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miércoles, 10 de octubre de 2012

Máquinas de guerra: Blackwater, Monsanto y Bill GATES


(video mas abajo)
El ex director de la Oficina de Valoración Neta, Andrew Marshall, es un buen ejemplo de los escritores al servicio del horror de Washington - Pentagono

Como ejemplo de lo que postulan veamos una lista de nuevas especialidades de guerra:


campos nucleares de batalla,
guerra cósmica,
guerra tradicional,
guerra irregular,
guerra virtual,
contrainsurgencia,
defensa interna en el extranjero,
guerra no convencional,
dominación de espectro total,
seguridad interna (diferente a defensa),
operaciónes de estabilidad,
seguridad de post-guerra,
poder inteligente,
poder suave,
asistencia humanitaria militarizada,
complejos de seguridad y
“construcción de naciones”.


La Edad de Oro de las operaciones especiales 2012


Es mas que significativo el entusiasmo de OBAMA por instigar o expandir guerras secretas, realizadas fuera de vista y por comandos.


El Comando de Operaciones Especiales de EE.UU. (USSOCOM) con sus fuerzas operativas –Boinas Verdes, Rangers del Ejército, SEALs de la Armada, y cosas semejantes – precedieron su presidencia por décadas.

Sin embargo, recién bajo Obama esos guerreros secretos han llegado al pináculo de la jerarquía del prestigio militar de EE.UU.



Obama ha provisto a toda la “comunidad” de operaciones especiales de un estatus privilegiado que otorga a los operadores especiales máxima autonomía mientras los aísla de las tribulaciones de la política, los presupuestos, etc.
Es posible que el Congreso exija que el Pentágono haga algunos (muy modestos) ajustes presupuestarios, pero una cosa es segura: nadie va a decir a USSOCOM que se ponga a dieta.
Lo que quieran los de operaciones especiales, lo obtendrán, y sin muchas preguntas – y virtualmente ninguna de esas serán formuladas en público.



El presupuesto de USSOCOM se ha cuadruplicado desde el 11-S.


El orden de batalla de operaciones especiales se ha expandido correspondientemente.


En la actualidad, se calcula que tienen en su nómica a unos 66.000 colaboradores uniformados y civiles, una duplicación de la cantidad desde 2001 y se proyecta más crecimiento.
Sin embargo, esta expansión ya había comenzado bajo el predecesor de Obama. Su contribución esencial ha sido la ampliación del mandato de operaciones especiales. Como lo describió un observador, la Casa Blanca de Obama le “soltó la correa” al Comando de Operaciones Especiales.

En consecuencia, los activos de USSOCOM van actualmente a más sitios y emprenden más misiones, mientras gozan de mayor libertad de acción que nunca antes.

Después de una década en la cual Iraq y Afganistán absorbieron la mayor parte de la atención, áreas hasta ahora "descuidadas" de África, Asia y Latinoamérica están recibiendo más consideración.

Los operadores especiales, que ya operan en docenas de países en todo el mundo –120 a fines de este año– realizan actividades que van desde el reconocimiento y el "contraterrorismo" a "ayuda humanitaria" y “acción directa”. La consigna tradicional de las fuerzas especiales del Ejército es “De Oppresso Liber” (“Liberar a los oprimidos”).

Una consigna más apta para las fuerzas especiales en su conjunto podría ser “¡Pronto llegaremos a un país del Tercer Mundo cerca del tuyo!”



El reemplazo de fuerzas convencionales por fuerzas de operaciones especiales como el instrumento militar preferido de EE.UU. –la “fuerza elegida” según el jefe de USSOCOM, almirante William McRaven– marca la terminación de un reposicionamiento cultural de décadas de duración del soldado estadounidense. El soldado que solía ser representado por los tipos de los icónicos Willie y Joe del caricaturista Bill Mauldin, ya no existe, su sitio ha sido reemplazado por el guerrero profesional de elite de la actualidad. Las creaciones de Mauldin eran héroes, pero no superhéroes. Los anónimos, famosos, SEALs que mataron a Osama bin Laden son Avengers de sangre y hueso. Willie y Joe eran “nosotros”. Los SEALs son cualesquiera, pero no “nosotros”. Ocupan un pedestal muy por sobre los simples mortales. EE.UU. teleadicto se siente sobrecogido ante su pericia y bravura.


Esta transformación cultural tiene importantes implicaciones políticas. Representa la máxima manifestación del abismo que ahora separa a los militares y a la sociedad. Lamentada sobre el papel por algunos, incluidos el ex secretario de Defensa Robert Gates y el ex jefe del Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen, esta brecha civil-militar solo ha aumentado con el pasar de las décadas y es aceptada como la norma en la actualidad. Una consecuencia es que el pueblo estadounidense ha perdido los derechos de propietario de su ejército, y que ahora tiene menos control sobre el empleo de fuerzas de EE.UU. que los neoyorquinos sobre la dirección de los Knicks o de los Yankees.


Como espectadores y admiradores, podemos aceptar tal cual el testimonio de expertos (incluso si ese testimonio es pocas veces desinteresado) que nos aseguran que los SEALs, Rangers, Boinas Verdes, etc. son lo mejor de lo mejor, y que están listos para ser desplegados de inmediato para que los estadounidenses puedan dormir tranquilos en sus camas. Si EE.UU. está verdaderamente involucrado, como ha dicho el almirante McRaven, en “una lucha generacional”, seguramente querremos tener a esos sujetos de nuestra parte.


A pesar de todo, permitir que la guerra en la sombra se convierta en la nueva manera estadounidense de librar la guerra no deja de tener desventajas. Lo que sigue son tres motivos por los cuales deberíamos pensarlo dos veces antes de entregar la seguridad global al almirante McRaven y a sus asociados.


Adiós responsabilización. La autonomía y la responsabilización existen en proporción inversa. Al aceptar la primera uno se despide de la segunda. En la práctica, lo único que el público sabe sobre actividades de operaciones especiales es lo que el aparato de seguridad decide divulgar. ¿Es posible depender de los que hablan por ese aparato en Washington para que digan la verdad?


No más de lo que puedes depender de JPMorgan Chase para que administren prudentemente tu dinero. De acuerdo, una vez que están en el terreno, la mayoría de los soldados harán lo correcto la mayor parte del tiempo. Ocasionalmente, sin embargo, incluso miembros de una fuerza de elite se apartarán del camino correcto. (Hasta hace algunas semanas, la mayoría de los estadounidenses consideraban que los agentes del Servicio Secreto de la Casa Blanca formaban parte de una fuerza de elite.) Los estadounidenses sienten una fuerte tendencia de confiar en los militares. Pero como dijo una vez un famoso republicano: confía, pero verifica. No hay verificación de las cosas que se mantienen secretas. Dar rienda suelta a USSOCOM es una receta para mala conducta.


Hola presidencia imperial. Desde el punto de vista de un presidente, una de las cosas atractivas respecto a las fuerzas especiales es que puede enviarlas a cualquier parte cada vez que quiera hacerlo para que hagan cualquier cosa que ordene. No hay necesidad de pedir permiso o de explicar. Emplear USSOCOM como tus propias fuerzas armadas privadas significa que nunca tengas que disculparte. Cuando el presidente Clinton intervino en Bosnia o Kosovo, cuando el presidente Bush invadió Afganistán e Iraq, por lo menos salieron en televisión para informarnos. Por superficiales que hayan sido las consultas, la Casa Blanca por lo menos discutió las cosas con los dirigentes en el Congreso. De cuando en cuando, los miembros del Congreso incluso votaron para indicar aprobación o desaprobación de alguna acción militar.


En el caso de las operaciones especiales, no se requiere notificación o consulta alguna. El presidente y sus acólitos tienen mano libre. Sobre la base de los precedentes establecidos por Obama, presidentes estúpidos y temerarios aprovecharán esta prerrogativa no menos que los hábiles y bien intencionados.


¿Y entonces qué…? Mientras fuerzas de operaciones especiales estadounidenses recorren el mundo asesinando malhechores, la famosa pregunta planteada por David Petraeus al comenzar la invasión de Iraq –“Decidme cómo terminará esto”– se eleva al nivel de un enigma talmúdico. Ciertamente hay numerosos malhechores que no nos quieren (primordial pero no necesariamente en el Gran Medio Oriente). ¿Cuántos tendrá que liquidar USSOCOM antes de haber cumplido su tarea? La respuesta a esa pregunta se hace tanto más difícil en vista de que algunas de las matanzas tienen el efecto de sumar nuevos reclutas a las filas de los adversarios.


En breve, la entrega de la guerra a operadores especiales rompe un vínculo que es ya demasiado tenue entre la guerra y la política; se convierte en guerra por sí sola. ¿Recordáis la “Guerra global contra el terror” de George W. Bush? En realidad, su guerra nunca fue verdaderamente global. Una guerra librada en un mundo de operaciones privadas primero puede convertirse en verdaderamente global – e interminable. En ese caso, la “lucha generacional” del almirante McRaven probablemente se convertirá en una profecía auto-realizada.


Andrew J. Bacevich es profesor de historia y relaciones internacionales en la Universidad Boston y colaborador regular de TomDispatch. Es editor del nuevo libro The Short American Century , que acaba de ser publicado por Harvard University Press.
Copyright 2012 Andrew J. Bacevich © 2012 TomDispatch. All rights reserved.
Fuente: http://www.tomdispatch.com/blog/175547/

Un ejemplo de estos nuevos escenarios de guerra es un reportaje de Jeremy Scahill publicado en The Nation (Blackwater’s Black Ops, 15/9/2010) en el que reveló que el ejército mercenario más grande del mundo,Blackwater (ahora llamado Xe Services ) vendió servicios clandestinos de espionaje a la trasnacional Monsanto.



Blackwater cambió de nombre en 2009, luego de hacerse famosa en el mundo por las denuncias sobre sus abusos en Iraq, incluidasmasacres de civiles.
Su trabajo puede estar en cualquier pais - desde introducir armas ilegales en Afganistan, hasta entrenar ilegalmente francotiradores en la policia de Taiwan....




Abu Dabi contrata mercenarios de Blackwater para combatir futuras revueltas


Desde la Antigua Roma hasta nuestros días la receta perfecta para combatir revueltas populares ha sido siempre la misma: Mercenarios.
Enlace: ELPAÍS.com

Sigue siendo el mayor contratista privado del Departamento de Estado de Estados Unidos en servicios de seguridad, es decir para practicarel terrorismo de Estado dándole al gobierno la posibilidad de negarlo.

Muchos militares y ex oficiales de la CIA trabajan para Blackwater o alguna de las empresas vinculadas que creó para desviar la atención de su mala fama y generar más lucro vendiendo sus nefastos servicios –que van desde información y espionaje hasta infiltración, cabildeo político y entrenamiento paramilitar– a otros gobiernos, bancos y empresas trasnacionales.

Según Scahill los negocios con trasnacionales –como Monsanto, Chevron, y gigantes financieros como Barclays y Deutsche Bank– se canalizan a través de dos empresas que son propiedad de Erik Prince, dueño de Blackwater:
Total Intelligence Solutions y Terrorism Research Center.


Éstas comparten oficiales y directivos de Blackwater.

Uno de ellos, Cofer Black, conocido por su brutalidad siendo uno de los directores de la CIA, fue quien hizo contacto con Monsanto en 2008 como directivo de Total Intelligence, concertando el contrato con la compañía, para espiar e infiltrar a organizaciones de activistas por los derechos de los animales, contra los transgénicos y otras sucias actividades del gigante biotecnológico.


Scahill cuenta con copias de los correos electrónicos de Cofer Black posteriores a la reunión con Wilson de Monsanto, donde les explica a otros ex agentes de la CIA, usando sus direcciones electrónicas de Blackwater, que la discusión con Wilson fue que Total Intelligence se convertiría en el brazo de inteligencia de Monsanto, espiando activistas y otras acciones, incluido que nuestra gente se integre legalmente a esos grupos.

No asombra que una empresa de ciencias de la muerte como Monsanto, que se ha dedicado desde sus orígenes a producir tóxicos y desparramar venenos, desde el Agente Naranja hasta los PCB (policlorobifenilos), agrotóxicos, hormonas y semillas transgénicas, se asocie con otra empresa de matones.

BILL GATES compro 500.000 acciones de Monsanto, (Fundación Bill y Melinda Gates), que con esto se quita definitavamente su disfraz filantrópico.
Se trata de un casamiento entre los dos monopolios más brutales de la historia del industrialismo:
Bill Gates controla más de 90 por ciento del mercado de programas patentados de computación y Monsanto cerca de 90 por ciento del mercado mundial de semillas transgénicas y la mayoría del mercado global de semillas comerciales.

No existen en ningún otro rubro industrial monopolios tan vastos,cuya propia existencia es una negación del cacareado principio decompetencia de mercado del capitalismo.







Tanto Gates como Monsanto son muy agresivos en la defensa de susmal habidos monopolios.

Aunque Bill Gates intente decir que la Fundación no está ligada a sus actividades comerciales, todo lo que ésta hace demuestra lo contrario:

gran parte de sus donaciones terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, además de que en realidad no dona nada, sino que en lugar de pagar impuestos a las arcas públicas, invierte sus ganancias donde le favorezca económicamente, incluida como propaganda de sus supuestas buenas intenciones.

Por el contrario, sus donaciones financian proyectos tan destructivos como la geoingeniería o la sustitución de medicinas naturales y comunitarias por medicamentos patentados de alta tecnología en las zonas más pobres del mundo. Qué coincidencia, el ex secretario de Salud Julio Frenk y Ernesto Zedillo son consejeros de la Fundación.

Al igual que Monsanto, Gates se dedica también a tratar de destruir la agricultura campesina en todo el planeta, principalmente a través de la llamadaAlianza para una Revolución Verde en África
 

 
 Ésta funciona como caballo de Troya para despojar a los campesinos africanos pobres de sus semillas tradicionales, sustituyéndolas por semillas de las empresas primero, y finalmente por transgénicos.

Para ello, la Fundación contrató en 2006, justamente a Robert Horsch, un director de Monsanto.

Ahora Gates, venteando mayores ganancias, se fue directo a la fuente.

Blackwater, Monsanto y Gates son tres caras de la misma figura: la máquina de guerra contra el planeta y la mayoría de la gente que lo habita, sean campesinos y campesinas, indígenas, comunidades locales, gente que quiere compartir información y conocimientos o cualquier otro que no quiera estar en la égida de lucro y destrucción del capitalismo.



EL MUNDO SERIA MAS BELLO SIN MONSANTO



Silvia Ribeiro La Jornada *La autora es investigadora del Grupo ETC
http://www.jornada.unam.mx/2010/10/09/index.php?section=opinion&article=024a1eco


articulo completo:
Un reporte de Jeremy Scahill publicado en The Nation (Blackwater’s Black Ops, 15/9/2010) reveló que el ejército mercenario más grande del mundo, Blackwater (ahora llamado Xe Services) le vendió servicios clandestinos de espionaje a la trasnacional Monsanto. Blackwater cambió de nombre en 2009, luego de hacerse famosa en el mundo por las denuncias sobre sus abusos en Irak, incluidas masacres de civiles. Sigue siendo el mayor contratista privado del Departamento de Estado de Estados Unidos en servicios de seguridad, es decir para practicar el terrorismo de Estado dándole al gobierno la posibilidad de negarlo.Muchos militares y ex oficiales de la CIA trabajan para Blackwater o alguna de las empresas vinculadas que creó para desviar la atención de su mala fama y generar más lucros vendiendo sus nefastos servicios –que van desde información y espionaje hasta infiltración, cabildeo político y entrenamiento paramilitar– a otros gobiernos, bancos y empresas trasnacionales. Según Scahill los negocios con trasnacionales –como Monsanto, Chevron, y gigantes financieros como Barclays y Deutsche Bank– se canalizan a través de dos empresas que son propiedad de Erik Prince, dueño de Blackwater: Total Intelligence Solutions yTerrorism Research Center. Éstas comparten oficiales y directivos de Blackwater.
Uno de ellos, Cofer Black, conocido por su brutalidad siendo uno de los directores de la CIA, fue quien hizo contacto con Monsanto en 2008 como directivo de Total Intelligence, concertando el contrato con la compañía, para espiar e infiltrar a organizaciones de activistas por los derechos de los animales, contra los transgénicos y otras sucias actividades del gigante biotecnológico.
Contactado por Scahill, el ejecutivo Kevin Wilson de Monsanto se negó a hablar, pero posteriormente confirmó a The Nation que habían contratado a Total Intelligence en 2008 y 2009, según Monsanto solamente para hacer seguimiento de información pública de sus opositores. Dijo además, que Total Intelligence era una entidad totalmente separada de Blackwater.
Sin embargo, Scahill cuenta con copias de los correos electrónicos de Cofer Black posteriores a la reunión con Wilson de Monsanto, donde les explica a otros ex agentes de la CIA, usando sus direcciones electrónicas de Blackwater, que la discusión con Wilson fue que Total Intelligence se convertiría en el brazo de inteligencia de Monsanto, espiando activistas y otras acciones, incluido que nuestra gente se integre legalmente a esos grupos. Monsanto pagó a Total Intelligence 127 mil dólares en 2008 y 105 mil dólares en 2009.
No asombra que una empresa de ciencias de la muerte como Monsanto, que se ha dedicado desde sus orígenes a producir tóxicos y desparramar venenos, desde el Agente Naranja hasta los PCB (policlorobifenilos), agrotóxicos, hormonas y semillas transgénicas, se asocie con otra empresa de matones.

Casi al mismo tiempo que la publicación de este artículo en The Nation, la Vía Campesina denunció la compra de 500 mil acciones de Monsanto, por más de 23 millones de dólares por la Fundación Bill y Melinda Gates, que con esto se terminó de sacar su careta defilantrópica. Otra asociación que no sorprende.
Se trata de un casamiento entre los dos monopolios más brutales de la historia del industrialismo: Bill Gates controla más de 90 por ciento del mercado de programas patentados de computación y Monsanto cerca de 90 por ciento del mercado mundial de semillas transgénicas y la mayoría del mercado global de semillas comerciales. No existen en ningún otro rubro industrial monopolios tan vastos, cuya propia existencia es una negación del cacareado principio de competencia de mercado del capitalismo. Tanto Gates como Monsanto son muy agresivos en la defensa de sus mal habidos monopolios.

Aunque Bill Gates intente decir que la Fundación no está ligada a sus actividades comerciales, todo lo que ésta hace demuestra lo contrario: gran parte de sus donaciones terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, además de que en realidad no donanada, sino que en lugar de pagar impuestos a las arcas públicas, invierte sus ganancias donde le favorezca económicamente, incluida como propaganda de sus supuestas buenas intenciones. Por el contrario, sus donaciones financian proyectos tan destructivos como la geoingeniería o la sustitución de medicinas naturales y comunitarias por medicamentos patentados de alta tecnología en las zonas más pobres del mundo. Qué coincidencia, el ex secretario de Salud Julio Frenk y Ernesto Zedillo son consejeros de la Fundación.

Al igual que Monsanto, Gates se dedica también a tratar de destruir la agricultura campesina en todo el planeta, principalmente a través de la llamada Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA). Ésta funciona como caballo de Troya para despojar a los campesinos africanos pobres de sus semillas tradicionales, sustituyéndolas por semillas de las empresas primero, y finalmente por transgénicos. Para ello, la Fundación contrató en 2006, justamente a Robert Horsch, un director de Monsanto. Ahora Gates, venteando mayores ganancias, se fue directo a la fuente.

Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/10/09/opinion/024a1eco


Monsanto declarado culpable por primera vez en Francia
“Monsanto es responsable de los daños causados de Paul François tras la inhalación del producto Lasso”,
podemos leer en la sentencia del Tribunal de Gran Instancia de Lyon.

En consecuencia, el Tribunal “condena a Monsanto completamente a Paul François por los daños ocasionados” precisa la sentencia del Tribunal, tras la consulta a un médico especialista del hospital Rothschild en Paris. El 27 de abril de 2004, Paul François, un agricultor de cereales de Bernac (Charentes) de 47 años de edad está incapacitado, habiendo recibido en la cara los vapores deLasso, un potente pesticida producido por el líder mundial de la agroquímica, al abrir la cuba de un vaporizador. De repente tuvo nauseas y después problemas de salud como (tartamudear, vértigo, dolor de cabeza, problemas musculares…) obligándole a dejar su trabajo durante casi un año.

En mayo de 2005, un año después de haber inhalado los vapores, los análisis revelaron en su organismo residuos de monoclorobenzeno, un disolvente presente en un 50% en el producto Lasso, al lado del principio activo del anacloro.

Tres años más tarde, el que se ha convertido en el portavoz de las víctimas de los pesticidas

 

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