Publicado por LOOISOS
Por sus altísimo potencial formador y orientador de conducta social a escala masiva (conseguido a través de la manipulación informativa) los medios de comunicación se han convertido en la columna vertebral de las estrategias de dominio del sistema capitalista a escala global. El papel que van desarrollar en la crisis social que se avecina.
Informe especial:
Por Manuel Freytas:
A) Los dueños de las “noticias”
La función esencial de la empresa mediática (los medios de comunicación) se define esencialmente por la manipulación informativa orientada hacia el control de la “opinión pública”, pero sus objetivos no son sociales ni desinteresados como describe la mitología de la “objetividad periodística”.
Las famosas banderas “éticas” del periodismo: imparcialidad, objetividad, libertad de expresión, no son nada más que mitos encubridores del multimillonario negocio mediático que moviliza a diario el mercado de la información a escala global.
El proceso de fabricación y distribución de la información, no está motivado por la necesidad de “informar” sino por la necesidad capitalista de vender noticias (el producto).
Para ello los medios (al igual que cualquier empresa capitalista) generan necesidades masivas de consumo en la sociedad (el mercado), y trazan estrategias informativas destinadas a favorecer su crecimiento empresarial y posicionarse para competir con éxito en el mercado (la búsqueda de ganancia).
En primer lugar, la información es una mercancía destinada a producir rentabilidad económica como cualquier otro producto comercial en oferta en el mercado capitalista.
En términos funcionales (y más allá de la leyenda que se fabrican a su alrededor) las empresas periodísticas no están guiadas por fines sociales sino por la búsqueda del lucro económico.
En segundo lugar, y por el carácter estratégico de la función comunicacional que desarrollan (desde el punto de vista de la preservación de la “gobernabilidad” del sistema) los medios son herramientas claves para el control (y/o manipulación) de los procesos económicos, políticos y sociales.
Los medios de comunicación (al contrario de lo que pregonan sus mitificadores) no practican la “objetividad informativa” ni la independencia editorial por dos razones prácticas principales:
A) Son empresas que no funcionan con objetivos sociales sino con objetivos comerciales sujetos a ley de la búsqueda de rentabilidad capitalista.
B) Su dependencia estructural al sistema de poder económico que controla todos los resortes de la producción, las finanzas y el comercio internacional, por encima de los países y a escala planetaria.
El accionar de los grandes conglomerados mediáticos (tanto a nivel local como internacional) no está orientado -como se quiere hacer creer- a servir al interés de la sociedad sino a servir al interés de los grupos económicos y políticos dominantes que constituyen su mayor fuente de financiación y rentabilidad comercial.
El poder (tanto en los países centrales como periféricos del sistema capitalista “globalizado”) sólo invierte dinero en los medios a cambio de una contraprestación de servicios.
En el negocio de la información, como en cualquier emprendimiento comercial, los medios sólo trabajan para quien paga (o puede pagar) por sus servicios “informativos”.
Así como las grandes corporaciones económicas fijan las reglas del mercado y forman los precios, las grandes corporaciones mediáticas fijan las reglas y determinan a diario (a través de la cartelización monopólica) lo que “es noticia” y lo que “no es noticia” en el mercado de la información a nivel local e internacional.
La “valorización” de las noticias difundidas a escala masiva no está determinada por la búsqueda del conocimiento o de la compresión de los procesos económicos, políticos y sociales, sino por la búsqueda de ganancias o por la defensa de intereses puntuales del sistema (corporativo) del cual extraen el fuerte de su rentabilidad comercial.
Además de las ventas al público y de las suscripciones, el grueso de la rentabilidad comercial del gigantesco y multimillonario negocio de los monopolios periodísticos, se nutre principalmente de dos fuentes de financiación:
A) Los grandes grupos económicos concentradores de la economía y del comercio exterior.
B) El Gobierno y los grupos políticos del Estado capitalista (tanto centrales como periféricos).
La gran tajada de rentabilidad de los conglomerados mediáticos es aportada por los grandes consorcios bancarios, industriales o de servicios, que conforman la porción mayoritaria de la “torta” publicitaria pautada comercialmente en los monopolios de la información.
La relación comercial que las empresas mediáticas mantienen con gobiernos y organizaciones políticas (tanto en los países centrales como periféricos del sistema) se establece en dos niveles funcionales:
1) La publicidad institucional (oficial) que los gobiernos pautan en los medios de la corporación mediática a los fines de publicitar su gestión y generar consenso electoral entre los diferentes grupos sociales.
2) Las pautas publicitarias o las diferentes vías de negociaciones en negro que los operadores comerciales de los consorcios mediáticos (hegemonizadores y formadores de las “noticias diarias”) establecen con los políticos y partidos con el objetivo de instrumentar operaciones de prensa en contra de sus competidores, o en contra del propio gobierno, durante las campañas electorales.
Esta relación de “supervivencia mutua” con el establishment de poder (agregada a su función manipuladora y orientadora de conducta social masiva) convierte a los grandes conglomerados mediáticos en una herramienta estratégica clave para el control y orientación de los procesos económicos, políticos y sociales que los tienen como protagonistas claves.
B) El nuevo ejército represivo
Su altísimo potencial orientador y generador (a través de la manipulación informativa) de conducta social a escala masiva convirtió a la corporación mediática en un instrumento irreemplazable para el dominio del sistema capitalista tanto en los países centrales como periféricos.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado capitalista (tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en tres factores: Estabilidad económica, gobernabilidad política y “paz social”.
La “estabilidad económica” garantiza el funcionamiento ordenado de la explotación (y los negocios) capitalistas, y la “paz” es el sostén de la “gobernabilidad” del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el “sistema” (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de estos tres factores, el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente alternativas para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante la Guerra Fría por aéreas de influencia con la URSS, cuando la “subversión comunista” (la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura de la “estabilidad económica”, la “paz social” y la “gobernabilidad”, las corporaciones trasnacionales y el Departamento de Estado activaban un golpe militar con represión para restablecer el “orden”.
Luego de la sustitución del dominio “duro” (militar) por el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS, el fin de la Guerra Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria, los métodos del control político y social para preservar la “gobernabilidad” del sistema ya no son militares sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era de las comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción psicológica mediática en un arma estratégica de importancia clave para el control político y social.
La etapa de la “colonización de las sociedades” con el consumo de productos, comenzada en la década del 60, posibilitó la era de la “colonización mental” con el consumo de información perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las comunicaciones globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al individuo-masa en potencia social direccionado con fines de control y dominio político-social es el objetivo estratégico clave de la Guerra Psicológica desarrollada en los medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en forma de acción militar (suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma física) sino por vía de la acción psicológica (captación de la voluntad y manipulación de conducta colectiva).
A diferencia de los ejércitos militares, el ejército mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que aísla y demoniza socialmente a los grupos que utilizan metodologías de lucha social que perjudican la “estabilidad” (o sea, la rentabilidad) del sistema capitalista.
Los objetivos del control social ya no se sitúan en un plano visible y con presencia de brutalidad militar, sino en un plano invisible y sin presencia de aparatos armados: La represión militar (orientada a preservar la “gobernabilidad” del sistema) fue sustituida por la represión psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en la defensa de la “gobernabilidad” del sistema).
El dominio por medio de la represión militar -utilizado por las antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue sustituido por las campañas masivas de acción psicológica mediática orientadas a que la sociedad legitime ese dominio en las urnas.
“Miro la televisión y luego existo”: El axioma elemental del humano convertido en un microchip programado por las trasnacionales capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista trasnacional, por medio del mensaje televisivo consumista, niveló un “modelo único de pensamiento” a escala global, sentó las bases psicosociales para el control político-ideológico por medio de la información periodística manipulada por operaciones psicológicas .
El individuo-masa, o Alienado Programado (AP) fabricado por la TV, se desarrolla en la primera fase de las operaciones psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a imponer la sociedad de consumo capitalista en las áreas dependientes del Tercer Mundo, a fines de la década del 50, y experimenta su máximo nivel de desarrollo con el advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas globalizadas a fines de los 90.
El Alienado Programado (AP) es el prototipo de “hombre universal” modelado por las políticas niveladoras consumistas impuestas por las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe definitivamente con la matriz cultural del viejo “Estado nacional” y se proyecta como un microchip nivelado del nuevo “Estado trasnacional” de las corporaciones capitalistas que han divido el mundo en “gerencias de enclave”.
El AP no está programado para pensar (desarrollo reflexivo) sino para consumir productos capitalistas por medio de consignas (eslóganes) y de imágenes sin ninguna relación entre sí.
Sus emociones y pensamientos (programados por el mensaje televisivo) duran y se terminan con las imágenes en la pantalla: El AP es el hijo de la “patria televisiva” nivelada mundialmente como primer “agente socializador” en reemplazo de la familia, la escuela y las tradiciones culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por medios psicológicos el individuo-masa se convierte en “soldado cooperante” de los planes de dominio y control social establecidos por el capitalismo trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario, de las operaciones psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora tanto de planes de consumismo capitalista como de planes de control y represión social manipulados sin el uso de las armas.
C) La nueva lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa político y social tanto de los países centrales como de los periféricos, podrá comprobar que el uso de la represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos) conflictos sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en casos extremos.
Y eso tiene una explicación: Los gobiernos del mundo (técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y corporaciones trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar (el viejo sistema de dominación) sino dentro de un esquema político-democrático (el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación de reprimir policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en contra calificándolos de “represivos y violentos”.
Los gobiernos que cometen el error de reprimir militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad masivamente nivelada en la condena a ” toda forma de violencia”, más allá de sus contenidos.
De la misma manera que en la década del setenta, los medios de comunicación utilizaban la figura del “subversivo” (como expresión de demonización social justificatoria de la represión militar), hoy utilizan la figura del “violento social” para aislar, deslegitimar y condenar socialmente las luchas sindicales y sociales que atentan contra la “estabilidad económica”, la “gobernabilidad” y la “paz social” del sistema.
De esta manera, y a la luz del crecimiento desmesurado a nivel global de los activos empresariales y de las fortunas personales (con su contracara de pobreza y exclusión social masiva) se verifica aquel axioma que expresa que “la paz es el negocio del dominador”.
Y prueba la efectividad de las técnicas mediáticas para controlar las protestas sociales y sindicales con la lógica represiva de la “antiviolencia” predominando sobre las razones de los reclamos.
No importa que el que corte ruta sea un hambriento o un desocupado (en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y más de 2000 personas que viven por debajo de las necesidades básicas), la opinión pública está masivamente “adoctrinada” (por los medios de comunicación y sus conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y los cortes de ruta que generan “violencia social”.
La nueva estrategia represiva tiene su matriz funcional en la nivelación masiva de una conciencia y opinión “antiviolencia” que se superpone a cualquier lógica de legitimidad o de justicia social expresada por los grupos que cortan calles, rutas o hacen huelgas para reclamar por sus derechos o por una mayor distribución de la riqueza.
Así como durante las dictaduras militares se demonizaba al “subversivo” para descalificar su proyecto de cambio del sistema capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y cortan rutas se los demoniza como “violentos” para deslegitimar las luchas sociales por un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados de servidores públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que realizan el control político y social (en sustitución de los militares) son auxiliares complementarios de la “Justicia” (del sistema) en la tarea represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el “subversivo comunista” sino el “violento social”.
Se trata de una represión sin fusiles, donde la acción militar es sustituida por la manipulación mediática en alta escala orientada al direccionamiento pasivo de la conducta social hacia los objetivos de preservación del sistema capitalista.
En este escenario, las fuerzas policiales y militares tienen como función principal: disuadir antes que reprimir, para preservar a su vez, los acontecimientos que pudieran desbordar y alterar la “paz social” del sistema.
Es así que el gobierno que decide utilizar la fuerza policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad política y apoyo social, tarea de la que se encargan los propios medios de comunicación, cuya misión es preservar el “sistema democrático” (de dominación capitalista) en los parámetros establecidos de la “estabilidad económica, la “gobernabilidad política” y la “paz social”.
D) El control en la crisis
Hoy, la ecuación que resume la supervivencia del sistema capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad política y “paz social”) se encuentra claramente amenazada por una “crisis global” resumida en tres escenarios: Crisis financiera recesiva mundial, quiebre de empresas, y despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante de ese proceso, por lógica interacción, amenaza con romper la “estabilidad económica”, la “gobernabilidad política” y la “paz social” mediante procesos de protestas y conflictos encadenados que comienzan a extenderse desde los países centrales a las áreas emergentes y subdesarrolladas del mundo capitalista “globalizado”.
El quiebre de la “paz social”, que podría llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente quiebre de la “estabilidad económica” y la “gobernabilidad política”) coloca al sistema capitalista ante la alternativa de reprimir los conflictos y las protestas sociales que comienzan a extenderse desde Europa a todo el planeta.
Pero el sistema se enfrenta a una disyuntiva: El actual esquema de dominación y explotación capitalista mundial, ya no se rige por la doctrina militar setentista de la “seguridad nacional” sino por la doctrina del “sistema democrático”, y por lo tanto los actores de la represión como los “alteradores del orden” cambiaron de identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (a causa de la crisis recesiva global y sus emergentes sociales), ya no está amenazada por el peligro de la “violencia subversiva” sino por el peligro de la “violencia social” expresado en las huelgas y protestas masivas que ya se verifican en las metrópolis de Europa, principalmente en los países más pobres del Este.
Consecuentemente, los que hoy amenazan con quebrar el orden y la “paz social” (con huelgas y reclamos sociales) ya no son los “subversivos” (contra quienes se dirigían los golpes y la represión militar), ni tampoco los “terroristas” de la era Bush (que sirvieron para legitimar las nuevas invasiones militares) sino los “violentos” que cortan rutas, calles, y pueden llegar a alterar el proceso de la “gobernabilidad” a escala global.
La amenaza de desocupación masiva es el núcleo esencial, el detonante central de los conflictos sociales y sindicales que comienzan a extenderse por vía de los bancos y empresas transnacionales que hoy ya están despidiendo masa laboral tanto en EEUU, Europa como en los países emergentes y subdesarrollados de Asia, África y América Latina.
Este proceso a su vez, y a medida que avancen los conflictos sociales y sindicales producidos por la crisis, va a impulsar una profunda reestructuración en la estrategia y en los métodos del control político y social “sin represión” que los medios de comunicación venían implementando de la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de seguridad, que fueron relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio con el “poder blando”, van a adquirir un nuevo rol represivo para contener a las protestas violentas causadas por los despidos, las bajas de salarios y la imposibilidad de acceder al consumo elemental para la supervivencia por parte de las mayorías que van a ser desplazadas del mercado laboral y del consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de los medios represores durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios internacionales y locales ya se orientan a presentar la crisis encuadrada en la figura del “peligro de caos económico y social” que amenaza a la sociedad mundial en su conjunto.
Así como en las anteriores etapas de dominio asustaron con el “subversivo comunista” y el “terrorista” como potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales de un proceso de “subversión social” que puede llevar al “caos y a la ingobernabilidad” del planeta.
En segundo lugar, la experiencia manipuladora-represiva de la corporación mediática va a utilizar la figura del “subversivo social” (como detonador del rechazo colectivo) para neutralizar, aislar y/o desactivar los conflictos y movilizaciones sociales que empiezan a proyectarse como emergente de la crisis financiera recesiva a escala global.
De la misma manera, los ensayos que ya se están haciendo con el temor a la “subversión social” sirve para configurar una nueva psicología masiva funcional a la represión policial que los consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos sociales y sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva mundial impacte como “crisis” social a nivel mundial.
Con la teoría y prédica de los “extremos violentos” encuadrados en la figura de “subversión social” (y dentro de un esquema de democracia blindada), la corporación mediática prepara el advenimiento y la legitimación de un proceso de represión policial de los levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos y rebajas salariales.
De nuevo van a utilizar la lógica del “subversivo” (esta vez encarnada en las víctimas sociales de los despidos y de la crisis alimentaria) para dividir las protestas y generar nuevas alternativas de dominio en “paz y democracia” combinando la represión militar con gobiernos constitucionales.
Aquí les dejo un video que les va interesar: https://youtu.be/5Ct0puDQ_mM
FUENTE: https://abidudus.wordpress.com/2011/06/05/guerra-de-cuarta-generacion-el-rol-de-los-medios-de-comunicacion-como-nuevo-ejercito-represivo-del-sistema/
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