CAREM, primer reactor nuclear diseñado totalmente en la Argentina, terminaría de ser construido en 2014. El reactor -cuyas siglas corresponden a Central Argentina de Elementos Modulares-, no sólo podrá ser empleado para el suministro de energía eléctrica en regiones aisladas, sino que también servirá para el entrenamiento de operadores de grandes centrales nucleares, entre otros objetivos. Este proyecto de vanguardia de la Comisión Nacional de Energía Atómica de la Argentina (CNEA) aspira a desarrollar un producto que sirva como modelo para generar exportaciones de alto valor agregado a otros países en desarrollo.
Maqueta de CAREM. Gentileza CNEA
(Agencia CyTA-Instituto Leloir. OEI-AECID)-. Desde fines de la década de los cuarenta la Argentina viene apostando al desarrollo de la energía nuclear. En este sentido, junto a España, Brasil y México, integra la lista de países iberoamericanos que cuentan con un alto nivel de desarrollo en este ámbito.
Es así que tras más de medio siglo de investigación y desarrollo en el área de la energía nuclear, si todo sale como ha sido planeado, hacia fines de 2014 la Argentina terminará de construir un reactor de potencia de diseño totalmente nacional, denominado CAREM (acrónimo de Central Argentina de Elementos Modulares).
“La estrategia de la CNEA desde los sesenta fue ir desarrollando de manera creciente la capacidad de producción de reactores de investigación de mayor envergadura, mientras en paralelo compraba a empresas extranjeras los reactores de potencia para producir electricidad, poniendo como variable primaria la participación de empresas argentinas. La Central Nuclear Atucha se compró a Alemania, con una participación de casi un 40 por ciento de empresas argentinas, mientras que la Central Nuclear Embalse, que fue adquirida a una empresa canadiense, contó con más de un 50 por ciento de participación local”, señaló a la Agencia CyTAel doctor en física Diego Hurtado de Mendoza, director del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y de la Técnica José Babini, de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín, en Buenos Aires. Y agregó: “El plan original de la CNEA era que se construyera totalmente en el país una central de potencia. Por distintas razones –deuda externa, crisis económicas recurrentes, el impacto sobre CNEA de las políticas de achicamiento del Estado–, este objetivo no pudo ser alcanzado en los años ochenta y tampoco en los noventa. Hoy el proyecto CAREM significa retomar aquel objetivo, pasando por un ‘eslabón intermedio’ entre los reactores de investigación (que hoy exporta la empresa argentina INVAP) y las centrales de potencia, que sería el desarrollo y producción de una central de potencia pequeña.”
De acuerdo con datos de 2008 de la Secretaría de Energía de la Nación de la Argentina, del total de las fuentes de energía primaria de la Argentina, el gas natural corresponde a un poco más del 52 por ciento, el petróleo a casi un 37 por ciento, la energía hidráulica a cerca de 4 por ciento y la nuclear a un 2,67 por ciento. Esta energía se destina a usos diversos en los sectores industrial, agropecuario y de transporte, entre otros.
En la actualidad, se produce electricidad por medios nucleares en la Central Atucha I, en Buenos Aires, la Central de Embalse, en Córdoba, y se reinició la construcción de la Central Atucha II, vecina a Atucha I, que si bien comenzó a construirse a inicios de los años ochenta, la obra quedó paralizada por más de dos décadas. Con respecto a la producción total de electricidad del país, al año 2008, el 6,77 por ciento provino de las centrales Atucha I y Embalse.
Proyecto CAREM
El reactor CAREM estará emplazado en un predio que la CNEA posee en la zona de Lima, provincia de Buenos Aires. “Si bien durante casi una década INVAP tuvo gran participación en la ingeniería del proyecto, como contratista de la CNEA, en la actualidad, la CNEA está a cargo del proyecto en forma integral, aunque en algunos temas específicos mantiene convenios con otras empresas”, indicó a la Agencia CyTA el licenciado José Boado, actual gerente del CAREM. Y continuó: “El CAREM es un reactor pensado para producir bajas o medianas cantidades de electricidad. En este sentido, primero armaremos el prototipo CAREM-25, el que tendrá una capacidad aproximada de entre 25 y 27 megavatios. Dicha potencia es capaz de abastecer a una población de 100 mil habitantes. Esta primera versión del CAREM estará destinada a la realización de pruebas y ensayos, por lo que no está prevista la explotación comercial en su primera etapa de operaciones, aunque esto no se descarta en un futuro. Además con el prototipo en funcionamiento, se realizarán también estudios que apuntarán a ampliar en el futuro la capacidad de generación del CAREM y a optimizar sus diseños.”
Dotado con mecanismos de seguridad de tecnología de última generación, una vez que el prototipo CAREM-25 esté finalizado y puesto a prueba –con fecha estimada en 2012–, comenzará la fase de armado del CAREM. De acuerdo con Boado, este reactor nuclear de baja y media potencia no sólo podrá ser empleado para el suministro de energía eléctrica en regiones aisladas, sino también para la desalinización de agua de mar y para el entrenamiento de operadores de grandes centrales nucleares, entre otros objetivos. Asimismo se aspira poder construir un producto que sirva como modelo para generar exportaciones de alto valor agregado a otros países en desarrollo.
Respecto al combustible, el CAREM utilizará un producto desarrollado por la CNEA compuesto principalmente por 61 barras de uranio enriquecido en porcentajes de entre 1,8 y 3,1 por ciento, siendo el agua liviana o natural el principal moderador del núcleo del reactor. “En líneas generales, los reactores constan de un núcleo en el que se produce la fisión nuclear en forma controlada, y que calienta agua; ésta produce vapor, que a su vez mueve turbinas que generan la electricidad”, explicó Boado.
En relación con los recursos humanos, cerca de 170 personas están dedicadas al proyecto dentro de la órbita de la gerencia CAREM, sin embargo si se suma el personal de otras dependencias de la CNEA la cifra trepa a los 250 empleados, sin contar el personal asignado por contratistas y otros proveedores externos.
El CAREM será el primer reactor de potencia íntegramente diseñado y construido en la Argentina, afirmó Boado. Y agregó: “Será un hito que representará para la industria nuclear nacional una evolución respecto al posicionamiento y prestigio ya obtenidos en el mercado internacional de reactores de investigación. En este sentido, ese reactor le permitirá al país colocarse a la vanguardia del mercado de centrales de baja potencia y de características relativamente sencillas en cuanto a su construcción y operación, ideales para cubrir una amplia gama de necesidades propias de los países en vías de desarrollo.”
Percepción pública
Predio Actual. Gentileza CNEA
Además del componente histórico constituido por la apuesta que la Argentina hizo en el área de la energía nuclear, se suma otro elemento que otorga un fuerte impulso a este tipo de fuentes de energía en la Argentina y en otros países, indicó el físico e historiador Hurtado de Mendoza. “Ese factor se relaciona con un nuevo escenario internacional y el ‘retorno’ de la energía nuclear, “resignificada como una de las alternativas de escape al sombrío horizonte que plantea el calentamiento global”.
Sin embargo, Hurtado de Mendoza considera que “probablemente lo que está faltando es un debate social serio, que llegue al Parlamento, acerca de la profundidad con la que el país se quiere comprometer con este desarrollo, que confronte cuestiones de escala y orientaciones.”
El debate social, en este y otros temas relacionados con la ciencia y la tecnología, es una asignatura pendiente. Una muestra de ello es que seis de cada diez argentinos no está al tanto de que en el país se utilizan centrales nucleares para producir energía eléctrica. Este dato surge de la Segunda Encuesta Nacional de la “Percepción de los argentinos sobre la investigación científica en el país”, publicada en 2007 y realizada por el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva que coordina el profesor Mario Albornoz. El trabajo se basó en cuestionarios suministrados a casi 2000 personas, de 21 ciudades de todo el país.
Paradójicamente, de esa encuesta también se desprende que casi la mitad de la población consultada (45 por ciento) cree que la Argentina se destaca poco o directamente nada en el desarrollo de energía nuclear. A ese porcentaje podría sumarse el 26,2 por ciento, constituido por argentinos que, según la encuesta, carecen de una opinión formada respecto del papel de la Argentina en relación con la energía nuclear.
En lo concerniente al peligro que podría significar el desarrollo de energía nuclear, la mitad de los consultados en dicha encuesta opinó que la energía nuclear supone un riesgo tecnológico, pero que puede ser controlado. Por el contrario, un poco más del 20 por ciento señaló que se trata de una tecnología de riesgo pero que no se puede controlar. Asimismo, una proporción significativa del público (23 por ciento) no expresó ninguna valoración sobre ese tema, contra el 4 por ciento que dijo que no la percibe como un riesgo.
En contraste, un estudio de la Unión Europea efectuado también en 2007 (Eurobarómetro) sobre la percepción en materia de seguridad nuclear concluye, al igual que en otras mediciones hechas con anterioridad, que entre los europeos predomina más bien una actitud de rechazo y desconfianza hacia esta tecnología. En la mayoría de los países de la Unión Europea se percibe que la energía nuclear constituye más un riesgo que una ventaja estratégica o una fuente energética neutral. Pero al mismo tiempo, también la mayor parte de los europeos opina que es posible operar una central nuclear de forma segura.
No obstante, en todo el mundo, uno de los puntos más vulnerables de la industria nuclear es la generación de residuos radioactivos, su tratamiento y disposición final.
Desde el punto de vista de Hurtado de Mendoza, la principal deficiencia del desarrollo nuclear en la Argentina se refiere a aspectos de comunicación pública y percepción social. “Lo mismo podría decirse de otras áreas de ciencia y tecnología, pero la relevancia del desarrollo nuclear en la Argentina hace más visible esta debilidad de nuestra democracia justamente en el área nuclear. El desarrollo científico y tecnológico involucra procesos complejos, intereses corporativos, relaciones de dependencia, riesgos y también beneficios sociales y económicos que pueden ser enormes, puntualizó Hurtado de Mendoza. Y concluyó: “Un programa nacional de comunicación pública de la ciencia y la tecnología debería apuntar a avanzar sobre estos aspectos”.
Eficiencia energética y energías renovables
Si bien es cierto que el desarrollo de la energía nuclear está ocupando un lugar privilegiado en la agenda de las políticas energéticas de diferentes países, la atención hacia energías renovables como la solar y la eólica, entre otras, no ha quedado a la zaga.
Para el licenciado Mario Ogara, director del Centro de Energía del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTA), en la Argentina debería incrementarse sensiblemente la participación en la matriz energética de las energías renovables (ER), fundamentalmente de la solar directa (tanto térmica como fotovoltaica) y la eólica. “Para ello el Estado debe necesariamente promover, más enfáticamente, acciones tecnológicas, regulatorias, de investigación y desarrollo, financieras y fiscales, proyectos demostrativos, entre otros, además de participar activamente en esas iniciativas”, dice Ogara y advierte: “Pero, no creamos que las energías renovables podrán reemplazar las fuentes ‘convencionales’, porque para que ello ocurra deberá cambiar definitivamente la configuración de la demanda”, destaca.
“Nuestro actual estilo de vida no lo permite, así que durante un tiempo prolongado deberemos convivir con fuentes energéticas como el carbón mineral, que representa casi 27 por ciento de la matriz energética primaria del mundo. Cerca del 40 por ciento de la energía eléctrica mundial proviene de esa fuente; sólo en los Estados Unidos el 50 por ciento de la electricidad deriva del carbón mineral, y en China, ese porcentaje representa el 90 por ciento. Como todos sabemos es la principal fuente de generación de dióxido de carbono (CO2), gas responsable del efecto invernadero”, indicó Ogara a la Agencia CyTA.
Para Ogara, una de las claves para el cambio pasa por prestarle atención a las políticas de eficiencia energética, es decir, consumir bien e inteligentemente todas las formas de energía disponibles. “Por lo general somos una sociedad que se caracteriza por el ‘derroche’ y el mal uso, no sólo de la energía, sino también del agua y en general de nuestro ‘hábitat’”, destacó. Y continuó: “La fuerza impulsora más poderosa que hoy existe para inducir la eficiencia energética y el uso de energías renovables es la mitigación de emisiones de gases con efecto invernadero. Así, por ejemplo, a nivel internacional se está promoviendo el desarrollo de proyectos de captura de CO2 de tal manera de mitigar, respecto de la línea de base del año 2005, las emisiones de ese gas en un 19 por ciento (incluye generación de electricidad y procesos de manufactura de hierro y acero y cemento, entre otros elementos) del total de las posibilidades de reducción hacia el año 2050.”
Fotos: Gentileza de CNEA
http://www.oei.es/divulgacioncientifica/reportajes113.htm
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