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jueves, 29 de mayo de 2014

LA PRIMERA MISIÓN DIPLOMÁTICA DEL PERÚ INDEPENDIENTE

Idea General del Perú - Blog de Alexis Arévalo-Vergara: LA PRIMERA MISIÓN DIPLOMÁTICA DEL PERÚ INDEPENDIEN...: La llegada a nuestro país del Libertador don José de San Martín [1]  no solo tuvo como fin la simple liberación del yugo español sino q..


miércoles, 21 de mayo de 2014

LA PRIMERA MISIÓN DIPLOMÁTICA DEL PERÚ INDEPENDIENTE, por Alexis Arévalo-Vergara y Arturo Garro Miró Quesada



La llegada a nuestro país del Libertador don José de San Martín[1] no solo tuvo como fin la simple liberación del yugo español sino que también hubo un elaborado plan político para el Perú independiente. ¿Qué clase de gobierno debía adoptar nuestro país tras la liberación del régimen virreinal? ¿Debíamos ser una república o una monarquía? El plan político estuvo trazado por San Martín y su ministro Bernardo de Monteagudo, quienes basados en la sangrienta década de enfrentamientos civiles en Argentina, optaron por una salida más conservadora, mediante la instauración de una monarquía constitucional; creyendo que un “Emperador del Perú” podría salvar a nuestro país de una cruenta guerra civil.


El elaborado Plan Monárquico de San Martín estuvo dividido en dos etapas. La primera etapa, correspondió al establecimiento de la Orden El Sol del Perú[2], condecoración máxima del nuevo Estado, que reemplazaría a las antiguas órdenes militares españolas (Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa). La Orden sería conferida a los patriotas más ilustres con el especial privilegio de que fuera esta hereditaria buscando así que sus descendientes valorasen el patriotismo de sus antecesores y tratasen de emularlos.


Asimismo, el Libertador decidió revalidar los títulos nobiliarios[3] de Castilla como títulos del Perú. Además, creó un Consejo de Estado, compuesto por doce individuos que asesoraban a San Martín en los asuntos de gobierno. Los miembros habían sido elegidos por su especial adicción al sistema monárquico; entre ellos se puede mencionar al Ministro Monteagudo, al Dr. Hipólito Unanue, al Conde de Valle Oselle y Marqués de Montemira, al Marqués de Torre Tagle, y a los Condes de la Vega del Ren y de Torre Velarde.



Finalmente, San Martín creó la Sociedad Patriótica de Lima[4], compuesta por los más destacados intelectuales del momento. El Protector del Perú indirectamente buscaba que desde estas canteras surgiera de forma natural la idea de la instauración monárquica. Fue así como, dicha institución convocó a una alocución sobre la forma de gobierno más conveniente para nuestro país. Uno de los miembros, el Presbítero Dr. D. José Ignacio Moreno se decidió a hablar de las bondades monárquicas en detrimento de otras formas de gobierno. Este discurso agradó obviamente a San Martín, quien lo honró con el cargo de Canónigo Magistral. Empero, el planteamiento de Moreno tuvo varios detractores tales como Sánchez Carrión, Luna Pizarro y Pérez Tudela, quienes lo criticaron duramente.

Pese a esto, San Martín y Monteagudo prosiguieron con el “Plan Monárquico” considerando que la primera fase había sido ya concretada satisfactoriamente; ahora estaban listos para pasar a la segunda etapa, que estaba referida al envío de una Misión Diplomática a Europa, con el especial encargo de convencer a un príncipe para que viniese a coronarse “Emperador del Perú”. Esta histórica misión estuvo conformada por el Ministro Plenipotenciario don Juan García del Río, y por su secretario don Diego Paroissien, personas de la entera confianza de San Martín. La Misión diplomática partió desde el Callao hacia Valparaíso, de allí tomaron camino hacia Santiago, donde tuvieron una breve entrevista con O’Higgins con el propósito de que se enterase del Plan, posteriormente pasaron a Buenos Aires y desde allí viajaron con dirección a Europa, llegando a Inglaterra a mediados de 1822.



La Misión García del Río-Paroissien tenía además otros fines secundarios como el reconocimiento del Perú como Estado soberano e independiente; el forjar alianzas estratégicas mediante tratados de comercio; conseguir empréstitos; favorecer compañías mineras extranjeras; y remitir a nuestro país cuanto intelectual y técnico europeo quisiera ayudar a cimentar las bases del nuevo Estado independiente. Aunque, claro reiteramos todo esto quedaba en segundo plano frente al principal objetivo que era el de conseguir un Emperador para el Perú. Así lo expresa el preclaro intelectual peruano don Mariano Felipe Paz Soldán en su obra Historia del Perú independiente.


“El verdadero objeto de tan extraordinaria mision á Europa (…) eran el grande proyecto de Monarquizar la América, para lo cual había obtenido San Martin del Consejo de Estado una ámplia instrucción á fin de que los enviados Garcia del Rio y Paroissien solicitaran del gobierno inglés que el Príncipe de Sussex Cobourg, ó en su defecto uno de los de la dinastía reinante de la Gran Bretaña pasara á coronarse (…) Emperador del Perú” (sic)[5].


Las instrucciones para la primera Misión Diplomática peruana se encontraban en el Acta del Consejo de Estado, firmado en Lima, el 24 de diciembre de 1821; en dicho documento se indicaba a los diplomáticos que debían convencer al Duque de Sussex para que viniese al Perú, o en su defecto algún otro Príncipe de la corona británica.


Es interesante comentar, que la corona peruana no solo debía ser ofrecida a los príncipes ingleses sino que también había la posibilidad de ofrecer el trono a algún príncipe alemán, que fuese preferentemente pariente colateral de la Casa Real Británica. Este príncipe debía aceptar convertirse al catolicismo, religión oficial del Perú. En defecto de un príncipe alemán, era factible ofrecer la corona peruana a un archiduque de Austria, siempre y cuando los ingleses lo respaldasen.


Si, el respaldo británico no se consiguiese, recién allí los diplomáticos podían acercarse a la corte del Zar de Rusia, única potencia que rivalizaba militarmente con Inglaterra. Allí los diplomáticos podían hacer el ofrecimiento a algún Gran Duque de Rusia para que viniese a coronarse al Perú. Si Rusia también se negase, el Acta del Consejo de Estado de 1821, señalaba que podía hacerse igual ofrecimiento a un príncipe de Francia o Portugal, e incluso uno de España, siempre que fuera el Duque de Luca.


¿Pero quiénes eran estos príncipes europeos candidatos a un hipotético trono peruano?


1. Inglaterra

El Reino Unido de Gran Bretaña, pese a haber perdido sus 13 colonias americanas seguía siendo la potencia primigenia de Europa, el halo de superioridad había sido ganado tras la derrota de Napoleón, convirtiéndose en amos y señores indiscutibles del mar. El rey Jorge III de Inglaterra (1738-1820), quien había fallecido apenas un año antes de proclamada nuestra independencia; había casado con la princesa Carlota de Mecklemburgo Strelitz con la que tuvo varios hijos. ¿Pero cuál de ellos era el candidato más idóneo para convertirse en Emperador del Perú?



a) El Acta del Consejo de Estado del 24 de diciembre de 1821, señalaba que debía proponérsele la idea en primer lugar al príncipe Augusto Federico de Hannover, Duque de Sussex, Conde de Inverness (1773-1843). El Duque de Sussex era un hijo segundón de la Casa Real Británica y del que se puede decir que era rebelde contra su padre, pues no le había obedecido en sus elecciones matrimoniales. El Duque de Sussex había casado en dos oportunidades con mujeres que no pertenecían a la realeza, hecho inaudito en aquel entonces. Los matrimonios fueron calificados como morganáticos, impidiendo de este modo que su descendencia pudiera aspirar siquiera a ser considerados dentro del orden sucesorio de la corona británica. Es interesante comentar que, el Duque de Sussex, solo tuvo descendencia de su primer matrimonio con Lady Augusta Murray, con la que había tenido dos hijos: Augusto Federico d’Este y Augusta Ema d’Este.

Es posible que el Libertador don José de San Martín pensase en el Duque de Sussex dada su posición relegada en la Corte y la imposibilidad de que sus hijos heredasen. San Martín, creyó que la aventura le resultaría al Duque gratificante y que nada podía perder.



b) En defecto, del Duque de Sussex, los diplomáticos peruanos podían pensar en otro hijo del fenecido rey Jorge III, siendo la otra única posibilidad el príncipe Adolfo Federico de Hannover, Duque de Cambridge, Conde de Tippery (1774-1850), que había casado en 1818 con la princesa alemana Augusta de Hesse-Kassel, con la que tuvo al príncipe Jorge Guillermo, Duque de Cambridge (1819-1904). Esta elección resultaba también adecuada pues se trataba de una joven pareja con un hijo de apenas 4 años; nada podían perder porque difícilmente su hijo Jorge Guillermo llegaría a ser Rey de Inglaterra.


2. Alemania

En la segunda década del siglo XIX, Alemania era un conglomerado de Estados que si bien tenían similitudes de lengua e historia se encontraban separados políticamente, recordemos que se tuvo que esperar hasta 1870 para la unificación alemana bajo la casa de los Hohenzollern. ¿Entonces a que casa real alemana se refería el Acta del Consejo de Estado de 1821?


a) Un primer candidato alemán al trono peruano era el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Saalfeld (que luego sería Leopoldo I, primer rey de Bélgica), había pertenecido a la familia real británica por vínculo uxorio; al haber casado el 02 de mayo de 1816 con la princesa Carlota Augusta de Gales (hija única y heredera del Rey Jorge IV del Reino Unido y de Carolina de Brunswick-Wolfenbüttel).


Sin embargo, la princesa Carlota Augusta falleció el 06 de noviembre de 1817 al día siguiente de haber dado a luz un niño muerto. Fue así como el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Saalfeld perdió la posibilidad de convertirse en Rey de Inglaterra. La historia de este personaje es bastante interesante ya que fue el principal promotor de los matrimonios regios de todos sus parientes. Asimismo, se sabe que fue propuesto al trono de Grecia y Bélgica, aceptando este último y convirtiéndose en su primer monarca en 1831.



Consideramos que hubiera sido difícil convencerlo de venir al Perú, ya que si bien en 1821 no ocupaba ningún trono, sus intereses estaban puestos definitivamente en Europa; la lejanía del Perú hubiera hecho imposible la consecución de sus más grandes ambiciones que eran la de perpetuar su linaje en sendos tronos europeos; quizás su mayor logro fue conseguir en 1840 la unión entre su sobrina la reina Victoria del Reino Unido con su otro sobrino el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.


b) Un segundo candidato debía buscarse, según especificaciones del Acta del Consejo de Estado, en una casa principesca alemana colateral a la Casa Real Británica, haciéndose especial mención a los Brunswik. El duque Carlos II Guillermo de Brünswick-Wolfenbuttel había logrado emparentar con la familia real británica a través de su casamiento con la princesa Augusta de Hannover (hermana del rey Jorge III de Inglaterra), la ceremonia religiosa se había realizado en la Capilla Real del Palacio de St. James, el 16 de enero de 1764, con sucesión. Es posible que alguno de sus descendientes pudiera ser considerado como candidato al trono peruano ¿pero quién? Consideramos que la opción más lógica hubiera sido el nieto de los anteriores, el príncipe Pablo de Württemberg Brunswick-Wolfenbüttel (1785-1852), cuarto hijo del rey Federico I de Württemberg (1754-1816) y de la duquesa Augusta de Brunswick-Wolfenbüttel. El príncipe Pablo se mostraba como el mejor candidato alemán, pues era primo hermano del Rey de Inglaterra (incluso su madrastra había sido la princesa Carlota del Reino Unido, hija del rey Jorge III); por lo que, gozaba de una envidiable cercanía con la familia real británica.


3. Austria


En el caso de Austria, se señala que cualquier archiduque era idóneo para el Perú, siempre y cuando Inglaterra aceptase dicha fórmula. Creemos que en el caso austriaco la única opción válida era la archiduquesa María Clementina de Austria casada con su primo Leopoldo de Borbón-Dos Sicilias, príncipe de Salerno (1790-1851).


Leopoldo de Borbón-Dos Sicilias era hijo de Fernando I, rey de las Dos Sicilias (1751-1825) y de María Carolina de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria; mientras que su esposa la archiduquesa María Clementina era hija del emperador Francisco I de Austria (1792-1806) y de su segunda esposa María Teresa de las Dos Sicilias (1772-1807). Creemos que esta pareja eran los únicos candidatos posibles para coronarse Emperadores del Perú, ya que el resto de sus hermanos tanto de Leopoldo como de María Clementina ocupaban sendos tronos europeos, siendo ellos los únicos relegados.


4. Rusia

Si fallaba la Misión peruana en Inglaterra, Alemania y Austria podían los diplomáticos García del Río y Paroissien dirigirse a la corte del Zar Alejandro I de Rusia (1777-1825), única potencia que rivalizaba militarmente con Inglaterra. En San Petersburgo podían solicitar al Zar que algún Gran Duque de Rusia viniese a nuestro país para coronase Emperador del Perú, “ó algún otro á quien el Emperador asegurase su proteccion” (sic)[6].


Esta última parte en el que se hace mención de -algún otro- hace sospechar del candidato ruso. ¿Quién podría ser? El Zar Alejandro I pese a haber estado casado con la princesa Luisa de Baden, solo tuvo dos hijas que murieron a tierna edad; aunque si tuvo varios hijos extramatrimoniales. ¿Acaso el Consejo de Estado del Perú se adelantaba a los hechos y daba carta blanca para aceptar a alguno de los hijos naturales del Zar? Si se hubiera llegado a tal punto, el candidato seguramente hubiera sido el príncipe Nikolai Lukash Vsevoloisky (1796 –1868), hijo ilegítimo del Zar Alejandro I y de Sofía Vsevolozhskaya (1775-1848). Sin embargo, dada su filiación no podía aspirar al trono ruso, pero siendo el mayor de los vástagos del zar podía quizás ser elegible para un distante trono americano.

Sobre el príncipe Nikolai Lukash se sabe que desde muy joven ingresó al ejército imperial, sirviendo con valentía en la campaña contra Napoleón. Con el tiempo fue ascendido al rango de Teniente General del Ejército y destinado al Cáucaso, sirviendo como Gobernador de Tiflis (1855-1857), en el antiguo Reino de Georgia, territorio anexado al imperio ruso a principios del siglo XIX, tras el fallecimiento del rey Jorge XII Bagrationi de Georgia (1746-1800), último monarca de la dinastía real más antigua de Europa.



Ahora si la corona peruana se hubiera ofrecido exclusivamente a los Romanov legítimos, la elección hubiera recaído en alguno de los hermanos menores del Zar Alejandro I; habiendo solo dos opciones posibles. La primera opción recaía definitivamente en el Gran Duque Constantino Pávlovich Romanov (1779-1831), que se dice fue preparado intensamente por su abuela la Zarina Catalina II “la Grande” para ocupar un hipotético trono bizantino, tras una imaginada conquista de Estambul. Viendo la imposibilidad de vencer a los otomanos, las aspiraciones del Gran Duque se desvanecieron.


El Gran Duque Constantino había casado con la princesa Juliana de Sajonia-Coburgo, de la que se divorció en 1819. Al año siguiente, casó morganáticamente con la aristócrata polaca Johanna Grudna-Grudczinska, a quien se le concedió el título de Princesa Lowiczka; empero, tuvo que renunciar a la sucesión al trono ruso. Entonces, sin haber logrado en su juventud ser emperador de un resucitado imperio bizantino; menos aún podía aspirar en su madurez a la sucesión al trono ruso; era lógico que se considerase a éste como candidato para el Perú. La segunda posibilidad, recaía en el Gran Duque Miguel Pávlovich de Rusia (1798-1849), también hermano de Alejandro I, y dada su remota posición en la sucesión, era factible su elección como posible Emperador del Perú.


5. Francia

Con la caída de Napoleón Bonaparte, los Borbones fueron nuevamente restablecidos en el trono francés en la persona del rey Luis XVIII (1814-1824), hermano del ejecutado Luis XVI. De este linaje real tendrían que haber salido el candidato a la corona peruana; sin embargo, Luis XVIII no contaba con sucesión directa, entonces la elección pasaba a los colaterales. Luis XVIII tenía como hermano y sucesor al príncipe Carlos de Borbón, Conde de Artois (fututo rey Carlos X de Francia), cuyos dos hijos estaban directamente ligados a la sucesión del trono galo. En tal sentido, poco interés podían tener los príncipes franceses en un hipotético imperio peruano. Entonces ¿quién podía ser el candidato francés? consideramos que ninguno; salvo que se llegase a considerar a lejanos parientes como el príncipe Luis Felipe de Orleans (futuro rey Luis Felipe I de Francia) o en su defecto al príncipe Luis Enrique José de Borbón-Condé (1736-1830); aunque lo dudamos, pues viejo y sin hijos poco podía hacer en medio de la inestable situación americana.

6. Portugal



En el caso portugués, no se consideró de ninguna forma a la rama fundada por el emperador Pedro I del Brasil, quedando de este modo la candidatura libre al resto de sus hermanos. ¿Acaso había un rechazo peruano a que Brasil terminara por absorber a los países de la costa del Pacífico? ¿Esta decisión tenía alguna relación con las frustradas aspiraciones de la reina Carlota (madre de Pedro I)? Recordemos que el rey Juan VI de Portugal (1767-1826) había casado con la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hija del rey Carlos IV de España. Durante la invasión napoleónica la familia real portuguesa se estableció en el Brasil. Fue allí que la reina Carlota Joaquina de Portugal se enteró del encierro de la familia real española en Bayona y quiso de este modo hacerse con todos los territorios americanos alegando ser hija de Carlos IV, con igual derecho que sus hermanos, y además como residente en Brasil podía controlar fácilmente al Perú, Río de la Plata, etc. Esta aspiración no tuvo éxito pese a que algunos ilusionados prestaron su apoyo. Terminada la amenaza napoleónica, la familia real portuguesa regresó a Lisboa mientras que el hijo mayor don Pedro quedó en el Brasil donde proclamó la independencia y se coronó primer Emperador[7].


Viendo la genealogía de la Casa Real de Braganza creemos que solo podían haber un candidato al trono peruano el Infante don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza (1811-1875), único hijo del Infante don Pedro Carlos de Borbón y Braganza (1786-1812) y de la Infanta María Teresa de Portugal (1793-1874), hija primogénita del rey Juan VI de Portugal, que había quedado relegada tras el nacimiento de sus hermanos varones Don Pedro (Emperador del Brasil) y Don Miguel (Duque de Braganza).

En tal sentido, el infante Don Sebastián Gabriel, al igual que su madre, habían quedado definitivamente relegados en la sucesión al trono luso. Su ideal alejamiento de las conjuras dinásticas que se fueron sucediendo durante todo el siglo XIX, hizo a Don Sebastián Gabriel candidato ideal al trono peruano; pese a que tan solo contaba con 11 años. Evidentemente, dada su minoría de edad, hubiera sido necesaria una corregencia compartida entre la infanta María Teresa y el propio Libertador San Martín, que seguro hubiera resultado muy conveniente.

7. España

En el caso de no encontrar un monarca para el Perú en todos los reinos anteriormente mencionados, quedaba como última posibilidad solicitar a España al Duque de Luca. Pero ¿quién era este Duque? Su nombre era Carlos II de Borbón-Parma, Duque de Luca, un príncipe italo-español que había sido hijo de Luis I, Duque de Parma, Plasencia y Guastalla y de la infanta española María Luisa de Borbón; y nieto por vía materna del rey Carlos IV de España. Empero, pese a sus excelentes conexiones dinásticas con varias casas reinantes europeas, la serie de vicisitudes que se sucedieron tras el advenimiento de Napoleón Bonaparte, lo convirtieron en un rey sin reino. Napoleón lo había despojado de Parma aunque lo indemnizó en 1803, por así decirlo, con el reino de Etruria, de breve duración, pues quedó disuelto cuatro años más tarde. Fue así como el príncipe Carlos II se vio obligado a trasladarse a la Corte de Madrid donde tenían la falsa promesa del emperador francés de que le sería entregado un nuevo reino al norte de Portugal. La invasión napoleónica a España desbarató todos los planes de Carlos II.




A la caída de Napoleón, se vislumbró la posibilidad de recuperar sus antiguos dominios parmesanos; sin embrago, el Congreso de Viena determinó que los Ducados de Parma, Plasencia y Guastalla pasaran a la esposa de Napoleón la archiduquesa María Luisa de Austria. A cambio se le entregó de forma vitalicia el pequeño ducado de Lucca, al norte de Toscana; de allí que se le conozca como “Duque de Luca”. Como era evidente, su ducado era pequeñísimo y las rentas bajas, por lo que la propuesta de un rico imperio sudamericano pudo haberlo traído al Perú. Se sabe que el Duque de Luca conocía los planes monárquicos sudamericanos, ya que incluso en 1817 había sido voceado para coronarse Rey del Río de la Plata, a propuesta del Director Supremo don Juan Martín de Pueyrredón; sin embrago, la caída de su gobierno hizo que el proyecto monárquico argentino fracasara.


Queda claro entonces que las candidaturas eran varias, si no aceptaba uno había otro que fácilmente podía sustituirlo como aspirante al soñado imperio de San Martín. No obstante, pese a estas amplias y al parecer favorables posibilidades, la situación interna del país era grave. San Martín había buscado en varias oportunidades convencer al Virrey en unir fuerzas y colocar un monarca en el Perú; ninguna de sus propuestas fueron aceptadas. Tampoco pudo liberar completamente al Perú, puesto que solo estaba libre la costa peruana, mientras que el grueso de las fuerzas de La Serna estaban muy bien apertrechadas en la sierra.
Viendo esto, San Martín, hombre juicioso, supo que su tiempo había llegado y que si quería ver libre al Perú debía renunciar a aquellas sinceras y bien intencionadas aspiraciones que tenía. Viajó a Guayaquil, y el 26 de julio de 1822, se dio la histórica entrevista de los Libertadores, que determinó la salida de San Martín de suelo peruano.

Fue así como, la primera Misión Diplomática peruana ya no tuvo más asidero acabándose de este modo con las aspiraciones monárquicas tantas veces anheladas. Pero ¿hubo acaso algún logro meritorio de esta primera Misión diplomática peruana? La respuesta es afirmativa, pues se logró afianzar las relaciones comerciales con Inglaterra lográndose además el primer empréstito de nuestro país por la elevada suma de un £ 1’200,000.00 (Un Millón Doscientas Mil y 00/100 Libras Esterlinas), que ayudó a solventar la crecida deuda que nos trajo la guerra de independencia.


Conclusión

Finalmente, debemos referir que el ingreso de un príncipe europeo como Emperador del Perú solo hubiera retrasado lo inevitable. Las ambiciones particulares de los caudillos militares peruanos, tarde o temprano, hubieran aflorado, resquebrajando el poder real y haciendo que la monarquía peruana cayese, en un símil a lo sucedido en México con Agustín I de Iturbide, primer emperador mexicano que había sido proclamado como tal en mayo de 1822. Su breve reinado duró hasta marzo de 1823 en que abdicó, trasladándose a Europa.




En breve el Congreso Mexicano mediante Decreto del 23 de abril de 1824, decretó la proscripción de D. Agustín de Iturbide, declarándolo traidor y fuera de la ley, así como enemigo público, en caso de que se presente en cualquier parte del territorio mexicano; igual suerte correrían todos aquellos que lo ayudasen a su regreso. El Decreto decía textualmente lo siguiente:


“1. Se declara traidor y fuera de la ley á D. Agustin de Iturbide, siempre que bajo cualquiera titulo se presente en algun punto de nuestro territorio. En este caso queda por el mismo hecho declarado enemigo público del estado. 2. Se declaran traidores á la federación, y serán juzgados conforme á la ley de 27 de setiembre de 1823, cuantos cooperen por escritos encomiásticos ó de cualquier otro modo á favorecer su regreso á la república mexicana” (sic)[8].

Iturbide, que ignoraba esta amenaza contra su vida, regresó a México, siendo arrestado y posteriormente ejecutado en Padilla, Tamaulipas el 19 de julio de 1824. Por lo que, podemos concluir que la suerte de un monarca europeo en el Perú pudo haber sido la misma que la del tristemente célebre Iturbide[9].



[1] Artículo corregido y que anteriormente fue publicado en los Doce Linajes de Soria, España, el 2 de marzo de 2012.
[2] Cfr. La Orden del Sol del Perú: 1821-1825, 1921-1971. Lima: Instituto Sanmartiniano del Perú, 1971. Asimismo, en: UGARTECHE, Pedro. La Orden del Sol del Perú, 1821-1925. Lima: Editorial Lumen, 1966.
[3] Cfr. DE IZCUE, Luis. La nobleza titulada en el Perú colonial. Lima: Casa Editorial La Opinión Nacional, 1927. Asimismo, en: ROSAS SILES, Alberto. La Nobleza titulada del virreinato del Perú. En: Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas No. 21. Finalmente, se puede consultar también: VARGAS UGARTE, Rubén. Títulos Nobiliarios en el Perú. Lima: José de Lamar y Cortazar, 1958, p. 32-33.
[4] Cfr. PACHECO VÉLEZ, César. La Sociedad Patriótica de Lima: un capítulo de la historia de las ideas políticas en el Perú. Lima: Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1973.
[5] PAZ-SOLDÁN, Mariano Felipe. Historia del Perú independiente. Lima: 1868, p. 271.
[6] Ibíd., p. 272.
[7] El caso brasileño resulta sumamente interesante, Pedro I había sido proclamado primer emperador del Brasil el 12 de octubre de 1822; sin embargo, la guerra de independencia brasileña finalizó recién con la firma del Tratado de Río de Janeiro el 29 de agosto de 1825. El imperio del Brasil tuvo dos monarcas el ya mencionado Pedro I y su hijo Pedro II, estupendo gobernante, que trajo al Brasil no solo estabilidad política sino también un gran auge económico. La monarquía solo caería tras un burdo golpe de Estado militar en 1889, fecha en la que se depuso al ya cansado Pedro II quien prefirió marchar a Europa, desilusionado por el destino que le había tocado, no intento recuperar nunca su corona.
[8] Colección de Órdenes y Decretos de la Soberana Junta Provisional Gubernativa, y Soberanos Congresos Generales de la Nación Mexicana. Tomo III. México: Imprenta de Galván á cargo de Mariano Arévalo, 1829, p. 44.
[9] Los Iturbide nuevamente resurgirían cuando Maximiliano I de Habsburgo, segundo emperador de México (1864-1867) por obra y gracia de Napoleón III, adoptó a los nietos del primer emperador (Agustín y Salvador) a los que convirtió en sus herederos dándoles además su apellido “de Iturbide-Habsburgo”. Sin embargo, la monarquía mexicana caería una vez más, siendo igualmente fusilado este segundo emperador en la ciudad de Querétaro el 19 de junio de 1867; demostrando así la imposibilidad de que en México pudiera subsistir la monarquía.


FUENTE: http://alexisarevalovergara.wix.com/abogado

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