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jueves, 3 de diciembre de 2015

EL NEOLIBERALISMO EN LA ARGENTINA (1989-1999)


Como estudiamos en el capítulo anterior, desde la década de 1970, el sis­tema capitalista sufrió una serie de cambios estructurales que dinamizaron la economía e influyeron en la vida política, social y cultural.
En nuestro país, los principales cambios económicos estuvieron relaciona­dos con laspolíticas neoliberales de privatización, reforma del Estado, aper­tura externa, integración regional, que caracterizaron la inserción de la Argentina en la dinámica de la globalización.
Estas políticas, iniciadas entre 1975 y 1976, fuertemente impulsadas desde 1989 y profundizadas en 1991 con el denominado Plan de convertibilidad*, han conformado una etapa en la historia del país marcada por un régimen económico cuyo eje ha estado en el sector financiero, el endeudamiento y la transferencia de recursos al exterior.
Durante las presidencias de Carlos Saúl Menem (1989-1999), se realizó un drástico proceso de reformas de mercado, que transformó "de raíz" la estruc­tura económica y social del país. Estas reformas estructurales de orientación neoliberal contrastaban con las tradicionales políticas económicas asociadas al peronismo, que se había caracterizado por la presencia de un Estado fuer­temente intervencionista.
El "menemismo" no dudó en privatizar gran parte de las empresas estata­les,flexibilizar la economía, liberalizar el mercado interno, desplegar una apertura financiera al capital transnacional y desarrollar una política de reducción del gasto del Estado,principalmente en lo que respecta a la política social.
El neoliberalismo en la Argentina contó con el apoyo de los grandes grupos económicos locales. Por ejemplo, el grupo Bunge & Born apoyó la candidatura de Carlos Menem y tuvo una activa participación en la política económica de su primer gobierno.
Las medidas aplicadas al sector social impactaron en las obras sociales, el sistema de previsión social y el régimen de trabajo con las reformas de flexibilización laboral, entre las más significativas.


ACTIVIDADES
Recupera del capítulo anti información sobre los cambios estructurales del sistema capitalista que afectaron a la Argentina explica con tus palabras en qué consiste el neoliberalismo.

Políticas neoliberales
Consecuencias

Completa un diagrama como este:

EL NUEVO MODELO ECONÓMICO Y SU RELACIÓN CON EL PBI
Para poder analizar la década de 1990, es necesario conocer el impacto de las políticas económicas en la participación del Producto Bruto Interno (PBI). Entre los años 1991-1994, se distinguió un crecimiento anual positivo del Producto Bruto Interno, acompañado por un detenimiento de la inflación, una recuperación del mercado interno y una reactivación y crecimiento de ciertos sectores de la economía, particularmente, de la industria automotriz, en un contexto de ingreso de capitales extranjeros.
Sin embargo, en 1995 se registró una caída de la actividad económica, como consecuencia de diferentes factores externos, como la crisis iniciada en México (efecto tequila) y de factores internos, por ejemplo, el congelamiento de los salarios y el incremento de la desocupación. A fines de ese año y hasta mediados de 1998, hubo una recuperación moderada del ingreso de capitales y de la actividad económica, pero a partir de 1998, se ingresó en la fase de recesión y crisis final de la convertibilidad.
El sector industrial sufrió un fuerte retroceso en la producción debido al incremento de las importaciones, lo que ocasionó el cierre de empresas y la destrucción de puestos de trabajo en el sector secundario. La economía se inclinó preferentemente hacia las actividades pri­marias (por ejemplo, la producción de soja, de eucalipto, o la extracción de oro) y terciarias (como las actividades relacionadas con el turismo, el cine, la creación, diseño, producción y distribución de piezas publicitarias).





LAS EXPORTACIONES Y LAS IMPORTACIONES
En las exportaciones del período, se refleja una fuer­te concentración de la economía argentina. Para 1999, casi la mitad del valor total de las ventas al exterior de las veinte mayores empresas exportadoras del país era de aproximadamente 22.000 millones, de dólares, dando cuenta del crecimiento de las exportaciones y su reper­cusión en la economía argentina.
Por su parte, el incremento de las importaciones mediante la política de apertura económica tuvo como principal efecto el cierre de empresas, la caída de la inte­gración de la producción local y la destrucción de pues­tos de trabajo.
En el período 1991-1999, las exportaciones se incrementaron en un 94%, mientras que las importaciones lo hicieron en un 205%. No se puede dejar de mencionar que la reforma del Estado, las privatizaciones y la desindustriali­zación produjeron elevados niveles de desocupación y subocupación. A par­tir de mayo de 1994, la tasa de desocupación superó los dos dígitos y alcanzó el mayor índice en mayo de 1995 con el 18,4%.


Anexo:
La capitalización de la deuda
Un elemento central en los programas neoliberales fue la conversión de los títulos de deuda externa en capital. Esta política surgió del FMI (Fondo Monetario Internacional) a comienzos de 1985, quien planteó a los países latinoamericanos que, además de saldar los intereses de la deuda, debían devolver el capital adeudado. Este capital debía saldarse mediante la venta de activos estatales, es decir, por medio de la privatización de las empresas públicas.
En nuestro país, el primer régimen de "capitalización de la deuda externa" se aplicó en 1985, cuando se transfirió la deuda externa privada al sector público.
A partir de la década de 1990, la privatización de las empresas públicas pasó a formar parte de la capitalización de la deuda externa como parte de pago del capital adeudado a los acreedores externos.


LA PRIVATIZACIÓN DE EMPRESAS PÚBLICAS
Las privatizaciones le permitieron al Estado trasladar el control y el poder de los sectores de energía, comunicaciones y transportes a un nuevo grupo económico dominante.
La compra de las empresas públicas se realizó a precio de remate y los beneficios obtenidos fueron enormes.
Para los acreedores externos, las empresas públicas eran la mejor opción para hacer efectiva una parte del capital adeudado, a través de la capitaliza­ción de la deuda, para obtener nuevas áreas de inversión que, hasta ese momento, estaban en poder del Estado y para multiplicar sus ganancias.
Entre 1991 y 2001 las empresas prestadoras de servicios públicos supera­ron los 34.000 millones de dólares y ganaron más de los 30.000 millones que invirtieron en la compra. Además, el Estado se hizo cargo de las deudas que tenían antes de su privatización. En esta línea de pensamiento se privatizaron empresas del Estado, en forma gradual pero continua. Es así como muchos servicios pasaron a manos privadas como en el caso del transporte aéreo, los ferrocarriles, los subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires, los sistemas por­tuarios y los servicios de agua potable, electricidad, gas, teléfonos, canales de televisión, empresas de correos, entre otras.
Muchos fueron los argumentos que justificaban la necesidad de las priva­tizaciones: la reducción de la deuda externa, ya que las empresas serían entre­gadas como parte del pago; la identificación de las empresas públicas como una de las causas fundamentales de la crisis y, sobre la base de ese argumen­to, la necesidad de su privatización que reduciría el déficit público y contri­buiría a la estabilidad.
El objetivo de bajar la deuda externa no se cumplió. Esto ocurrió recién durante 2004-2007, tras la caída del régimen de convertibilidad a fines de 2001.


IMPACTOS TERRITORIALES EN LA DÉCADA DEL 1990
Las transformaciones estudiadas en el capítulo sobre la década de 1990 dieron origen a dos procesos interrelacionados: la modernización-integración selectiva de ciertos actores sociales, actividades, áreas y redes, y el deterioro-marginación-exclusión de otros.
· La modernización-integración: las inversiones en minería y combusti­bles, la producción agropecuaria exportadora, las empresas industriales trans­nacionales y de servicios, el comercio e infraestructura del sector inmobiliario y el turismo destinado a los sectores de ingresos más elevados fueron algunos de los ejemplos de los denominadosterritorios selectivos, cuyos capitales eran de origen extranjero. Estos generaron segmentos del territorio que se moder­nizaron según los patrones económico-territoriales del momento. Un claro ejemplo lo constituyeron los ramales privatizados del ferrocarril de carga en la región pampeana que permitió la articulación de las zonas "sojeras" con los puertos de aguas profundas para la rápida salida de la producción al exterior.
· El deterioro-marginación-exclusión: los segmentos territoriales en los que se evidenciaron estas características fueron "la otra cara" de los impactos de las políticas de la década de 1990. Por ejemplo, algunas áreas en las que se asentaban empresas estatales u orientadas al mercado interno que se vie­ron fuertemente perjudicadas por el cierre de los ramales ferroviarios, la frag­mentación del servicio mediante concesiones y el establecimiento del sistema de peajes en las principales rutas.
La década de 1990 constituyó el escenario temporal del regreso de las grandes ciudades al rol protagonice en términos de crecimiento, inversiones y concentración económica. La profundización del mode­lo neoliberal volvió al "centro de la escena" a las grandes ciudades. La mayor parte de los esfuerzos que se dieron durante la década de 1980 por desconcentrar las actividades económicas y expandirlas hacia nuevas áreas geográficas perdieron vigor, dado el retorno y el refuerzo de las desigualdades territoriales.


ACTIVIDAD:
Explica por escrito en qué consisten los siguientes procesos: privatización de empresas públicas, transferencia de ingresos al sector privado, capitalización de la deuda, generación de territorios selectivos.
2, Enumera las consecuencias de la "modernización-integración" y presenta ejemplos. Identifica, por lo menos, tres argumentos del Estado argentino para llevar adelante el proceso de privatizaciones.

El empobrecimiento de las economías regionales
Las medidas implementadas desde 1991 —entre las que se encuentran la apertura externa, la inserción acelerada de la economía en el sistema finan­ciero internacional y la ausencia de regulación estatal— transformaron la dinámica de las economías regionales.
La mayoría de la producción había estado dirigida al consumo interno. El noreste proveía de yerba mate, tabaco, algodón en fibra, frutas tropicales y tanino; el noroeste enviaba frutas, vinos, azúcar y hortalizas, además de petró­leo y gas; la región de Cuyo se especializaba en vinos, frutas, hortalizas y petróleo; y el área patagónica ofrecía productos de la pesca, lana y una amplia gama de frutas y combustibles líquidos y gaseosos.
El sistema de precios dependía de la dinámica de consumo local y de la intervención reguladora del Estado a través de la fijación de precios mínimos y pautas de comercialización, y el sobrante del mercado interno era lo que se exportaba. Pero a partir de la fecha antes mencionada, el sector externo se constituyó en el principal demandante de la producción y los precios de comercialización eran establecidos por los mercados internacionales. Esta situación supuso una gran transformación de las producciones regionales mediante una modernización productiva para lograr su inserción en el mer­cado. Sin embargo, dicha modernización sólo pudo ser llevada a cabo por los grandes productores o grupos económicos nacionales o extranjeros. Los pequeños productores, en su mayoría, quedaron excluidos de este proceso, al no contar con los recursos ni con el acceso al crédito para adecuarse al nuevo perfil productivo y tecnológico.
A partir del 2002, con la devaluación, se dio un crecimiento productivo en las economías regionales vincula­do a una mayor demanda inter­na y externa. Sin embargo, ello no se tradujo en una mejora para todos los secto­res que participaban de las economías regionales: se acentuaron las tendencias existentes, en las que los sec­tores más modernos se benefi­ciaron con ese crecimiento.


LA CRISIS ECONÓMICA Y SOCIAL: PEA, DESEMPLEO Y SUBOCUPACIÓN
Hasta mediados de la década de 1970, la Argentina era un país sin gran­des problemas de empleo. Desde entonces a la actualidad, el desempleo, el deterioro de las condiciones de trabajo y los salarios bajos han sido caracte­rísticas constantes de la economía del país.
Con el inicio del Plan de convertibilidad, la desocupación bajó a 6% en 1991. Desde entonces mostró una tendencia creciente, llegó a 16,6% y a 17,3% en 1995 y 1996, respectivamente, a causa del efecto tequila*. Esto sig­nifica que, para 1996, cada 100 personas de la población económicamente activa (PEA), 17 se encontraban sin empleo. Con la crisis del 2001, la deso­cupación alcanzó el 18,3%.



Fuente: elaboración propia sobre la base de datos de EPH (INDEC).


Efecto tequila: repercusión que tuvo en la economía latinoamericana la devaluación de la moneda mexicana en diciembre de 1994.
Tasa de desocupación: se calcula como porcentaje entre la población desocupada y la Población Económicamente Activa.
Tasa de empleo: se calcula como porcentaje entre la población ocupada y la población total.
¿Cómo se mide el empleo?
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) es un programa nacional de producción sistemática y permanente de indicadores sociales que lleva a cabo el INDEC. Permite conocer las características sociodemograficas y socioeconómicas de la población. Se aplica en la Argentina desde 1973, y se han llegado a cubrir 31 aglomerados urbanos de todo el país. Desde 2003 ofrece datos trimestrales. En relación con el empleo, releva datos sobre la Población Económicamente Activa (PEA), o sea, el conjunto de personas que tienen una ocupación o que sin tenerla la buscan activamente. De esta forma, la población se clasifica por la relación que tiene con el mercado de trabajo en:
Ocupada: conjunto de personas que tiene por lo menos una ocupación. Es la población que, en un tiempo específico denominado semana de referencia, ha trabajado por lo menos una hora en forma remunerada o también quienes realizan tareas regulares de ayuda en la actividad de un familiar reciban o no una remuneración.
Desocupada: conjunto de personas que no tienen una ocupación y buscan activamente trabajo.
Subocupada: conjunto de población ocupada que trabaja menos de 35 horas semanales y desea trabajar más horas.
Fuente: www.indec.gov.ar


FLEXIBILIZACIÓN Y PRECARIZACIÓN LABORAL
Hasta la década de 1990, la legislación laboral argentina estaba centrada en la protección de los trabajadores: establecía fuertes restricciones a los des­pidos e impedía el ajuste del empleo a los ciclos económicos. Esta legislación se había gestado durante la vigencia del Estado de bienestar.
Desde esa década y con la primera presidencia de Carlos Menem (1989-1995), el Estado implemento cambios en la legislación laboral para flexibilizar* el mercado de trabajo. Así, en la nueva legislación aparecen:
· Contratos por tiempo determinado aplicables a distintas situaciones.
· Indemnización por despido.
· Regímenes de preaviso.
· Períodos de prueba con obligatoriedad de preaviso por despido. El tra­bajador no recibe indemnización.
· Reducción de los aportes del empleador a la seguridad social por cada trabajador: jubilación, asignación
familiar, obra social, riesgo de trabajo y fondo de empleo.
· Contratos de pasantía que, generalmente, son utilizados por las empre­sas para cubrir puestos de trabajo a menores costos.
· Se permiten los convenios por empresas (antes sólo eran por actividad) en los que los trabajadores pierden poder de negociación, y, en los conflictos, se favorecen los puntos de vista de las empresas.
Los objetivos de estos cambios eran el fomento del empleo y el registro de los trabajadores. Sin embargo, al analizar los números sobre empleo, desem­pleo y subempleo del capítulo anterior, observamos que estas medidas no lograron los objetivos esperados.
Estos aspectos han contribuido a que, en la actualidad, exista una gran bre­cha entre los que están adentro, que acceden a los empleos de buena calidad en los sectores más modernos de la economía, y los que quedan afuera o mantienen relaciones de gran vulnerabilidad, se trate de desocupados o de aquellos que sólo acceden a empleos precarios.


Flexibilizar: modificar las formas de contratación y de despido como medio para reducir costos de producción, especialmente los costos laborales. La flexibilización está orientada a contratos de duración definida y permite disponer de mano de obra temporal (por lo general, de baja calificación) sin que haya mayores problemas en situaciones de despido.

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