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viernes, 21 de septiembre de 2012

Opinión y carta de Perón a Hernández Arregui

EL NACIONALISMO EN LOS LIBROS (Opinión y carta de Perón a Hernández Arregui)
de RINCON PERONISTA, el El miércoles, 6 de abril de 2011 a la(s) 16:59 ·

Hernández Arregui se acerca al peronismo en 1947 de la mano de Arturo Jauretche, quien lo llevó a colaborar en el gobierno bonaerense, como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda provincial.

En esa época, en vísperas de la sanción de una Ley Universitaria, disertó sobre "La Universidad y la Reforma del 18".

En 1948 comenzó su labor docente en la Universidad Nacional de La Plata, como Profesor Adjunto de Introducción a los Estudios Históricos, y en la Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires, hasta el golpe setembrino de 1955.

Al estar impedido de dar clases, se dedicó a escribir. Publicó Imperialismo y cultura (1957), La formación de la Conciencia Nacional (1960), ¿Qué es el ser nacional? (1963), Nacionalismo y liberación (1969) y Peronismo y socialismo (1972).

El sentido de toda esta producción literaria no fue la de investigar en forma erudita y aséptica, sino colaborar en el combate patriótico al servicio de la liberación nacional: si bien Hernández Arregui afirmaba que sus libros sólo habían podido surgir «como efecto de la lucha patriótica por la liberación histórica que ha dejado como herencia el peronismo, ese gigantesco movimiento de masas al que pertenezco», ello le exigía ser un intelectual íntegro e integral, apasionado y frontal, consciente que la dignidad de la inteligencia nacional «debe afirmarse en el AMOR A LA PATRIA y en la fortaleza para soportar silencios, calumnias y hasta cárcel».

Es que Hernández Arregui era lo opuesto al intelectual individualista, frívolo y vanidoso, ya que sabía que las ideas «sólo sirven para difundirse. Y si no de nada valen. […]», labor de difusión que debe ser honesta por encima de todo: «Pero seamos probos. Las influencias hay que confesarlas, las ideas ajenas no hay que deformarlas, sino mejorarlas, o por lo menos, asimilarlas con veracidad», ya que la fuente de toda auténtica labor intelectual es el «INDECLINABLE AMOR A LA VERDAD».

A continuación transcribimos una carta que Perón le envió a Hernández Arregui en donde el General le da al escritor, su opinión sobre la obra literaria de este.


Sr. Dr. Don Juan José Hernández Arregui
Buenos Aires

Mí querido amigo:

Con un poco de retardo, por haber estado ausente de Madrid, acuso recibo y agradezco el envío de su último libro, como la generosa dedicatoria que Usted ha tenido la amabilidad de asentar en él.

De acuerdo con una costumbre, que he estimulado de viejo, considero que hay dos clases de libros: los que solo se deben de leer y los que nos sirven para estudiar. El suyo “NACIONALISMO Y LIBERACION” son de los segundos y como tal, me he tomado el tiempo necesario para utilizarlo en mi provecho antes de agradecérselo como corresponde al libro y al amigo.

Mi juicio es que ningún argentino debía dejar de leerlo y que toda la juventud de nuestro país debía tenerlo en la cabecera y estudiarlo profundamente. A la claridad meridiana de sus ideas, le agrega Usted el atractivo de su literatura y su acabada erudición. La elocuencia de su exposición es un ejemplo y un honor para las letras argentinas donde es tan difícil encontrar la verdad que habla sin artificios.

Tanto “LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA NACIONAL” como “NACIONALISMO Y LIBERACIÓN” son dos fuentes de inspiración doctrinaria para la juventud de América Latina, tan necesitada en las circunstancias actuales de una palabra rectora como la suya. Como ya he dicho, los pueblos del Continente Latinoamericano están de pie, luchan por su liberación y su independencia aunque algunos países, en manos de gobiernos cipayos, traicionen la causa más sagrada para los pueblos: su soberanía.



En nuestro país, la juventud argentina ha sabido salvar el honor de su bandera, demostrando que “no todo esta podrido en Dinamarca”. A los que hace un cuarto de siglo que venimos luchando por la liberación de la Patria, esto nos llena de orgullo y de fe por nuestro destino, porque cuando una juventud sabe morir por sus ideales es que ha aprendido todo lo que debe saber una juventud.

Como Usted lo dice, el ideal argentino de esta hora comienza con la liberación del neocolonialismo imperialista que tan seriamente nos amenaza y de la tiranía que en el país parece servir los mismos intereses. Los que reciben instrucciones y tratan con los agentes foráneos, en contra de la voluntad popular y de los verdaderos intereses de la Nación, no pueden ser considerados como argentinos y menos aún como gobernantes. Al decir de San Martín “un crimen semejante no se puede borrar ni aún con el sepulcro”



Frente a esto, es que nace la grave responsabilidad de la nueva generación argentina que, como tal, debe responder del futuro destino de la Patria. Para ello solo le quedan dos caminos: un conformismo suicida que ni ofrece siquiera una aleatoria tranquilidad presente ni asegura una realidad futura. El segundo camino es el de la lucha que, si bien impone sacrificios, puede alcanzar soluciones y honra.

La Revolución esta en marcha. Como en 1789 ha comenzado en La Bastilla. “Por primera vez parecen ser contemporáneos todos los hombres”. Hemos presenciado el 29 y 30 de mayo de 1969 en las ciudades argentinas el mismo espectáculo que un año antes impulsaba a “las barricadas” en el Barrio Latino de París. Podemos exclamar como André Malraux (un miembro del Gobierno Francés que supo admitir toda la profundidad del movimiento revolucionario de mayo y junio en Francia): “El ensayo general de este drama suspendido, anuncia la gran crisis de la civilización occidental. El encuentro de la juventud con el proletariado es un fenómeno sin precedentes”.

Cuando se leen los comentarios que nuestro pronunciamiento de mayo de 1969 sugiere a los hombres de la dictadura, no podemos menos que reconocer la tremenda orfandad que la sensibilidad y la imaginación sufren allí. El único que comprende lo que en el mundo pasa parece ser el Pueblo, cuya intuición va mucho más allá que la información y el racionalismo de los consabidos “Consejos” e “instituciones Oficiales”.

En Córdoba, Rosario, Tucumán, etc., con un año de diferencia, ha ocurrido lo mismo que en las grandes ciudades Francesas. Para los tontos y para los hipócritas se trata en ambos casos de “agitadores profesionales” manejados desde el extranjero.

Para los que saben la verdad, es el comienzo de la verdadera revolución que hoy, sostenida por la juventud y los trabajadores, comienza a demostrar que si la revolución es ya un instinto en los países subdesarrollados del Tercer Mundo, lo es también en los pueblos de las naciones superdesarrolladas.

No se hace contra un Gobierno determinado sino contra el futuro incierto que en la práctica arroja la sociedad industrial contemporánea. Estamos asistiendo a una profunda y acelerada evolución en las raíces espirituales, iniciada en una nación desarrollada, por entenderse que se pretende compensar con la variedad y cantidad de bienes de consumo el contenido real de la vida.

“Son Ustedes las guerrillas contra la muerte climatizada que ellos quieren vendernos con el nombre de porvenir” decía un famoso cartel colocado en París el día de las barricadas. Otro, no menos expresivo, afirmaba: “La Revolución que se inicia pondrá en duda no solo a la sociedad capitalista sin también a la sociedad industrial. La Sociedad de consumo debe morir de muerte violenta. La sociedad enajenada debe desaparecer de la historia. Estamos intentando un mundo nuevo y original: la imaginación ha tomado el poder”

En resumen, querido Doctor Hernández Arregui, pienso que estamos asistiendo a la “Segunda Revolución Mundial” hacia la primera civilización universal en cuyos umbrales nos encontramos, según la feliz expresión de Larroque.

Es hasta natural que esto no lo puedan comprender todos y menos aún los tiranuelos militares que se esfuerzan por implantar un neocapitalismo que salve a la reacción de la hecatombe que se le avecina. Pero yo tengo fe en la juventud argentina y en los trabajadores que saben lo que quieren y parecen estar dispuestos a luchar por imponerlo.

Todos estos problemas de lo que más necesitan es del tiempo y creo que, en nuestra Patria, el tiempo no transcurre en vano. Desde hace un cuarto de siglo, la Revolución Justicialista ponía en marcha una transformación de fondo que muchos han presenciado y vivido, a veces hasta sin comprenderla. Alcanzada la liberación de la influencia de los poderes foráneos, se organizo la economía que dio prosperidad suficiente a la Nación, se estructuro lo social asegurando diez años de felicidad al Pueblo Argentino y se afirmo una soberanía nacional que descarto el nefasto colonialismo imperialista que antes había imperado.

En 1955 se produce el golpe artero de la reacción externa y vernácula que, con el pretexto de cambiar lo justicialista, volvió a entregar el país al imperialismo que impulso y financio el golpe de estado. Así su economía sucumbió en poco tiempo abordada por los poderes foráneos y sometida a la acción destructora del Fondo Monetario Internacional. Con ese motivo, tan vilmente provocado, se fueron suprimiendo una a una las conquistas sociales impulsadas por el Justicialismo, a través de los distintos gobiernos gorilas que se sucedieron hasta la llegada de la dictadura actual que no difiere de ninguno de ellos sino en el nombre.

Este “Nuevo Gobierno” prometió una “Revolución Argentina” y consumió su tiempo en peregrinas promesas incumplidas y vanas ilusiones y, cuando el pueblo cansado e indignado quiso hacer oír su verdad, le contesto con la más violenta represión que tantas vidas argentinas viene costando a lo largo de estos quince años de fatalidad provocada. No se si nuestra juventud necesitara más que esta dura experiencia para persuadirse de la necesidad de actuar en defensa de su propio porvenir y del de la Patria.

Por lo menos, en el resto de los países del Continente Latinoamericano, en unos más y en otros menos, parece perfilarse la revolución con caracteres más o menos marcados. Cuba, Perú, Bolivia son tres ejemplos de un despertar de la lucha por liberarse y ello es promisorio para la causa que servimos. Pero, por sobre todo, es el mundo el que marcha por la misma senda: lo que pasa en Francia, Italia, Alemania, etc., fuera de la lucha empeñada en los otros continentes, es un índice revelador de lo que ha de ser el futuro en la evolución de una humanidad suficientemente madura para los cambios fundamentales.

Por todo lo que Ustedes hacen allí con la difusión de la verdad tantos años oculta, yo deseo como argentino hacerles llegar, junto con mi encomio más entusiasta, mi felicitación más sincera. La causa de la revolución necesita de algunos realizadores, pero no menos de muchos miles de predicadores que, empeñados en la tarea de persuadir, no dejen en el empeño de incendiarlo todo si es preciso. Yo no veo para nuestra pobre Argentina otra salida que la lucha, por los medios que sean, realizada por el Pueblo y para el Pueblo.

Dentro del Peronismo yo hago lo posible para que así sea pero, desde quince mil kilómetros de distancia, no tengo confianza en que mi sola prédica pueda despertar la decisión absoluta que se necesita para lograrlo.

He recibido un libro del amigo Néstor Rodríguez Brunengo, titulado “ORGANISMOS LABORALES DENTRO DE LA EMPRESA” de excelente factura y a quien quisiera felicitar por su trabajo pero resulta que no tengo su dirección. Como he visto que en su libro “NACIONALISMO Y LIBERACIÓN” hace la glosa en la contratapa, pienso que ha de ser amigo suyo. Le pido que cuando lo vea le haga llegar mi saludo, mi agradecimiento y mi enhorabuena.

Muchas gracias.

He visto que el Peronismo esta despertando entre los “intelectuales” el deseo de escribir sobre él, unas veces con fines leales a la Nación y otros buscando lo contrario. El Profesor Gonzalo Cárdenas sé que lo ha hecho bien y de buena fe, que es lo que interesa.

Otros como Félix Luna lo han hecho a su manera, a lo que ya estamos acostumbrados. Ángel Cairo, Pedro Gelman, Ernesto Goldar, Alejandro Peirou, Ernesto Villanueva, etc., son todos aportes no despreciables para el conocimiento de nuestra acción que escribas a sueldo han tratado de encanallar con toda clase de falsificaciones y mentiras.

De todas maneras el justicialismo necesita que se hable de él, aunque sea bien…

Si un día la situación se tornara decisivamente favorable como para poder de alguna utilidad a nuestros fines, yo me las “rebuscaría” en forma de poder estar por allí oportunamente. Por ahora no veo posibilidad cercana para ello y estoy vigilante y a la expectativa. Dios dirá…

Le ruego que salude a los amigos y acepte, junto con mi saludo más afectuoso, mis mejores deseos.

Un gran abrazo.

JUAN DOMINGO PERÓN
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