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martes, 10 de enero de 2012

Israel y la bomba atómica




http://www.youtube.com/watch?v=z2awOX13EtE


Sábado 25 de abril de 2009/ Redacción: Francisco Ali-Brouchoud/ Edición: Gastón Fedeli/ Visión Siete Internacional/ Mordechai Vanunu es un nombre maldito para la clase política de Israel y su establishment más o menos permanente de funcionarios de inteligencia y seguridad.

El anatema contra Vanunu tiene un motivo concreto: haber desmontado la política de deliberada “ambigüedad nuclear” de Tel Aviv respecto de los verdaderos fines de su programa atómico, revelando al mundo que el estado judío se había convertido, antes de que concluyera la década del 60, en el sexto país del mundo en poseer armas nucleares.

El 5 de octubre de 1986, el Sunday Times de Londres publicó en su portada un informe sobre el programa militar clandestino de Israel en base a la información y una serie de fotografías que Vanunu, un asistente técnico de segunda línea de la planta atómica de Dimona, había reunido secretamente durante su trabajo en el Centro de Investigación Nuclear israelí ubicado en el desierto de Negev, y utilizado por Tel Aviv para desarrollar y producir armas atómicas.

La posibilidad de que Israel tuviera armas nucleares era una especulación de casi todas las agencias de inteligencia desde hacía mucho.

Las revelaciones de Vanunu no sólo permitieron corroborar esa sospecha sino determinar que el programa nuclear israelí estaba enfocado además en la fabricación de armas termonucleares, y entre estas, en la letal bomba de neutrones.

El Sunday Times estimó ya entonces en cien el número de bombas atómicas en poder de Tel Aviv. Hoy, superarían largamente las doscientas.

Según la información que salió a la luz, la planta de Dimona produce unos cuarenta kilos de plutonio al año, suficiente para construir unas diez bombas atómicas en el mismo período.

Adyacente al reactor, hay una construcción destinada a producir el combustible nuclear que lo hace funcionar, y litio-6, otro componente de la bomba.

En el mismo predio, otro edificio alberga las centrifugadoras de gas para producir uranio, las mismas que Occidente pretende que Irán saque de circulación. También se produce allí uranio enriquecido y empobrecido, ambos con aplicaciones militares.

Pero el lugar donde se construyen y ensamblan las bombas nucleares israelíes estaría, según los datos de Vanunu, en un complejo subterráneo secreto de seis niveles de profundidad en el que se obtienen también tritio y deuterio, esenciales para fabricar bombas termonucleares, y donde existen instalaciones industriales que completan todo el proceso que culmina con las bombas listas para su uso militar.

Vanunu, quien integraba desde los años 70 grupos de izquierda críticos con las políticas del gobierno de Israel, asegura que decidió filtrar la información a la prensa para frenar la carrera armamentista en Medio Oriente. Nunca se lo perdonarían.

El programa nuclear israelí había comenzado a desarrollarse muy poco después de la creación del Estado de Israel, en 1948.

A fines de los años 50, Tel Aviv firmó acuerdos con la Francia de Charles De Gaulle para construir un reactor nuclear y una planta de procesamiento, con la condición de que serían exclusivamente para fines pacíficos y estarían abiertos al escrutinio de inspectores internacionales.

Pero a fines de la Guerra de los Seis Días, en 1967, el entonces ministro de Defensa Moshe Dayan impulsó un programa militar para armar a Israel con bombas nucleares. El apoyo decisivo provino de Gran Bretaña, que a través de una serie de envíos secretos, proporcionó todos los materiales necesarios para el proyecto, con plena conciencia del fin que le daría Israel.

Esta relación privilegiada habría sido el motivo por el que, antes de que la información de Vanunu fuera publicada, los servicios secretos británicos avisaron a sus pares israelíes de la filtración.

El Mossad, la agencia de inteligencia israelí, logró entonces convencer a Vanunu a través de un agente encubierto de viajar a Roma, donde violando la soberanía italiana, se lo secuestró y drogó en septiembre de 1986, para trasladarlo a Israel clandestinamente. La operación no logró, sin embargo, detener la publicación periodística.

Vanunu fue condenado -en un juicio al que no se permitió acceder a la prensa- por traición y espionaje a dieciocho años de prisión, y sólo su condición de judío lo salvó de la pena de muerte. Sin embargo, se las arregló para escribir en la palma de su mano los detalles de su detención ilegal y la mostró a los periodistas que cubrían su traslado.

El castigo fue implacable: debió cumplir su condena en aislamiento total, bajo el argumento de que podría revelar más secretos de Estado, pese a que es ampliamente admitido que Vanunu era un técnico de bajo nivel y no un científico con acceso a los aspectos más secretos del programa nuclear israelí.

El tratamiento que recibió de Tel Aviv fue descripto por Amnesty Internacional como “cruel, inhumano y degradante” y se lo considera un preso de conciencia.

En 2004, fue liberado, pero mantenido bajo una estricta vigilancia y férreo control. Se rechazaron todos sus pedidos de dejar Israel o conseguir asilo en otro país, se le impide reunirse con extranjeros, comunicarse con ellos por teléfono o correo electrónico, y acercarse a embajadas o a menos de quinientos metros de cualquier frontera internacional.

Pese a estas restricciones, Vanunu se mantuvo desafiante y concedió numerosas entrevistas a medios extranjeros, en las que no se privó de criticar a Israel, lo que le vale un permanente hostigamiento policial y judicial que se mantiene hasta el día de hoy.

Pero las dos décadas en la cárcel parecen haberlo confirmado en su activismo, y sigue definiéndose, como lo hizo alguna vez en un poema, como un “agente secreto del pueblo” que decidió rebelarse contra el sistema. © Noticiero Visión Siete/ TV Pública / Argentina
http://blogs.tvpublica.com.ar/internacional/2009/04/25/israel-y-la-bomba-atomica/#.TwwC8IVEdUw.facebook


http://www.youtube.com/watch?v=gFVboaGzjE4&feature=related

Las capacidades y el desarrollo nuclear, biológico y químico de Israel han permanecido a lo largo de la historia sin inspeccionar.

Mientras, Mordecai Vanunu lleva en prisión 18 años por desvelar al resto del mundo pruebas de la fabricación de armas nucleares en Israel.

Este documental de la BBC es la historia de la bomba, de Vanunu y el muro de silencio tras el que se protege Israel.

Vanunu ha estado 18 años de su vida en la cárcel, 11 de ellos estuvo confinado en una celda de aislamiento. Todo empezó cuando el periodista del "Sunday Times", Peter Hounam oyó rumores en 1986 de que un israelí estaba ofreciendo pruebas de lo que el mundo ya sospechaba: la posesión de armas químicas y nucleares en Israel.

Vanunu mostró fotografías de dichas instalaciones, que confirmaban que este país estaba llevando a cabo la producción y fabricación de armas nucleares. Debido a estas revelaciones Vanunu sería llevado a prisión por delitos de traición y espionaje.

El documental analiza la posesión de armamento nuclear en Israel, y cómo este país misteriosamente no ha sufrido inspecciones internacionales, a excepción de las realizadas en la época de Kennedy.

El programa también relata la vida de Vanunu y recoge reveladores testimonios, como el de Simon Peres, ex Primer Ministro de Israel que ordenó la captura de Vanunu; el de su abogado Avigdor Feldman, el de Mr Horev, director del Servicio de Inteligencia de Israel, el de Uzi Even, un científico que trabajó en Dimona, o el del Ministro de Medio Ambiente de 1962 a 1968. Del mismo modo el programa recoge una entrevista con el periodista que sacó a la luz pública este episodio: Peter Hounam.

El documental explora los trágicos episodios ocurridos en el pasado, como el gas utilizado por Israel contra los palestinos en Gaza en Febrero de 2001, que provocaron la hospitalización de 180 personas, y del que Israel no ha querido aportar declaración alguna.

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