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lunes, 18 de febrero de 2013

Del Opus a los Legionarios y la P4: Los ‘neocon’ no confiaron en Benedicto XVI

En la mañana del domingo 17/02, Benedicto XVI recibió una fuerte ovación por decenas de miles de fieles cuando se asomó a la ventana de su apartamento en la plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus, el penúltimo que oficio antes de dejar de ser Papa el 28/02. En tanto, las disputas no cesan en el Estado pontificio.


Bajo sospecha: “Sua Eminenza Reverendissima Cardinale Tarcisio Bertone, alla carica di Segretario di Stato Vaticano; y Marco Simeon, Responsabile delle Relazioni Istituzionali della Cooperativa Sociale Il Cammino ONLUS.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Ante más de 50.000 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI -casi de regreso en la personalidad falible de Joseph Ratzinger- ha agradecido “de corazón” a todos su afecto y, recordando los 40 días de Jesús en el desierto, tentado por Satanás, el ha destacado que “estas tentaciones son también falsas imágenes del hombre”.

El Papa, que presentaba buen aspecto, respondió con una sonrisa y los brazos extendidos, tras lo cual comenzó a leer el texto previo al rezo del mediodía.

El Obispo de Roma también ha exhortado a los fieles a no utilizar a Dios para sus propios beneficios, “dando más importancia al éxito y a los bienes materiales”.

Continua leyendo sobre Mafias, Masonerìa y logias que afectan el Vativano….“Agradezco de corazón a todos su oración y afecto en estos días. Os suplico que continuéis rezando por mí y por el próximo Papa, así como por los Ejercicios espirituales, que empezaré esta tarde junto a los miembros de la Curia Romana”, afirmó.

En tanto, en una muy interesante historia sobre la catedral de la Almudena, en Madrid, escribió Jesús Rodríguez en el diario El País, acerca de la disputa en el Vaticano:

“(… Un miembro de la curia romana de los jesuitas lo definió así a EL PAÍS al ser proclamado (N. de la R.: Benedicto XVI): “Es un misterio. Fue un teólogo avanzado durante el Concilio y luego tuvo miedo y se convirtió en el inquisidor de cámara de Juan Pablo II. Es un intelectual. Llora por un ojo mientras te mira con el otro”.

Ratzinger es indefinible. Uno de los hombres más poderosos de Roma cuando era cardenal de la Congregación para la Doctrina de la Fe que, sin embargo, nunca formó parte de los círculos conspiratorios de la curia ni confraternizó en ese momento con los nuevos movimientos. Implacable con los teólogos díscolos, Leonardo Boff, Hans Küng o Gustavo Gutiérrez (el cardenal Ratzinger llegó a ser conocido como el “rottweiler del Papa”), pasará, sin embargo, a la historia, como un abuelito venerable que supo retirarse a tiempo.

Durante su pontificado, ha dado a los neocon una de cal y otra de arena. Ha contado con sus servicios, pero menos que su difunto jefe; ha llegado a purgarles, como en el caso de los Legionarios de Cristo; dejarles en la reserva, como al Opus Dei —a cuyo portavoz de la Santa Sede con Juan Pablo II, el numerario del Opus Joaquín Navarro Valls, sustituyó por un jesuita, Federico Lombardi—, y poner en duda la ortodoxia de algunas ceremonias del Camino Neocatecumenal. Ha mostrado en general menos entusiasmo por sus andanzas económicas y manifestaciones públicas que su predecesor.

Durante su papado, ha repescado en la curia vaticana a las órdenes religiosas y ha mostrado predilección por los obispos alemanes y estadounidenses. Sin embargo, nunca llegó a apartarse de la estela neocon. Aprobó los Estatutos del Camino Neocatecumenal en 2008; nombró arzobispo de la poderosa diócesis de Milán a Angelo Scola, miembro de Comunión y Liberación y hoy papable y confió a cuatro laicas consagradas del mismo movimiento su asistencia personal; renunció a disolver la desprestigiada congregación de los Legionarios de Cristo tras hacerse público el escándalo por pederastia de su fundador, Marcial Maciel, y al final de su carrera recurrió a dos hombres del Opus Dei, el cardenal español Julián Herranz y el periodista estadounidense Greg Burke, para descubrir el origen de las filtraciones del Vatileaksy remozar la deteriorada imagen de la Santa Sede.

Cuando en octubre de 1978 Wojtyla ocupó el trono de Pedro, se encontró las iglesias desiertas y los seminarios en manos de los progres. La Teología de la Liberación triunfaba en Latinoamérica. Muchos religiosos ponían en duda el magisterio sobre el celibato y el papel de la mujer en la Iglesia. El hábito y la sotana se habían arrumbado. En la efervescencia posterior al Concilio Vaticano II, entre 15.000 y 20.000 sacerdotes habían abandonado su ministerio. La Iglesia católica se tambaleaba.

Wojtyla, originario de Polonia, acostumbrado a un catolicismo de resistencia, dio un golpe de timón. Cerró las ventanas que había abierto Juan XXIII en 1959 y se puso en manos de los neocon. El primer servicio que le prestaron vino de Marcial Maciel (al que llamaría “apóstol de la juventud”), que le organizó su gran viaje triunfal a México. Era enero de 1979 y había sido elegido Papa dos meses antes. Quería iniciar en Latinoamérica el contraataque. México fue un éxito.

Luego, el Opus Dei sería pieza clave en la refriega latinoamericana contra el marxismo, gracias a la labor de control y propaganda de dos obispos afines a la Obra, los colombianos Darío Castrillón Hoyos y Alfonso López Trujillo, y los buenos oficios de dos nuncios complacientes con el Opus Dei, Eduardo Martínez Somalo y Angelo Sodano. La Teología de la Liberación quedó laminada. Wojtyla premiaría al Opus con la concesión de una prelatura personal (una diócesis propia de carácter mundial) en 1982, la beatificación de Escrivá en 1992 y su canonización en 2002.

El Camino Neocatecumenal se convertiría en otro de los hijos amantísimos de Wojtyla, que concedería a los kikos una suerte de bula en 1990 donde ordenaba a los obispos del universo católico que respetaran y ayudaran a Argüello y su obra: “Deseo vivamente que los hermanos en el episcopado valoren y ayuden a esta obra para la nueva evangelización”. También les autorizaría a que abrieran sus seminarios Redemptoris Mater en todo el mundo.

Un sacerdote madrileño explica: “Para Juan Pablo II, en su estrategia para restaurar el poder de la Iglesia, esos movimientos eran acies ordinata (ejércitos en orden de batalla). Cada uno tenía su cometido. El Opus ponía sus colegios, universidades y cuadros bien formados con ramificaciones políticas y económicas; los legionarios, sus obras educativas, ardor ultra, su influencia en América Latina y su bolsa repleta de dólares; los kikos y los carismáticos, su capacidad para llenar la calle; Comunión y Liberación, su dominio de la universidad, sus contactos empresariales, su inmersión en el mundo de la cultura y sus excelentes contactos con la Democracia Cristiana italiana. En mayo de 1998, Juan Pablo II reunió a todos en Roma y les dio carta de naturaleza como un poder de la Iglesia paralelo al de los obispos. Era su consagración”.

Esa estrategia de depuración de la Iglesia diseñada por Wojtyla a nivel mundial fue teledirigida en España por el nuncio Mario Tagliaferri, junto a Suquía y Rouco. El plan consistía en la toma del poder en los seminarios, el control de las cátedras eclesiásticas, el cese de los directores progres de las revistas religiosas, la persecución de los teólogos renovadores, la purga de los párrocos refractarios y el nombramiento de obispos jóvenes y dóciles. Los sacerdotes volverían a usar alzacuellos.

En el asalto al seminario de Madrid, que dirigía el taranconista Juan de Dios Martín Velasco, tuvo mucho que ver a mediados de los ochenta el incipiente movimiento de Comunión y Liberación, agrupado en torno al sacerdote y más tarde primer obispo de la ultraconservadora diócesis de Getafe Francisco Pérez Fernández-Golfín. De ese equipo saldrían importantes nombres del movimiento, como su actual líder mundial, Julián Carrón, de 62 años; el responsable en España, Ignacio Carbajosa, o el actual rector de la Universidad de San Dámaso, Javier Prades. (…”.

Tal como lo señaló Urgente24, la designación de Ernst von Freyberg al frente del Instituto para las Obras de Religión o IOR (en italiano Istituto per le Opere di Religione), tiene un enorme significado como última decisión trascendente de Benedicto XVI antes de volver a ser Joseph Ratzinger.

Pablo Ordaz escribió desde Roma acerca de ese evento, también en El País, y es correcto su enfoque de que resulta un ajuste de cuentas de Ratzinger con Tarcisio Bertone, el secretario de Estado vaticano:

“El nombramiento in extremis del barón Ernst Von Freyberg, caballero de la poderosa Orden de Malta y constructor de buques de guerra, como nuevo presidente del banco del Vaticano supone sin lugar a dudas el capítulo final de esa guerra. En el sagrado reino de los símbolos y la diplomacia, resulta revelador que la última decisión de Ratzinger como Papa haya sido quitarle la llave del dinero a su fraternal enemigo Bertone.

Se trata de un auténtico ajuste de cuentas. Hace nueve meses —el 24 de mayo de 2011— fue el cardenal Bertone, de 78 años, quien se la jugó al Papa con la destitución del anterior presidente del IOR, el banquero Ettore Gotti Tedeschi. La caza de Gotti Tedeschi, amigo personal de Ratzinger, por parte de Bertone incluyó algunos episodios que reflejan muy bien la crueldad de las guerras vaticanas. El banquero, de 67 años, padre de cinco hijos,representante del Grupo Santander en Italia y miembro del Opus Dei, había llegado a la cumbre del IOR en septiembre de 2009 con el encargo de situar al banco en disposición de cumplir la normativa europea sobre blanqueo de capitales. Gotti Tedeschi se lo tomó tan en serio que empezó a colaborar con las autoridades italianas ante la sospecha de que el IOR seguía siendo una inmensa lavadora de dinero negro.

Fue su primer error. El segundo fue oponerse a los deseos de Bertone de utilizar el dinero vaticano para salvar de la quiebra el Hospital San Raffaele de Milán, fundado por el cura y médico Luigi Verzè, gran amigo de Silvio Berlusconi y de su turbia maquinaria de poder —el Vaticano apoya ahora a Mario Monti, pero durante el berlusconismo vivió años muy prósperos y felices—. El caso es que Gotti Tedeschi jugó con fuego y se quemó. La pira la preparó personalmente un misterioso personaje llamado Marco Simeon, de 33 años, dueño de una fulgurante carrera gracias a la protección, no menos misteriosa, del cardenal Tarcisio Bertone. Simeon ya aparece relacionado con negocios turbios en el informe —posteriormente filtrado entre los papales del escándalo Vatileaks— que hace llegar monseñor Carlo María Viganò a Joseph Ratzinger advirtiéndole de la corrupción creciente que golpea al Vaticano.

En aquella misiva, Viganò le pedía al Papa que lo mantuviese al frente del Governatorato —el departamento que se encarga de licitaciones y abastecimientos— para frenar las prácticas ilegales, pero Bertone decidió mandarlo a Estados Unidos y Ratzinger, que dicen que lloró con aquella decisión, no fue capaz de contradecir a su secretario de Estado. Ante la posibilidad de que Gotti Tedeschi abriera a los investigadores la caja fuerte del IOR —verdadero sanctasantórum de los secretos de Italia y el Vaticano—, Marco Simeon, que ya lucía como director de la RAI Vaticano, pidió a un psicólogo que redactara un informe sobre “el comportamiento extraño” del presidente del banco. El psicólogo ni siquiera habló con Gotti Tedeschi, solo lo observó de lejos en la Navidad de 2011, pero eso fue suficiente para hacer correr entre la Curia el bulo de que el banquero había perdido el oremus y que podía meter a la Iglesia –y a Italia— en un lío si decidía revelar los nombres que se esconden tras las cuentas cifradas del banco del Vaticano.

La operación de acoso y derribo contra el anterior presidente del IOR se saldó con su despido fulminante el pasado 24 mayo, al socaire de la detención dePaolo Gabriele, el mayordomo del Papa, acusado de difundir los documentos secretos. Según la prensa italiana, Gotti Tedeschi culparía de su desgracia a una conspiración de la logia masónica Propaganda 4 o P4, de la que formaría parte Marco Simeon. Al ser preguntado por el asunto, el protegido del cardenal Bertone se limitó a decir: “No formo parte de la P4, pero la masonería es un elemento fundamental del poder en Italia”. También es dueño de una frase que resume muy bien el tablao sobre el que baila la historia en esta parte del Tíber: “ El secreto es poder y el Vaticano enseña que quien sabe no habla, y quien habla no sabe. Yo nunca digo demasiado”.

No deja de ser significativo que la operación del Papa por situar al frente del banco al barón Von Freyberg haya coincidido con la caída en desgracia del joven protegido de Bertone, descabalgado de la dirección de RAI Vaticano. Lo más llamativo de la venganza de Joseph Ratzinger —los fieles se harán cruces con la expresión, pero cómo llamarla si no— es que ha sido ejecutada en el tiempo de descuento y a la vista de todos. No es extraño que las palabras vayan por un lado y los hechos por otro, pero la operación por retomar el control del dinero de la Iglesia demasiado evidente. Aunque se haya presentado bajo un disfraz perfecto —o casi perfecto— de transparencia. Para sustituir a Gotti Tedeschi, el Vaticano contrató los servicios de una conocida agencia de cazatalentos, Spencer & Stuart, de Frankfurt. La primera selección fue de 40 candidatos, luego quedaron seis y finalmente, tres. Sobre estos tres pugnaron durante los últimos días las distintas familias vaticanas, e incluso durante la semana se dijo que el financiero belga Bernard De Corte —al parecer el candidato de Bertone— había sido el elegido. El viernes finalmente salió a la luz que no, que fue el agraciado había sido el barón Von Freyber.

Siempre habrá maliciosos que piensen que el hecho de que el barón sea alemán, como Benedicto XVI, o caballero de la poderosa Orden de Malta, fundada en 1048 y cuya sede está en Roma, haya podido jugar de forma determinante, por encima incluso de su reconocida solvencia profesional —es abogado y dirige unos astilleros que entre sus quehaceres fabrican fragatas de guerra para Alemania—, de su manejo de cuatro idiomas o de su dedicación a las obras de caridad. También habrá quien crea que el Papa, después de haber contemplado durante casi ocho años la impúdica conexión del Vaticano con los peores exponentes de la política italiana, haya querido evitar a toda costa que sea un hombre a las órdenes del cardenal Bertone el que maneje oscuramente los dineros de la Iglesia. Siempre habrá quien sospeche que Joseph Ratzinger, en su retirada, podría haber tenido un gesto más espiritual que empeñar su último aliento como Papa en recuperar las llaves del dinero.”

FUENTE: http://www.urgente24.com/210823-del-opus-a-los-legionarios-y-la-p4-los-neocon-no-confiaron-en-benedicto-xvi?pagination=show
http://www.dossiergeopolitico.com/2013/02/del-opus-a-los-legionarios-y-la-p4-los-neocon-no-confiaron-en-benedicto-xvi.html

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