El “Imperialismo Internacional del Dinero” es una categoría de poder, cuya existencia es ignorada por la casi totalidad de los católicos, la cual fue definida por el Papa Pío XI en 1931, en su Carta Encíclica “Quadragessimo Anno”.
Sus enseñanzas – aunque olvidadas y escasamente difundidas – son parte decisiva de la Doctrina Social de la Iglesia, ya que posteriormente fue ratificada por Juan XXIII en la Encíclica Mater et Magistra (1961) y por Paulo VI en la Encíclica Populorum Progressio (1971).
El “imperialismo internacional del dinero” designa a lo que hoy vulgarmente se denomina como “capitalismo financiero internacional” o al “monopolio financiero y económico anónimo y trasnacional”.
Es un Poder ejercido a escala mundial, pero que no está atado ni se identifica con ningún Estado, Potencia o Poder Nacional (de hecho controla imperios y estados a los que subordina a sus fines). De ahí que su sede o asiento territorial sea circunstancial y siempre transitorio, según distintas épocas históricas.
En consecuencia es un Poder y una entidad ajena y distinta al de las naciones y a la estructura de un Estado en particular, ya que su esencia radica en la extraordinaria concentración de riquezas y de dinero, y no en los factores o elementos que tradicionalmente constituyen un Estado (territorio, población, símbolos, fuerzas armadas, sistema jurídico, etc.)
Pío XI lo aclara explícitamente, cuando señala que dicho imperialismo tiene su asentamiento siempre volátil: “ubi bene, ibi patria” – “en donde está la fortuna del hombre, allí está su patria”
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