y conflictos encadenados que comienzan a
extenderse desde los países centrales a las áreas emergentes y subdesarrolladas
del mundo capitalista "globalizado".
El quiebre de la "paz social", que podría
llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente quiebre de la
"estabilidad económica" y la "gobernabilidad
política") coloca al sistema capitalista ante la alternativa de reprimir
los conflictos y las protestas sociales que comienzan a extenderse desde Europa
a todo el planeta.
Pero el sistema se enfrenta a una disyuntiva: El actual
esquema de dominación y explotación capitalista mundial, ya no se rige por la
doctrina militar setentista de la "seguridad nacional" sino por
la doctrina del "sistema democrático", y por lo tanto los
actores de la represión como los "alteradores del orden" cambiaron de
identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (a causa de la crisis
recesiva global y sus emergentes sociales), ya no está amenazada por el peligro
de la "violencia subversiva" sino por el peligro de la "violencia
social" expresado en las huelgas y protestas masivas que ya se verifican
en las metrópolis de Europa, principalmente en los países más pobres del
Este.
Consecuentemente, los que hoy amenazan con quebrar el
orden y la "paz social" (con huelgas y reclamos sociales)
ya no son los "subversivos" (contra quienes se dirigían los golpes y
la represión militar), ni tampoco los "terroristas" de la era Bush
(que sirvieron para legitimar las nuevas invasiones militares) sino los
"violentos" que cortan rutas, calles, y peden llegar a alterar el
proceso de la "gobernabilidad" a escala global.
La amenaza de desocupación masiva es el núcleo esencial, el detonante
central de los conflictos sociales y sindicales que comienzan a extenderse por
vía de los bancos y empresas transnacionales que hoy ya están despidiendo masa
laboral tanto en EEUU, Europa como en los países emergentes y subdesarrollados
de Asia, África y América Latina.
Este proceso a su vez, y a medida que avancen los conflictos
sociales y sindicales producidos por la crisis, va a impulsar una profunda
reestructuración en la estrategia y en los métodos del control político y
social "sin represión" que los medios de comunicación venían
implementando de la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de seguridad, que fueron
relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio con el "poder
blando", van a adquirir un nuevo rol represivo para contener a las
protestas violentas causadas por los despidos, las bajas de salarios y la
imposibilidad de acceder al consumo elemental para la supervivencia por
parte de las mayorías que van a ser desplazadas del mercado laboral y del
consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de los medios represores
durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios internacionales y locales ya se
orientan a presentar la crisis encuadrada en la figura del "peligro de
caos económico y social" que amenaza a la sociedad mundial en su conjunto.
Así como en las anteriores etapas de dominio asustaron con
el "subversivo comunista" y el "terrorista" como
potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la
gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los
conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales
de un proceso de "subversión social" que puede llevar al "caos y
a la ingobernabilidad" del planeta.
En segundo lugar, l
a experiencia manipuladora-represiva de la corporación
mediática va a utilizar la figura del
"subversivo social"
(como detonador del rechazo colectivo) para neutralizar,
aislar y/o desactivar los conflictos y movilizaciones sociales que
empiezan a proyectarse como emergente de la crisis financiera recesiva a escala
global.
De la misma manera, los ensayos que ya se están
haciendo con el temor a la "subversión social" sirve para
configurar una nueva psicología masiva funcional a la represión policial que
los consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos
sociales y sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva
mundial impacte como "crisis" social a nivel mundial.
Con la teoría y prédica de los "extremos
violentos" encuadrados en la figura de "subversión social"
(y dentro de un esquema de democracia blindada), la corporación mediática
prepara el advenimiento y la legitimación de un proceso de represión
policial de los levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos
y rebajas salariales.
De nuevo van a utilizar la lógica del "subversivo"
(esta vez encarnada en las víctimas sociales de los despidos y de la crisis
alimentaria) para dividir las protestas y generar nuevas alternativas de
dominio en "paz y democracia" combinado la represión militar con
gobiernos constitucionales.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias
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