CRONICA
DE UN COMPLOT CONTRA LA IGLESIA
Por Sofronio
Este artículo está en conexión con otro anterior titulado Viduy,
teschuva y tikkun [además de éste véase también en el blog otro del
autor de este post con el título La judaización de la Iglesia y otro magistral, de Federico
Rivanera Carlés LA JUDAIZACIÓN DEL CRISTIANISMO, cuyo extracto puede
leerse en el blog en el post Ecumenismo anticatólico y judío masónico] el cual recomiendo leer a
aquel lector interesado para comprender mejor la moderna estrategia de la
Sinagoga contra la Iglesia.
A diferencia de otros textos magisteriales de la Iglesia, el documento
del Concilio Vaticano II (en adelante CV2) conocido por la Declaración Nostra
Aetate, del 28 de octubre de 1965, nunca cita escritos de anteriores concilios
o de los papas predecesores a quien la promulgó: Pablo VI. La práctica de citar
en el mismo texto o en notas marginales referencias al magisterio precedente
tiene la intención de mostrar, como es bien sabido, la continuidad en la
doctrina y tradición en la Iglesia. Ahora bien, en la declaración sobre los
judíos no hay ninguna reseña a algún precedente positivo, ya sea de concilios,
papas, Padres o escritores eclesiásticos. Había sido, pues, promulgado un texto
de compromiso que presentaba por primera vez una imagen positiva y atrevida de
los pérfidos judíos, en flagrante ruptura con la doctrina de la Iglesia durante
casi dos mil años.
Era
un texto de compromiso luego de una terrible lucha doctrinal sin precedentes
durante los años anteriores,. En esa guerra estuvieron involucrados miembros de
la influyente Curia y Padres conciliares. No faltaron numerosos libelos para
defender la teología de la salvación enseñada por la Iglesia durante dos
milenios contra los intentos de asaltos e infiltraciones de la Sinagoga de
Satanás a la Esposa de Cristo. En palabras de André Chouraqui: “de
repente, la Iglesia, afectada por una amnesia más o menos total a lo largo de
dos mil años.., reinstala así el privilegio de mayorazgo en el contexto de la
familia del Pueblo de Dios. Por añadidura, la Iglesia rechaza categóricamente
toda forma de proselitismo a su respecto, proscribiendo lo que antes se
había admitido”. Aun considerando que Chouraqui debía haber puesto en lugar de
“Iglesia” los “hombres de la Iglesia”, se entiende perfectamente que los judíos
han comprendido que esos hombres de la Iglesia han proscrito la doctrina
anterior y traicionan la misión que Cristo encarga a sus discípulos. La semilla
de la cizaña había sido plantada y ha ido creciendo rauda. Pero ¿Cómo se llegó
a esta novedosa doctrina? ¿Cómo se introdujo ese Caballo de Troya en nuestra
fortaleza? Trataremos de responder a esta cuestión.
Nos limitaremos a exhibir sobre el tema lo relativo al Siglo XX, dando
por sabido que el lector conoce que fueron los judíos infieles los que pidieron
la muerte de Nuestro Señor Jesucristo y que su sangre cayera sobre sus cabezas
y las de sus hijos. Igualmente suponemos conocido que siempre la Sinagoga ha
estado detrás de todas la persecuciones contra la Iglesia; desde el martirio de
San Esteban a la persecución de Nerón, pasando por la Reforma, la Revolución
liberal de 1789, la Bolchevique, en la que la mayor parte de sus líderes eran
judíos, hasta la de “capa y tiara” iniciada por los carbonarios en el siglo XIX
y continuada por el modernismo, que triunfa en el CV2.
Al terminar la II Guerra mundial los judíos reanudan
el desafío a la Iglesia para que revise la enseñanza de ésta
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