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domingo, 26 de febrero de 2012

Boom minero: desentierran países enteros para vendérselos a China

February 21st, 2012 → 10:04 am @ elpuercoespín



América Latina experimenta un boom minero causado por el incremento de precios alimentados por la demanda global, pero al mismo tiempo la región está siendo sacudida por una ola de violentas protestas, paros y marchas de ambientalistas.

“La cantidad de conflictos va en aumento: sobre el agua, sobre los derechos de explotar las minas, sobre la contaminación de los ríos, sobre el desplazamiento de poblaciones”, dijo el economista José de Echava, ex viceministro de Medio Ambiente de Perú.

“Pero sobre todo, es sobre el agua”, dijo a AFP.

Desde México hasta la Patagonia, varios mega-proyectos para extraer minerales preciosos están siendo postergados o incluso cancelados a causa de la enérgica oposición de defensores del medioambiente.

Las corporaciones han intentado apaciguar las protestas mediante informes de impacto ambiental, manteniendo informados a los ciudadanos, y creando trabajos locales, que las autoridades utilizan para justificar la aprobación de los proyectos.

Pero la extracción de oro, plata, cobre, zinc o hierro requiere a veces del desplazamiento de pueblos enteros, la tala de bosques en el que viven especies salvajes y la desaparición de lagos y flujos de agua, lo que afecta el abastecimiento de poblaciones locales.

Organizaciones ecologistas denuncian con enojo que millones de litros de agua son desviados para la explotación minera y que se utiliza cianuro tóxico para separar el oro de la piedra, en especial en las minas a cielo abierto.

El Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina informa que hay más de 120 conflictos por proyectos mineros en la región.


Para ver uno por uno los conflictos mineros en el continente: http://www.olca.cl/ocmal/

Un claro ejemplo puede verse en Panamá, donde una disputa entre los indígenas Ngobe-Bugle y el gobierno por un depósito mineral que contenía 17 millones de toneladas de cobre dejó dos muertos esta semana.

Raisa Banfield, directora de la fundación Panamá Sostenible, dijo que el proyecto requiere “la tala de 5.000 hectáreas de bosque en la zona”.

“Se perderán biodiversidad y hábitat natural y se contaminarán el suelo, las napas subterráenas y los ríos”, dijo.

En el noreste de Perú, luego de semanas de tensiones sociales que llevaron al presidente Ollanta Humala a declarar el estado de emergencia, el proyecto Conga, de 4.8 mil millones de dólares, fue suspendido hasta que tres expertos extranjeros revisen la evaluación hecha por la compañía Yanacocha.

En el noroeste de Argentina, unas veinte personas fueron arrestadas hace una semana cuando derribaron el bloqueo de una ruta como parte de los intentos por detener la explotación del Bajo La Alumbrera.

La ciudad de Famatina se ha convertido en un símbolo de la lucha con los ecologistas de la Argentina. Residentes locales lograron que dos proyectos mineros fueran suspendidos en los últimos años.

Otros proyectos mineros fueron detenidos en Costa Rica y Colombia.

“Es cierto que hay una nueva conciencia ambientalista en la gente”, dijo a AFP Juan Carlos Belausteguigoitia, economista ambiental para América Latina y el Caribe del Banco Mundial. “Pero la gente también se está dando cuenta de las ganancias extraordinarias que deja la minería y quieren parte de esa ganancia para que se quede en sus regiones”.

El Banco Mundial estima que el 30 por ciento de la inversión internacional en exploración minera ocurre en América Latina.

Para países como Chile, Perú y Colombia, la minería representa hasta el 20 por ciento del producto bruto interno.

En Brasil, la producción minera llegó a unos 11 mil millones de dólares en 2011 –un veinte por ciento más que el año anterior—mientras que Ecuador proyecto un crecimiento del 5,35 por ciento en su PBI en 2012 como resultado de la extracción de oro y plata.

Pese a las oportunidades que ofrece la minería, América Latina ya no es un “paraíso” de resregulación para las grandes compañías mineras.

“Se está avanzando en la creación de regulaciones medioambientales, aunque queda mucho por hacer”, dijo Belausteguigoitia.

Hasta hace poco, los ministros de Medio Ambiente de América Latina no eran tomados en serio, dijo.

Ahora, mientras mayor es el negocio, más debe rendir cuentas de sus acciones y mejorar su desempeño medioambiental, dijo.

Sin embargo, admitió que existen todavía lagunas jurídicas que permiten evadir los controles.
Texto original, aquí.

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Este video, “Lamento de un Pueblo sin Agua”, documenta el inicio de las protestas de los cajamarquinos, en Perú, contra la mina Conga, así como el cambio de posición del Presidente Ollanta Humala, desde su discurso pro-agua en la campaña electoral a su reciente propuesta de “el oro y el agua”. Más videos sobre el conflicto en Perú, aquí y aquí.
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La minería atraviesa un período de auge mundial que se explica por varias razones. La primera son las innovaciones tecnológicas, que hoy permiten explotar minerales dispersos en áreas relativamente amplias, superando así el agotamiento de la tradicional explotación de veta. La segunda es la escalada de precios resultante de la voracidad de algunos países emergentes en procesos de intensa industrialización, en particular China, que hoy consume el 46 por ciento del acero, el 40 por ciento del cobre y el 50 por ciento del carbón que se produce en el mundo, lo que la ha convertido en lo que los economistas, esos virtuosos del lenguaje, definen como un monopsonio (un actor económico que logra controlar el mercado por su capacidad de consumo, algo así como un monopolio de la demanda). Además, la debacle de los mercados financieros convencionales disparada por la crisis mundial de 2008-2011 llevó a muchos especuladores a refugiarse en las materias primas, lo que también contribuyó a aumentar sus precios.

Junto con Africa y algunas zonas de Asia, América del Sur es una de las regiones más ricas en minerales del planeta. En los últimos años, casi todos los países han visto una expansión acelerada de la actividad. En Brasil, por ejemplo, la producción de bauxita pasó de 19,3 millones de toneladas en 2003 a 29 millones en 2010, mientras que la de hierro creció de 263,7 a 370 millones de toneladas. En Perú, que hoy lidera el ranking minero de la región, las exportaciones totales registraron en 2011 el record de 45.726 millones de dólares, lo que representó un incremento de 28 por ciento en comparación al año anterior: de ellas, el 58 por ciento son minerales. Las exportaciones mineras provenientes del Mercosur ampliado pasaron de 13 mil millones de dólares en 2003 a 42 mil millones en 2009 (todos datos de la Cepal).

El investigador uruguayo Eduardo Gudynas, muy crítico con el auge de la minería y las condiciones sociales y ambientales en las que se desarrolla, distingue sin embargo diferentes realidades (“Estado compensador y nuevos extractivismos”, revista Nueva Sociedad Nº 237).

Para Gudynas, países como Perú y Colombia practican un extractivismo clásico, en el cual las empresas trasnacionales de-sempeñan un rol centralísimo, con escasos o nulos controles estatales, mientras que otros países han intentado esquemas más o menos articulados, más o menos efectivos, que tienden a incrementar el papel regulador al Estado y aumentar los porcentajes de apropiación de la renta minera, ya sea mediante la creación de joint ventures (contratos de riesgo compartido) entre empresas nacionales y extranjeras, como en Bolivia, donde la Korea Resource se asoció con la Corporación Minera, sea a través de la creación de empresas estatales, como en Catamarca o Santa Cruz, o vía la imposición de nuevos tributos, como las retenciones argentinas o ecuatorianas.

Gudynas aclara que nada de esto modifica la inserción subordinada en la economía mundial de los países sudamericanos, que siguen siendo “tomadores de precios” y que se han mostrado incapaces de coordinar entre sí estrategias conjuntas al estilo de las potencias petroleras reunidas en la OPEP. Al final, las pulsiones del boom minero resultan tan irresistibles como las de la soja y condenan a los países de la región a su rol de exportadores de productos con escaso valor agregado, un problema no por conocido menos real y que ha sido retratado infinidad de veces, por ejemplo, por el padre del cine boliviano, Jorge Ruiz, en un documental cuyo título lo dice todo: Un poquito de diversificación económica.

En este contexto, decir que los gobernadores cordilleranos argentinos son “gobernadores mineros” es tan correcto como afirmar que Evo Morales u Ollanta Humala son “presidentes mineros”. Todos ellos enfrentan la resistencia de las comunidades locales al desarrollo de algunos de estos proyectos, como sucedió con el plan de la empresa australiana Republic Gold Limited para invertir 59 millones de dólares en la mina de oro Amayapampa, en el suroeste de Bolivia, o con el proyecto aurífero Conga, en Perú. En Bolivia, el intento de construir una carretera para unir las regiones de Cochabamba y Beni a través del Parque del Territorio Indígena Isiboro Sécure generó el rechazo de las comunidades que lo habitan, quienes fueron ferozmente reprimidas por la policía, a punto tal que Evo Morales tuvo que cambiar medio gabinete y anunciar la suspensión del proyecto.


La significación económica que ha adquirido la minería ayuda a entender por qué líderes como Lula o Evo, que difícilmente puedan ser calificados como conservadores, insisten con ella. No tanto por la capacidad de los emprendimientos mineros de crear trabajo o articularse virtuosamente con otras actividades económicas, pues en general funcionan como enclaves bastante cerrados, pero sí por su impacto en las exportaciones, con sus cruciales efectos en la balanza comercial de economías siempre sedientas de divisas, y como vía para incrementar los recursos fiscales, a través de la apropiación de un porcentaje variable de la renta minera.

Si se mira bien, esto es lo que está sucediendo en Argentina, donde la minería contribuye a fortalecer las cuentas fiscales de provincias con entramados productivos muy frágiles, como Catamarca o La Rioja o San Juan, y a mejorar la balanza comercial: se calculan unos 4 mil millones de dólares de exportaciones mineras en 2011 y, lo que es todavía más importante, con tendencia creciente (aunque, claro, debido a cargas tributarias comparativamente más bajas que las que pesan sobre, por ejemplo, la soja). En todo caso, la minería alimenta las exportaciones en un momento en el que ha reaparecido, aunque moderada, la temible “restricción externa”, que tantos problemas ocasionó a la economía argentina en el pasado. Y no sólo aquí. En Brasil, donde el gobierno acaba de anunciar un fabuloso ajuste fiscal, la minería constituye un rubro importante de exportación (la compañía brasileña Vale Do Rio Doce es de hecho la segunda minera más importante ¡del mundo!).

Como tantas otras cosas, el debate un poco exasperante que se vive hoy en Argentina es la versión local de una tendencia más amplia. Sin meterme en la cuestión de fondo (¿contamina la minería?, ¿crea progreso o es una garantía de expoliación y atraso?), creo que vale la pena revisarlo desde un punto de vista más político.

Puede ser hasta obvio decirlo, pero en medio de una discusión estridente, en la que algunos medios insospechados de sensibilidad ambiental se han vuelto ecologistas furiosos, quizá sea necesario: los gobernadores cordilleranos que apuestan a los emprendimientos mineros acaban de ser revalidados popularmente con porcentajes en algunos casos altísimos de votos. Con todo su cianuro, José Luis Gioja se impuso, hace apenas dos meses, con casi el 70 por ciento de los sufragios. ¿Quiere decir esto que Gioja tiene razón, o que los sanjuaninos no se equivocaron al votarlo? Ciertamente no: la idea de que el pueblo siempre tiene la razón es una pavada galáctica, desmentida por la historia cientos de veces. Aparte del hecho de que “razón” significa poco en política, no prueba nada, salvo tal vez una cosa: los sanjuaninos creen que es el hombre más adecuado para manejar su provincia, lo que al menos podría invitar a los analistas porteños a preguntarnos por los motivos de esta adhesión, y a explorar con cuidado temas fundamentales pero olímpicamente obviados en el debate actual, como la relación entre minas y votos, que es la relación entre ecología y democracia.

Una pista interesante en este sentido es la sugerida por Mario Wainfeld: “la licencia social”, es decir, la aprobación de las poblaciones involucradas a través de mecanismos como plebiscitos o referéndums, como condición para la realización de los proyectos mineros. Este tipo de consultas ayudarían a generar un debate amplio acerca de las ventajas y desventajas de los emprendimientos y permitirían definir situaciones trabadas de manera democrática. El problema, me parece, surge cuando se hila más fino y se avanza en cuestiones de implementación, la primera de las cuales es el alcance. ¿Quiénes deberían votar? ¿Los habitantes de la ciudad de Famatina? ¿Los del departamento? ¿O todos los riojanos, que tras la reforma constitucional del ’94 se convirtieron en los únicos propietarios de su subsuelo? No hace falta ser Artemio López para adivinar que el resultado variaría sustancialmente.

En Argentina hay unos pocos ejemplos de consultas populares: el plebiscito por el Beagle en 1984 y, más acá en el tiempo, el rechazo cerrado (81 por ciento) de los habitantes de Esquel a un proyecto minero y la negativa de los misioneros (89 por ciento) a la construcción de la represa de Corpus Cristi. En los últimos tiempos, América latina ha construido una breve pero intensa experiencia en este sentido, aunque en general relacionada con reformas constitucionales y revocatorias presidenciales, como en Venezuela, Bolivia y Ecuador. El método, en todo caso, ha sido probado, y de hecho Evo Morales sugirió una consulta popular para zanjar el diferendo de la carretera y Pepe Mujica mencionó la posibilidad de realizar un plebiscito en la disputa por la minera de Aratirí. Curiosamente, en el caso de Gualeguaychú, que la socióloga Maristella Svampa ha definido como el “símbolo de la resistencia socioambiental asamblearia”, la Asamblea de vecinos se negó siempre a aceptar la resolución vía plebiscito, como propuso en su momento el gobernador Jorge Busti. Es el problema de los métodos de la democracia institucional, por más directa que sea: quienes se someten a ellos están obligados a acatar el resultado, sea cual fuere.
Publicación original de este texto, aquí.

***

La riqueza en minerales que yace bajo del árido suelo de Mongolia podría convertir pronto a este despoblado país en la economía con mayor velocidad de crecimiento del mundo.

Hay distintos modos de verlo. (Algunos) ven los paisajes arruinados y los pastores desplazados. (Otros) enfatizan el beneficio económico de exportar riqueza mineral a China.


(…) ¿Cuán precisamente prevén estas posiciones en conflicto las ganancias económicas o los costos sociales y ambientales? ¿Puede Mongolia evitar los paisajes cortados de Virginia Occidental o la isla Sakhalin de Rusia, y el drenaje ácido hacia las cuencas de agua de Sudáfrica e Indonesia?

La primera imagina un futuro sombrío, con la pérdida del nomadismo y una expansión de los asentamientos de tiendas en Ulan Bator, hinchado de pastores de rebaños que no pudieron sostener sus rebaños. (…)

Los problemas ecológicos potenciales en las estepas abiertas, donde se ubica gran parte de la actividad minera, tiene su contraparte en la reducción de los bosques nacionales, según un reciente informe del Banco Mundial.

El Movimiento Unidos de Ríos y Lagos Mongoles del ex pastor de rebaños Tsetsegee Munkhbayar, demandó al gobierno por no haber protegido los cursos de agua y los bosques como exige una ley de 2009. El otoño pasado, la Corte Suprema del país ordenó al gobierno que cumpla con las leyes medioambientales.

Un artículo en el diario inglés the Guardian de noviembre último citó a un pastor que decía que el polvo que expulsan los vehículos de minería y las máquinas de extracción “nos hace toser”. “Hasta los animales tosen –dijo–. Los animales comen pasto lleno de polvo. Luego, los humanos comen los animales envenenados. Pronto será imposible quedarnos aquí”.

Sin embargo, el ejecutivo a cargo de la compañía minera del estado aseguró que la compañía dará acciones a todos los mongoles esta primavera, cuando se produzca una oferta pública.

(…)

Los triunfos económicos y las intrigas alrededor del botín minero de Mongolia tienen su reflejo diario en los reportes de la Central Mongola de Metales o el Consejo Económico de Mongolia. La página web del último ardía con noticias sobre los pasos finales para la toma de control de la mina Oyu Tolgoi y sus depósitos de oro y cobre por parte de Río tinto, el gigante minero.

La mina Oyu Tolgoi, cuyo nombre significa “monte turquesa”, es una de las más ricas que se conocen en Mongolia. The Guardian reportó que las ganancias por la extracción total de sus minerales podría llegar a los 200 mil millones de dólares y representar eventualmente un tercio del PBI de Mongolia, que es hoy de apenas 2.500 dólares por cada uno de los 2.8 millones de habitantes.

Al menos un grupo, la Fundación Zorig, ha intentado promover un futuro que no sea un páramo en términos medioambientales o económicos mediante su trabajo con el programa de becas Oyu Tolgoi. Este ofrece a estudiantes de grado y posgrado estudiar en el extranjero temas como ingeniería en minas, y ciencias medioambientales y geología. A la vez, la fundación presta cada vez más atención a la identificación y combate contra la corrupción gubernamental, que se ha exacerbado con el boom minero.

Uno de los análisis más graves sobre la perspectiva de Mongolia (…) fue provista por The Economist. Su posición, en pocas palabras, es que para pagar sus sueños de prosperidad “Mongolia está siendo arrancada y vendida a China”.
Texto original, en inglés, aquí.
http://www.elpuercoespin.com.ar/2012/02/21/boom-minero-desentierran-paises-enteros-para-venderselos-a-china/ 



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