Metales estratégicos: ¿Arma secreta China?
Las últimas semanas han sido testigo de una gran preocupación entre analistas financieros, industriales de sectores de alta tecnología, y medios militares y de seguridad nacional de múltiples países. El motivo: los insistentes rumores sobre una política china más restrictiva hacia las exportaciones de los llamados "metales estratégicos".
China produce más del 93% de dichos metales, que incluyen los denominados "tierras raras", un grupo de 17 elementos pertenecientes a la clase de los lantánidos que son esenciales para la fabricación de numerosos productos de alta tecnología, incluyendo diversos sistemas de armamento. Una sola mina, situada en Baotou (Mongolia Interior), es responsable de la mitad del suministro mundial, mientras que las reservas chinas se cifran en el 71% de las mundiales.
Un ejemplo es el vanadio, que se añade al acero para fabricar cuerpos de misil, herramientas de alta velocidad, imanes superconductores, y motores a reacción.
Aunque el antiguo líder chino Deng Xiaoping, responsable de la apertura económica al exterior tras la muerte de Mao, declaró en su día que "Oriente Medio tiene petróleo, mientras que China tiene tierras raras", está muy extendida en el país la creencia que las últimas décadas se han exportado estos metales a un precio extremadamente bajo. Fruto de dicha creencia es la actual política de intentar restringir, o cuando menos regular la producción y exportación de los mismos.
Hasta ahora dicha producción ha tenido lugar de forma más bien anárquica, sin intentar maximizar los precios, lo que contrasta con la estrategia de países como Estados Unidos o el Japón.
Estados Unidos elaboró un catálogo de metales estratégicos en 1981, incluyendo los considerados esenciales para la economía y la capacidad bélica del país, y la administración Reagan invirtió 100 millones de dólares en adquirir existencias de 62 recursos estratégicos, incluyendo muchos de estos metales. Además a partir del 1999 Washington empezó a restringir la producción de los mismos, pese a que Estados Unidos cuenta con las principales minas tras las chinas, por motivos medioambientales y de seguridad nacional.
El país del sol naciente, cuya principal fuente de suministro de metales estratégicos es precisamente China, destina dos tercios de sus importaciones anuales a su reserva. Desde el 1983 ha incluido en la misma a siete metales: níquel, cromo, tungsteno, molibdeno, cobalto, manganeso, y vanadio.
Australia y Canada, destacados productores, han decidido también restringir la extracción de estos metales e importarlos de China.
Parece sin embargo que Beijing ha decidido reaccionar, en un intento no solo de obtener mayores beneficios económicos de la exportación de metales estratégicos, sino también de disminuir el elevado coste ecológico de su minería y de obtener lo que podría ser una importante arma en el siglo XXI. La pasada centuria fue testigo de diversos conflictos por los recursos naturales y no hay nada que indique que la actual será distinta.
Actualmente el ministerio de industria y tecnología de la información está elaborando un "Plan de desarrollo de la industria de las tierras raras 2009-2015" y diversos analistas temen que Beijing podría imponer una prohibición de exportación de metales como el terbio, disprosio, itrio, tulio, y lutecio.
Aunque la semana pasada fuentes oficiales chinas desmintieron dichas intenciones, las sospechas y los rumores han continuado. Las industrias de alta tecnología, que hace tiempo que padecen dificultades de suministro, continúan observando con gran preocupación la situación, preocupación compartida en medios militares. Se espera que la demanda de estos metales crezca a un ritmo de entre un 10 y un 20 por ciento anual.
Según Zhou Shijian, investigador en el Centro para el estudio de las relaciones sino-americanas en la Universidad de Tsinghua, "La regulación por parte de China de su industria de los metales de tierras raras no tiene como objeto la sujeción de ningún país, sino proteger los recursos naturales chinos", añadiendo que "La era de las exportaciones baratas debería haber acabado. Ya es hora, y China ha estado esperado durante mucho tiempo".
Mientras algunos especulan sobre las verdaderas intenciones chinas, otros ya se preparan para lo que consideran inevitable: un dominio chino sobre unos elementos claves para la industria más avanzada, incluida la de la defensa.
En Japón, la Agencia para la Ciencia y Tecnología Marítimo-Terrestre ha iniciado el desarrollo de tres robots para la búsqueda de yacimientos submarinos. Con una inversión de tres billones de yenes, el proyecto está enfocado al hallazgo de depósitos de metales como el zinc, germanio, manganeso, cobalto, o níquel.
En Estados Unidos el Pentágono reexaminará probablemente el asunto. Tanto las versiones de la Cámara de Representantes como la del Senado de la Ley de Defensa Nacional, actualmente en trámite parlamentario, contienen disposiciones que exigen al Departamento de Defensa que estudie las aplicaciones militares de los metales de tierras raras. Además varias minas norteamericanas cerradas debido a los bajos precios de las últimas décadas podrían reabrir sus puertas.
por ALEXANDRE CALVO CRISTINA, Profesor de relaciones internacionales, European University
http://www.foromil.com.ar/index.php?opt ... 6&Itemid=2
Las últimas semanas han sido testigo de una gran preocupación entre analistas financieros, industriales de sectores de alta tecnología, y medios militares y de seguridad nacional de múltiples países. El motivo: los insistentes rumores sobre una política china más restrictiva hacia las exportaciones de los llamados "metales estratégicos".
China produce más del 93% de dichos metales, que incluyen los denominados "tierras raras", un grupo de 17 elementos pertenecientes a la clase de los lantánidos que son esenciales para la fabricación de numerosos productos de alta tecnología, incluyendo diversos sistemas de armamento. Una sola mina, situada en Baotou (Mongolia Interior), es responsable de la mitad del suministro mundial, mientras que las reservas chinas se cifran en el 71% de las mundiales.
Un ejemplo es el vanadio, que se añade al acero para fabricar cuerpos de misil, herramientas de alta velocidad, imanes superconductores, y motores a reacción.
Aunque el antiguo líder chino Deng Xiaoping, responsable de la apertura económica al exterior tras la muerte de Mao, declaró en su día que "Oriente Medio tiene petróleo, mientras que China tiene tierras raras", está muy extendida en el país la creencia que las últimas décadas se han exportado estos metales a un precio extremadamente bajo. Fruto de dicha creencia es la actual política de intentar restringir, o cuando menos regular la producción y exportación de los mismos.
Hasta ahora dicha producción ha tenido lugar de forma más bien anárquica, sin intentar maximizar los precios, lo que contrasta con la estrategia de países como Estados Unidos o el Japón.
Estados Unidos elaboró un catálogo de metales estratégicos en 1981, incluyendo los considerados esenciales para la economía y la capacidad bélica del país, y la administración Reagan invirtió 100 millones de dólares en adquirir existencias de 62 recursos estratégicos, incluyendo muchos de estos metales. Además a partir del 1999 Washington empezó a restringir la producción de los mismos, pese a que Estados Unidos cuenta con las principales minas tras las chinas, por motivos medioambientales y de seguridad nacional.
El país del sol naciente, cuya principal fuente de suministro de metales estratégicos es precisamente China, destina dos tercios de sus importaciones anuales a su reserva. Desde el 1983 ha incluido en la misma a siete metales: níquel, cromo, tungsteno, molibdeno, cobalto, manganeso, y vanadio.
Australia y Canada, destacados productores, han decidido también restringir la extracción de estos metales e importarlos de China.
Parece sin embargo que Beijing ha decidido reaccionar, en un intento no solo de obtener mayores beneficios económicos de la exportación de metales estratégicos, sino también de disminuir el elevado coste ecológico de su minería y de obtener lo que podría ser una importante arma en el siglo XXI. La pasada centuria fue testigo de diversos conflictos por los recursos naturales y no hay nada que indique que la actual será distinta.
Actualmente el ministerio de industria y tecnología de la información está elaborando un "Plan de desarrollo de la industria de las tierras raras 2009-2015" y diversos analistas temen que Beijing podría imponer una prohibición de exportación de metales como el terbio, disprosio, itrio, tulio, y lutecio.
Aunque la semana pasada fuentes oficiales chinas desmintieron dichas intenciones, las sospechas y los rumores han continuado. Las industrias de alta tecnología, que hace tiempo que padecen dificultades de suministro, continúan observando con gran preocupación la situación, preocupación compartida en medios militares. Se espera que la demanda de estos metales crezca a un ritmo de entre un 10 y un 20 por ciento anual.
Según Zhou Shijian, investigador en el Centro para el estudio de las relaciones sino-americanas en la Universidad de Tsinghua, "La regulación por parte de China de su industria de los metales de tierras raras no tiene como objeto la sujeción de ningún país, sino proteger los recursos naturales chinos", añadiendo que "La era de las exportaciones baratas debería haber acabado. Ya es hora, y China ha estado esperado durante mucho tiempo".
Mientras algunos especulan sobre las verdaderas intenciones chinas, otros ya se preparan para lo que consideran inevitable: un dominio chino sobre unos elementos claves para la industria más avanzada, incluida la de la defensa.
En Japón, la Agencia para la Ciencia y Tecnología Marítimo-Terrestre ha iniciado el desarrollo de tres robots para la búsqueda de yacimientos submarinos. Con una inversión de tres billones de yenes, el proyecto está enfocado al hallazgo de depósitos de metales como el zinc, germanio, manganeso, cobalto, o níquel.
En Estados Unidos el Pentágono reexaminará probablemente el asunto. Tanto las versiones de la Cámara de Representantes como la del Senado de la Ley de Defensa Nacional, actualmente en trámite parlamentario, contienen disposiciones que exigen al Departamento de Defensa que estudie las aplicaciones militares de los metales de tierras raras. Además varias minas norteamericanas cerradas debido a los bajos precios de las últimas décadas podrían reabrir sus puertas.
por ALEXANDRE CALVO CRISTINA, Profesor de relaciones internacionales, European University
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