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¡También la Patria! ¡Bajo el nacionalismo! ¡Increíble!
Quizá no extrañe ver dentro de poco en el Perú, que la Mc Donald, Kentucky Chicken, Coca Cola, Nike, World Disney, la Ford, la Colgate, la Tabaco Phillips, la Bayer, Monsanto, Caterpiller, La Southern, la Ostrecht, Camisea, Lan, y congéneres, marchen en defensa de la patria, portando la bandera bicolor, festejando días nacionales festivos, cantando el ''Somos libres Seámoslo Siempre'', aquellos versos del Himno que evocan la independencia del yugo colonial español.
El neoliberalismo está en la búsqueda de sublimar su vocación expansionista. Comenzó siendo pura economía. Hoy atravesado de una crisis mortal, está obligado a trascender el reino de la economía-política, y penetrar, más sutilmente, el mundo de la ideología. El fracaso de sus recetas macroeconómicas, la profundización del deterioro del bienestar de las mayorías (desempleo, pobreza, injusticia social) y degeneración de la salud de la Tierra, y la emergencia desafiante y firme de modelos creativos de convivencia (economías justas y complementarias, sociedades solidarias, y sistemas políticos inclusivos, pero sobre todo de democracia participativa, como en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua), han forzado un viraje sin precedentes en su propósito de mantener su hegemonía en la vida cotidiana del pueblo oprimido, y, en consecuencia, extender la vigencia del capitalismo que representa.
No ha sido suficiente que se apropiaran de los medios de producción (tierra, instrumentos, fuerza laboral), de los valores de producción (valor de uso, agregado, y de cambio), de los mercados para realizar sus valores, del dinero para controlar y subyugar los mercados, de los medios de comunicación masiva para fabricar sujetos consumistas que laven el dinero sucio; todo lo cual fue facilitado bajo políticas de privatización y la liberalización. Para paliar la actual crisis de acumulación capitalista, el neoliberalismo apuesta a un tiempo suplementario, para expandirse y apoderarse ahora del corazón colectivo, del sentimiento patriótico, y de los valores nacionales.
A ese ritmo, y con el timón en manos de neoliberales, el Perú camina a convertirse en un espantapájaros, lleno de paja, lleno de nada, sin emociones, sin destino, mero zombi, esclavo pulcro de la mercancía.
***
No puede ser pura coincidencia, que el pasado 5 de Octubre, 132 Aniversario del Combate de Angamos y la muerte del más grande héroe marítimo del Perú, el Almirante Miguel Grau Seminario, la Telefónica del Perú estrenara, con el jolgorio de El Comercio, La República, Expreso, y otros medios de comunicación, su estratégica incursión en el campo cívico y el patrocinio del patriotismo peruano.
Junto al Contralmirante de la Marina de Guerra del Perú (MGP), Ernesto Lermo Rengifo, el Director de Relaciones Institucionales y Comunicación Corporativa de la Telefónica, Ludwig Meier Cornejo, lanzaron la campana ''Somos Grau, Seámoslo Siempre'' y el Premio Nacional Miguel Grau. Para ''desarrollar valores patrióticos y morales dentro de la sociedad peruana'', y ''promover la identidad nacional'', dijo el empresario. Por su lado el Contralmirante agregó, para ''generar un clima de reflexión y confianza favorable al desarrollo de una sociedad inclusiva, humanista y productiva; [para] aportar al fortalecimiento de nuestra identidad nacional y motivar la formación de valores morales, con el fin de lograr una sociedad más justa, con gente honesta y emprendedora de toda condición económica y social''.
Los peruanos comenzarán pronto a ver spots televisivos, mensajes en buses de transporte, banderolas en calles y postes, con los símbolos de la Telefónica arengando al patriotismo y a los héroes peruanos, llamando a la identidad nacional, promoviendo los valores de la honestidad, lealtad, y dignidad, forjando unidad entre los peruanos de ''toda condición social y económica'', favoreciendo un sociedad inclusiva, humanista, y productiva. La ''M'' de Movistar –nombre del servicio de teléfonos móviles de la Telefónica-, volverá nuevamente a invadir las calles de las principales ciudades del país.
Ante tanto altruismo cívico, uno se pregunta si la Telefónica del Perú se ha vuelto loca o ha terminado por peruanizarse. ¡Ninguno de los dos!
***
Una transnacional como la Telefónica, que tiene sus tentáculos puestos en tres continentes del mundo (Europa, Asia, y Latinoamérica), quince países de las Américas de los cuales ocho son Sudamericanos (Argentina, Brasil, Chile Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay, y Venezuela), esta incapacitada para nacionalizarse por voluntad propia. Aunque nacida en Madrid el 19 de Abril de 1924, la Telefónica no tiene patria ni héroes, carece de identidad nacional. Lo único que lo distingue, es su amor por las ganancias, su idolatría hacia el capital.
Aun en estos tiempos del cólera que atraviesa al capitalismo contemporáneo, la Telefónica no atraviesa por trastorno alguno. Es una de las pocas transnacionales en bonanza. Cautiva un mercado de 295 millones de consumidores directos, de los cuales más de la mitad (190.4 millones) son latinoamericanos. Entre Enero y Junio del 2011, ha obtenido ingresos del orden de los 30,886 millones de Euros, a una tasa de crecimiento mundial del 6.3% anual, y del 18.4% en Latinoamérica. Sigue expandiendo su capital y mercado (acaba de adquirir la BrasilCel N.V. en Brasil, Azules y Platos de Costa Rica, y de extender su sociedad con China-Unicon de Hong Kong). Un negocio próspero mundial y regionalmente no se echa por la borda a cambio de altruismo cívico en favor de una nación.
Aun cuando la Telefónica, cautive al 59% de la población peruana (17.5 millones, de los cuales 12.9 millones son usuarios de Movistar), y su tasa de ingresos procedentes del mercado peruano sea del orden del 15.2% anual (971 millones de Euros, durante los primeros 6 meses del 2011), el Perú apenas representa el 7% de la ganancias de la Telefónica en Sudamérica, siendo el quinto país en tamaño de inversión, después de Brasil (50%), Argentina (11%), Chile (8%), y Venezuela (8%). Resulta entonces absolutamente irracional que la Telefónica decidiera peruanizarse, es decir favorecer a un pedacito mientras sacrifique el todo de su negocio global.
***
Si la Telefónica está en perfecta salud económica y no se ha peruanizado solo hay una explicación a su repentino patriotismo y espíritu cívico.
En el marco del Bi-centenario de la independencia sudamericana del yugo colonial español, época que revive sentimientos patrióticos continentales y liberadores, que rescata héroes, epopeyas, y sueños de felicidad colectiva; época que forja su segunda independencia construyendo propuestas sistémicas alternativas al capitalismo; en esta época, el neoliberalismo siente amenazado su zona de control e influencia económica en Latinoamérica.
En su intento de mantener dominio del mercado por un lado y de capear los riesgos y amenazas generadas por factores alternativos (no solo competitivos) por otro, la Telefónica, beneficiaria de las políticas neoliberales implementadas desde Fujimori, ensaya ahora un arrebato sin precedentes a fin de ''publicitar satisfactoriamente sus productos y servicios'' para lo que viene.
La campaña estratégica ''Somos Miguel Grau, Seámoslo Siempre'', concuerda con ese propósito de mercadeo. Solo que, en esta ocasión, y, sorprendentemente con anuencia de la institución pública correspondiente (MGP), se atreve a hacer lo que ninguna transnacional ha hecho para introducir sus productos en ninguna parte del mundo. Incluso en la metrópoli del imperio Norteamericano, no existe record de que George Washington, Abraham Lincoln, el Star Spangled Banner, o la propia bandera, hayan sido usados para publicitar mercancías.
Sin embargo, en el Perú de hoy, bajo un gobierno liderado por un ex militar, líder de un partido que se dice llamar nacionalista, se permite que un agente privado, que una transnacional como la Telefónica invada un terreno inalienable y de estricta naturaleza pública: el civismo, el patriotismo. Se crea así la oportunidad para un periodo suplementario de vida a favor del decadente capitalismo y su desprestigiada versión económico-ideológica neoliberal. Se abre una etapa superior a la privatización de empresas públicas y la liberalización del mercado nacional. Se abre ahora el terreno de la conciencia colectiva, de los sentimientos patrióticos, de la identidad con la nación, de los sueños comunes, de las razones históricas, de los héroes y sus hazañas con cuyo coraje revivido se defiende la patria; todo esto que pertenece al mundo espiritual, mental, emocional, y sentimental de quienes pueden llamarse peruanos, está ahora ofrendado, de una manera que para el oficialismo es inofensiva.
Inofensiva en apariencia, la privatización del patriotismo es un crimen de estado, un patria-cidio. Permitir el mercadeo de los valores cívicos, sentimientos patrióticos, y la identidad nacional, es más que distorsionar la idea misma de patria (esa que no se vende, esa por la cual uno se puede, mas bien, sacrificar); mercantilizar la patria es la negación misma de ella, el vaciamiento de toda imaginación histórica, del origen, de la coyuntura, y del porvenir del corazón de cada uno de los peruanos. Si a su paso sobre la economía y la sociedad, el neoliberalismo devastó la vida de las mayorías y saqueó y depredó las riquezas naturales, con su travesía sobre la conciencia, el sentimiento, y la ética cívica y patriótica, los peruanos quedarán inermes.
***
¿Puede una transnacional como la Telefónica, que carece de patria y de héroes, tener autoridad moral para promover valores patrióticos y forjar identidad nacional? ¿Puede un agente privado, interesado en sus ganancias pero desinteresado de las saludables condiciones laborales y seguridad de sus trabajadores tercerizados, favorecer el desarrollo de una sociedad inclusiva, humanista, y más justa? ¿Está el estado, en particular los centros de instrucción militar, incapacitado para asumir su obligación cívica y patriótica? Tras disolver Gana Perú, alianza que permitió su triunfo electoral, ¿ha apostado Humala y su partido nacionalista por una de-facto alianza de gobierno compuesta de actores privados como la Telefónica?
Conmemorando el Combate de Angamos y recordando al héroe nacional Miguel Grau Seminario, el presidente Humala dijo en abstracto, ''el héroe se hace fijando metas en lo permanente, defendiendo lo permanente, no solo lo particular, lo coyuntural, lo pequeño''. Por lo que hasta ahora viene haciendo su gobierno, ‘lo permanente’ significa continuismo del estatus-quo, sobrevivencia del capitalismo, y desarrollo del neoliberalismo a niveles superiores de apropiación (e.g. campaña ''Somos Grau, Seámoslo Siempre''). Al mismo tiempo, ‘lo particular, lo coyuntural, lo pequeño’ son casos aislados como el de Madre Mía, Gana Perú, Alexis, Sociedad Minera, Gran Transformación, Nueva Constitución, etc., todo lo cual careciera de importancia.
Olvida el presidente Humala que lo permanente en el heroísmo de Miguel Grau Seminario, fue precisamente la defensa del Perú, de toda su gente, de sus intereses y sueños incluidos, frente a la pretensión usurpadora y aniquiladora del enemigo externo. Olvida el gobierno nacionalista que el peor enemigo es el que pretende robar el honor, el corazón, la conciencia, la historia, la identidad colectiva. Privatizando o entregando el terreno del civismo y patriotismo a un lucrador, se vende la patria por otros medios, los más nefastos.
http://www.telesurtv.netQuizá no extrañe ver dentro de poco en el Perú, que la Mc Donald, Kentucky Chicken, Coca Cola, Nike, World Disney, la Ford, la Colgate, la Tabaco Phillips, la Bayer, Monsanto, Caterpiller, La Southern, la Ostrecht, Camisea, Lan, y congéneres, marchen en defensa de la patria, portando la bandera bicolor, festejando días nacionales festivos, cantando el ''Somos libres Seámoslo Siempre'', aquellos versos del Himno que evocan la independencia del yugo colonial español.
El neoliberalismo está en la búsqueda de sublimar su vocación expansionista. Comenzó siendo pura economía. Hoy atravesado de una crisis mortal, está obligado a trascender el reino de la economía-política, y penetrar, más sutilmente, el mundo de la ideología. El fracaso de sus recetas macroeconómicas, la profundización del deterioro del bienestar de las mayorías (desempleo, pobreza, injusticia social) y degeneración de la salud de la Tierra, y la emergencia desafiante y firme de modelos creativos de convivencia (economías justas y complementarias, sociedades solidarias, y sistemas políticos inclusivos, pero sobre todo de democracia participativa, como en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua), han forzado un viraje sin precedentes en su propósito de mantener su hegemonía en la vida cotidiana del pueblo oprimido, y, en consecuencia, extender la vigencia del capitalismo que representa.
No ha sido suficiente que se apropiaran de los medios de producción (tierra, instrumentos, fuerza laboral), de los valores de producción (valor de uso, agregado, y de cambio), de los mercados para realizar sus valores, del dinero para controlar y subyugar los mercados, de los medios de comunicación masiva para fabricar sujetos consumistas que laven el dinero sucio; todo lo cual fue facilitado bajo políticas de privatización y la liberalización. Para paliar la actual crisis de acumulación capitalista, el neoliberalismo apuesta a un tiempo suplementario, para expandirse y apoderarse ahora del corazón colectivo, del sentimiento patriótico, y de los valores nacionales.
A ese ritmo, y con el timón en manos de neoliberales, el Perú camina a convertirse en un espantapájaros, lleno de paja, lleno de nada, sin emociones, sin destino, mero zombi, esclavo pulcro de la mercancía.
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No puede ser pura coincidencia, que el pasado 5 de Octubre, 132 Aniversario del Combate de Angamos y la muerte del más grande héroe marítimo del Perú, el Almirante Miguel Grau Seminario, la Telefónica del Perú estrenara, con el jolgorio de El Comercio, La República, Expreso, y otros medios de comunicación, su estratégica incursión en el campo cívico y el patrocinio del patriotismo peruano.
Junto al Contralmirante de la Marina de Guerra del Perú (MGP), Ernesto Lermo Rengifo, el Director de Relaciones Institucionales y Comunicación Corporativa de la Telefónica, Ludwig Meier Cornejo, lanzaron la campana ''Somos Grau, Seámoslo Siempre'' y el Premio Nacional Miguel Grau. Para ''desarrollar valores patrióticos y morales dentro de la sociedad peruana'', y ''promover la identidad nacional'', dijo el empresario. Por su lado el Contralmirante agregó, para ''generar un clima de reflexión y confianza favorable al desarrollo de una sociedad inclusiva, humanista y productiva; [para] aportar al fortalecimiento de nuestra identidad nacional y motivar la formación de valores morales, con el fin de lograr una sociedad más justa, con gente honesta y emprendedora de toda condición económica y social''.
Los peruanos comenzarán pronto a ver spots televisivos, mensajes en buses de transporte, banderolas en calles y postes, con los símbolos de la Telefónica arengando al patriotismo y a los héroes peruanos, llamando a la identidad nacional, promoviendo los valores de la honestidad, lealtad, y dignidad, forjando unidad entre los peruanos de ''toda condición social y económica'', favoreciendo un sociedad inclusiva, humanista, y productiva. La ''M'' de Movistar –nombre del servicio de teléfonos móviles de la Telefónica-, volverá nuevamente a invadir las calles de las principales ciudades del país.
Ante tanto altruismo cívico, uno se pregunta si la Telefónica del Perú se ha vuelto loca o ha terminado por peruanizarse. ¡Ninguno de los dos!
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Una transnacional como la Telefónica, que tiene sus tentáculos puestos en tres continentes del mundo (Europa, Asia, y Latinoamérica), quince países de las Américas de los cuales ocho son Sudamericanos (Argentina, Brasil, Chile Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay, y Venezuela), esta incapacitada para nacionalizarse por voluntad propia. Aunque nacida en Madrid el 19 de Abril de 1924, la Telefónica no tiene patria ni héroes, carece de identidad nacional. Lo único que lo distingue, es su amor por las ganancias, su idolatría hacia el capital.
Aun en estos tiempos del cólera que atraviesa al capitalismo contemporáneo, la Telefónica no atraviesa por trastorno alguno. Es una de las pocas transnacionales en bonanza. Cautiva un mercado de 295 millones de consumidores directos, de los cuales más de la mitad (190.4 millones) son latinoamericanos. Entre Enero y Junio del 2011, ha obtenido ingresos del orden de los 30,886 millones de Euros, a una tasa de crecimiento mundial del 6.3% anual, y del 18.4% en Latinoamérica. Sigue expandiendo su capital y mercado (acaba de adquirir la BrasilCel N.V. en Brasil, Azules y Platos de Costa Rica, y de extender su sociedad con China-Unicon de Hong Kong). Un negocio próspero mundial y regionalmente no se echa por la borda a cambio de altruismo cívico en favor de una nación.
Aun cuando la Telefónica, cautive al 59% de la población peruana (17.5 millones, de los cuales 12.9 millones son usuarios de Movistar), y su tasa de ingresos procedentes del mercado peruano sea del orden del 15.2% anual (971 millones de Euros, durante los primeros 6 meses del 2011), el Perú apenas representa el 7% de la ganancias de la Telefónica en Sudamérica, siendo el quinto país en tamaño de inversión, después de Brasil (50%), Argentina (11%), Chile (8%), y Venezuela (8%). Resulta entonces absolutamente irracional que la Telefónica decidiera peruanizarse, es decir favorecer a un pedacito mientras sacrifique el todo de su negocio global.
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Si la Telefónica está en perfecta salud económica y no se ha peruanizado solo hay una explicación a su repentino patriotismo y espíritu cívico.
En el marco del Bi-centenario de la independencia sudamericana del yugo colonial español, época que revive sentimientos patrióticos continentales y liberadores, que rescata héroes, epopeyas, y sueños de felicidad colectiva; época que forja su segunda independencia construyendo propuestas sistémicas alternativas al capitalismo; en esta época, el neoliberalismo siente amenazado su zona de control e influencia económica en Latinoamérica.
En su intento de mantener dominio del mercado por un lado y de capear los riesgos y amenazas generadas por factores alternativos (no solo competitivos) por otro, la Telefónica, beneficiaria de las políticas neoliberales implementadas desde Fujimori, ensaya ahora un arrebato sin precedentes a fin de ''publicitar satisfactoriamente sus productos y servicios'' para lo que viene.
La campaña estratégica ''Somos Miguel Grau, Seámoslo Siempre'', concuerda con ese propósito de mercadeo. Solo que, en esta ocasión, y, sorprendentemente con anuencia de la institución pública correspondiente (MGP), se atreve a hacer lo que ninguna transnacional ha hecho para introducir sus productos en ninguna parte del mundo. Incluso en la metrópoli del imperio Norteamericano, no existe record de que George Washington, Abraham Lincoln, el Star Spangled Banner, o la propia bandera, hayan sido usados para publicitar mercancías.
Sin embargo, en el Perú de hoy, bajo un gobierno liderado por un ex militar, líder de un partido que se dice llamar nacionalista, se permite que un agente privado, que una transnacional como la Telefónica invada un terreno inalienable y de estricta naturaleza pública: el civismo, el patriotismo. Se crea así la oportunidad para un periodo suplementario de vida a favor del decadente capitalismo y su desprestigiada versión económico-ideológica neoliberal. Se abre una etapa superior a la privatización de empresas públicas y la liberalización del mercado nacional. Se abre ahora el terreno de la conciencia colectiva, de los sentimientos patrióticos, de la identidad con la nación, de los sueños comunes, de las razones históricas, de los héroes y sus hazañas con cuyo coraje revivido se defiende la patria; todo esto que pertenece al mundo espiritual, mental, emocional, y sentimental de quienes pueden llamarse peruanos, está ahora ofrendado, de una manera que para el oficialismo es inofensiva.
Inofensiva en apariencia, la privatización del patriotismo es un crimen de estado, un patria-cidio. Permitir el mercadeo de los valores cívicos, sentimientos patrióticos, y la identidad nacional, es más que distorsionar la idea misma de patria (esa que no se vende, esa por la cual uno se puede, mas bien, sacrificar); mercantilizar la patria es la negación misma de ella, el vaciamiento de toda imaginación histórica, del origen, de la coyuntura, y del porvenir del corazón de cada uno de los peruanos. Si a su paso sobre la economía y la sociedad, el neoliberalismo devastó la vida de las mayorías y saqueó y depredó las riquezas naturales, con su travesía sobre la conciencia, el sentimiento, y la ética cívica y patriótica, los peruanos quedarán inermes.
***
¿Puede una transnacional como la Telefónica, que carece de patria y de héroes, tener autoridad moral para promover valores patrióticos y forjar identidad nacional? ¿Puede un agente privado, interesado en sus ganancias pero desinteresado de las saludables condiciones laborales y seguridad de sus trabajadores tercerizados, favorecer el desarrollo de una sociedad inclusiva, humanista, y más justa? ¿Está el estado, en particular los centros de instrucción militar, incapacitado para asumir su obligación cívica y patriótica? Tras disolver Gana Perú, alianza que permitió su triunfo electoral, ¿ha apostado Humala y su partido nacionalista por una de-facto alianza de gobierno compuesta de actores privados como la Telefónica?
Conmemorando el Combate de Angamos y recordando al héroe nacional Miguel Grau Seminario, el presidente Humala dijo en abstracto, ''el héroe se hace fijando metas en lo permanente, defendiendo lo permanente, no solo lo particular, lo coyuntural, lo pequeño''. Por lo que hasta ahora viene haciendo su gobierno, ‘lo permanente’ significa continuismo del estatus-quo, sobrevivencia del capitalismo, y desarrollo del neoliberalismo a niveles superiores de apropiación (e.g. campaña ''Somos Grau, Seámoslo Siempre''). Al mismo tiempo, ‘lo particular, lo coyuntural, lo pequeño’ son casos aislados como el de Madre Mía, Gana Perú, Alexis, Sociedad Minera, Gran Transformación, Nueva Constitución, etc., todo lo cual careciera de importancia.
Olvida el presidente Humala que lo permanente en el heroísmo de Miguel Grau Seminario, fue precisamente la defensa del Perú, de toda su gente, de sus intereses y sueños incluidos, frente a la pretensión usurpadora y aniquiladora del enemigo externo. Olvida el gobierno nacionalista que el peor enemigo es el que pretende robar el honor, el corazón, la conciencia, la historia, la identidad colectiva. Privatizando o entregando el terreno del civismo y patriotismo a un lucrador, se vende la patria por otros medios, los más nefastos.
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