A propósito de unas falsas imputaciones dirigidas a Walter Beveraggi Allende
Existen ciertos temas que, a pesar de ser siempre actuales y vigentes, y en tanto los damos como supuestos en nuestra vida cotidiana, debe ser nuestro enemigo el que nos los haga recordar y, cuando nos vemos obligados a hacerlo, ello nos permite también refrescarlos y actualizarlos.
El título de su obra resulta al respecto sumamente sugestivo: "Delirios argentinos", seguido de un subtítulo: Las ideas más extrañas de nuestra política e integrando a su vez una colección de Editorial Marea que también sugestivamente se titula: Pasado imperfecto. La obrita, escrita en letra grande y espaciada en abundancia, pretende abarcar todo el espectro político argentino de aquello que según el autor sería justamente lo "imperfecto", "delirante", "paranoico", pretendiendo incluir en la misma no solamente a las expresiones del peligrosísimo nazismo, entre quienes por supuesto nos incluye, sino también a exponentes de la extrema izquierda de las dos vertientes del partido Comunista, la rusófila y la maoísta, hasta llegar incluso a poner en esta vastísima colección de personas enfermizas (para él) a la mismísima Lilita Carrió por haber cometido ella también el "delirio" de haber manifestado que las multinacionales "vienen por nuestra agua, aire y subsuelo". Pero más allá de la curiosidad que puede suscitarnos esta extraña lista, lo realmente peligroso de esta obra son las eventuales soluciones que en el prólogo de la misma se nos proponen para "normalizar" y sanear a la Argentina.
Del vastísimo espectro de autores pertenecientes a lo que él califica como los "delirantes" antisemitas en los que se parte de Julián Martel y se termina con Norberto Ceresole, nos dedicaremos en dos notas separadas a rebatir lo manifestado en relación al suscripto en segundo término y a quien tuviéramos el sumo honor de conocer en vida, Walter Beveraggi Allende. Asumimos la defensa de este último porque, en razón de haber fallecido, no está en condiciones de defenderse y varias falsedades que sobre el mismo se manifiestan deben ser sin más refutadas.
Pero antes de comenzar con tal tarea hagamos una breve referencia a lo que el autor comprende como "salud" o "normalidad", como lo opuesto a los exponentes del "delirio", la "locura" y otros epítetos simpáticos que invita a combatir. Kiernan está convencido de que no existe un "imperialismo" (posiblemente sea por ello que un yanqui lo prologa) u otra institución enemiga de la Argentina que conspire en contra de su progreso. Que el capital extranjero viene a traer bienestar, aunque por supuesto se lleve también ganancia, lo cual es para él secundario. Que por lo tanto el enemigo mayor de los argentinos no viene de afuera sino de algunos de nuestros compatriotas, los ya mencionados "delirantes", es decir de personas que niegan la realidad y que inventan como sustituto otra ficticia. Al respecto habría que contestarle que lo que él llama pomposamente "realidad" es tan sólo su punto de vista personal que él de manera sumamente dogmática pretende imponer a todos como lo único verdadero, reputando, en un auténtico acto de terrorismo intelectual, a quienes niegan sus puntos vista como personas enfermas. En esto consiste la contradicción principal que hallamos en su obra. Él critica a los otros lo que realmente practica: sostener en forma totalitaria un punto de vista y negarles cualquier valor positivo a quienes piensan diferente. Gracias a Dios que el periodista aludido no integra ninguna cheka, pues de lo contrario estaríamos obligados a "curarnos" de nuestra enfermedad y a tener que llegar en forma obligada a compartir su concepto de salud.
Siempre en concordancia con su esquema, digamos que para Kiernan, el eximio profesor de Economía Política de la Universidad de Buenos Aires durante 25 años, cuya fundamental obra La teoría cualitativa de la moneda, fuera traducida a diversos idiomas, don Walter Beveraggi Allende, es un "mitómano" y enfermo por haber en 1969 difundido un folleto titulado El Plan Andinia, el que según Kiernan, sería de su autoría, pues se trataría de una falsificación similar a la efectuada con los Protocolos de los Sabios de Sión, pero referida en este caso a la República Argentina. Digamos al respecto que atribuirle la autoría de tal obra a Beveraggi Allende por el solo hecho de haber ayudado a difundirla es nada más que una conjetura del autor no corroborada con ninguna prueba al respecto. Nosotros tuvimos ocasión de debatir el tema con el mismo y podemos atestiguar de acuerdo a sus dichos que tal obra le fue provista por personas provenientes de la colectividad judía, lo cual también el aludido menciona.
En el caso específico del Plan Andinia no se ha podido dar con un texto previo del cual se podría haber hecho el plagio, y achacárselo a Beveraggi en su redacción como hace Kiernan es un acto de verdadera audacia intelectual. Para nosotros el problema es de otro tipo. Acá no estamos en el terreno de la literatura en donde se cobran los derechos de autor. Sea los Protocolos como el Plan Andinia son simplementeplanes de operaciones. Lo que los mismos tienen en común es señalar que los hechos que se suceden obedecen a directrices especiales y que la historia no es el producto ni del azar ni de una ley fatal que obligue a los acontecimientos a producirse de una determinada manera. No es cierto lo que decía Marx que la revolución sea un hecho necesario, sino que la misma es generada por la libre voluntad de los hombres. Podrían no haberse producido ni la Revolución Francesa ni la Rusa. Tuvieron que existir determinadas personas que la hicieron posible. Por lo tanto, en la medida que aquí nos hallamos con un plan de combate y de conquista de un Estado carece totalmente de importancia el llegar a determinar si el que piensa ejecutarlo se haya copiado de otro para elaborar su plan. Lo importante es en cambio determinar si el mismo se ha cumplido. Por ello Hugo Wast solía decir que los Protocolos podrán ser un plagio, pero se han venido cumpliendo a la perfección.
Vayamos al punto específico que señala el Plan Andinia. El mismo formula en 1969, año éste clave en el proceso de la decadencia argentina, pues será el comienzo de la terrible guerra civil que nos desangró y condujo a las crisis que hemos venido padeciendo, que todos los procesos de destrucción que iba a padecer nuestro país iban a ser inducidos especialmente. Kiernan por ejemplo nos recuerda que allí se decía que se iba a inflitrar por la izquierda al peronismo para producir la reacción represora de los militares. Eso efectivamente es lo que sucedió y fue dicho mucho antes de que aconteciera.
Con respecto a la responsabilidad de los judíos en la ejecución de este Plan disolutorio de nuestra nación, allí teníamos ciertas diferencias con Beveraggi. Si bien él discriminaba entre el judío y el sionista y achacaba sólo a este último el afán de dominio universal, nosotros en cambio discrepábamos aun en esta última interpretación. Nuestro razonamiento era el siguiente. Sea los Protocolos como el Plan Andinia mostraban el accionar de ciertas fuerzas en los bastidores de la historia y que los acontecimientos no eran el producto ni de la casualidad ni de la fatalidad, sino de una acción premeditada e inteligente. Pero si nosotros caíamos en la actitud de atribuírselo todo a los judíos, aunque fuere tan sólo a un sector de tal comunidad, sin darnos cuenta estábamos cayendo víctimas de una sugestión. Terminábamos aceptando que la inteligencia de ellos era superior a la nuestra y que por lo tanto habíamos perdido la partida. Por un camino en apariencias antijudío se terminaba aceptando el dogma de ciertos sectores de tal religión que manifiestan que se trata del pueblo elegido y superior a los restantes. Justamente hoy en día notamos esta actitud en quienes le achacan todo lo que pasa a tal colectividad aun aquellas acciones en apariencias en su contra como los famosos atentados de la Amia y la embajada. Se convertirían así como el Deus ex machina que lo hace absolutamente todo desde lo bueno hasta lo que aun se le contrapone. Por lo tanto el valor de tales textos debe ser reputado con independencia no sólo de que hayan sido un plagio, sino principalmente en relación al sujeto que allí se delata, el judío. Habría que referirlos en última instancia a una sociedad secreta con gran poder político y económico, adherida a una determinada concepción del mundo que intenta hacer triunfar sus objetivos contando entre sus ejecutores sea a personas de origen judío como ario. Su valor es pues el de haber develado sea en lo relativo al mundo, como a la república Argentina en particular la existencia de una tercera dimensión en la historia. Además de los hechos y sus ejecutores aparentes, existen fuerzas ocultas que influyen de manera decisiva en los acontecimientos.
Son incalculables las mendacidades proferidas por Kiernan relativas a Beveraggi como para enumerarlas a todas. Pero vayamos a un par de ellas. Él lo acusa de haber ensalzado a las diferentes dictaduras militares y en cambio haber centrado sus críticas a los regímenes democráticos a los que reputa como los únicos corruptos. No es cierto. Le recomendamos leer su folleto: Martínez de Hoz o como se destroza una economía, escrito en pleno Proceso Militar y que le originara distintas persecuciones, justamente en un mismo momento en que varios políticos demócratas y distintos organismos multinacionales afines a nuestro periodista ensalzaban a tal économísta titulándolo "el mago de Oz".
Él le imputa haber sido un colaborador secreto de la ya desaparecida revista de Patricio Maguirre, Informaciones sobre la Masonería, y de haber sido el redactor de todos los artículos que allí aparecían con la firma de Profesor Z. Me consta que no es así. Si bien no fui amigo de Maguirre recuerdo que la única vez que lo conocí le pregunté justamente por la identidad de este misterioso Dr. (no profesor) Z que escribía especialmente sobre temas esotéricos y relativos a la masonería (temas éstos que por otro lado no eran de la especialidad de Beveraggi). Me contestó que él tampoco lo conocía personalmente, que era alguien que le enviaba informes a su casilla de correos y que suponía que se trataba de un masón arrepentido.
Habría mucho más para decir pero como consideramos haber dicho suficiente suspendemos esta nota, la que continuaremos en fecha próxima para contestar lo relativo al suscripto.
Buenos Aires, 15-11-06
Marcos Ghio
Existen ciertos temas que, a pesar de ser siempre actuales y vigentes, y en tanto los damos como supuestos en nuestra vida cotidiana, debe ser nuestro enemigo el que nos los haga recordar y, cuando nos vemos obligados a hacerlo, ello nos permite también refrescarlos y actualizarlos.
Hace unos días nos enteramos por la revista Noticias que el medio gráfico fundado y dirigido por el delegado sudamericano del Centro Simon Wiesenthal, Página 12, a través de un periodista especializado en temas nazis en la Argentina, de nombre Sergio Kiernan, había publicado un libro en el cual sistematizaba una idea fija que viene desarrollando desde hace años y a la que tuvimos que en algún momento refutar debido a la impertinencia y frivolidad con la cual argumentaba en nuestra contra desde el medio aludido. Su verdadera obsesión es que la Argentina está llena de delirantes y paranoicos entre los que incluye especialmente a los "nazis" que el aludido Centro persigue por el planeta entero en un verdadero ejercicio de maccartismo por el cual todo aquel que se preocupa o por el problema judío, o simplemente opina que existen fuerzas que actúan detrás de los bastidores de la historia, es un nazi peligrosísimo que debe sin más ser segregado de la comunidad en la que vive.
Del mismo modo en que hace 50 años el senador Mac Carty perseguía a los sospechosos de comunismo en los EEUU, el Centro Wiesenthal vive obsesionado buscando a nazis potenciales en el mundo entero, por supuesto que como ya se les terminaron los "genocidas" de la gran guerra debido al tiempo transcurrido, ahora le corresponde el turno a aquellos que presentan signos de poder llegar a serlo en algún momento. Por supuesto que tal organización no dice nada del nazismo aplicado por el Estado de Israel en contra del pueblo palestino, ni de sus consuetudinarios asesinatos de "escudos humanos" y de niños tiradores de piedras y, como es también de imaginar, ello tampoco es preocupación específica del señor Kiernan.
El título de su obra resulta al respecto sumamente sugestivo: "Delirios argentinos", seguido de un subtítulo: Las ideas más extrañas de nuestra política e integrando a su vez una colección de Editorial Marea que también sugestivamente se titula: Pasado imperfecto. La obrita, escrita en letra grande y espaciada en abundancia, pretende abarcar todo el espectro político argentino de aquello que según el autor sería justamente lo "imperfecto", "delirante", "paranoico", pretendiendo incluir en la misma no solamente a las expresiones del peligrosísimo nazismo, entre quienes por supuesto nos incluye, sino también a exponentes de la extrema izquierda de las dos vertientes del partido Comunista, la rusófila y la maoísta, hasta llegar incluso a poner en esta vastísima colección de personas enfermizas (para él) a la mismísima Lilita Carrió por haber cometido ella también el "delirio" de haber manifestado que las multinacionales "vienen por nuestra agua, aire y subsuelo". Pero más allá de la curiosidad que puede suscitarnos esta extraña lista, lo realmente peligroso de esta obra son las eventuales soluciones que en el prólogo de la misma se nos proponen para "normalizar" y sanear a la Argentina.
El prologuista (¿yanqui?) de la obra, Andrew Graham-Yooll, manifesta que en países normales, lamentablemente el nuestro no lo sería, a tales delirantes que siempre los hay se los mandaba a colonias de reeducación para curarlos. Posiblemente haya sido normal la Unión Soviética con sus clínicas psiquiátricas para "enfermos" que no podían comprender las bondades del comunismo. Acá en cambio, en tanto nos encontramos con un país subdesarrollado, nos deberíamos conformar con leer la obra de Kiernan y "divertirnos un poco" a fin de tomar distancia y segregar a los "delirantes". En realidad habría que decir que más allá de ciertas cosas risueñas de las que nos enteramos en tal texto (especialmente las referidas a la figura del trotskysta Posadas o del maoísta Vargas, o de los nazis Franze y López Tapia), el conjunto de la obra, en razón de la mala fe expresa en que incurre el autor, totalmente indocumentado en varios puntos como veremos, da más ganas de llorar que de otra cosa.
Del vastísimo espectro de autores pertenecientes a lo que él califica como los "delirantes" antisemitas en los que se parte de Julián Martel y se termina con Norberto Ceresole, nos dedicaremos en dos notas separadas a rebatir lo manifestado en relación al suscripto en segundo término y a quien tuviéramos el sumo honor de conocer en vida, Walter Beveraggi Allende. Asumimos la defensa de este último porque, en razón de haber fallecido, no está en condiciones de defenderse y varias falsedades que sobre el mismo se manifiestan deben ser sin más refutadas.
Pero antes de comenzar con tal tarea hagamos una breve referencia a lo que el autor comprende como "salud" o "normalidad", como lo opuesto a los exponentes del "delirio", la "locura" y otros epítetos simpáticos que invita a combatir. Kiernan está convencido de que no existe un "imperialismo" (posiblemente sea por ello que un yanqui lo prologa) u otra institución enemiga de la Argentina que conspire en contra de su progreso. Que el capital extranjero viene a traer bienestar, aunque por supuesto se lleve también ganancia, lo cual es para él secundario. Que por lo tanto el enemigo mayor de los argentinos no viene de afuera sino de algunos de nuestros compatriotas, los ya mencionados "delirantes", es decir de personas que niegan la realidad y que inventan como sustituto otra ficticia. Al respecto habría que contestarle que lo que él llama pomposamente "realidad" es tan sólo su punto de vista personal que él de manera sumamente dogmática pretende imponer a todos como lo único verdadero, reputando, en un auténtico acto de terrorismo intelectual, a quienes niegan sus puntos vista como personas enfermas. En esto consiste la contradicción principal que hallamos en su obra. Él critica a los otros lo que realmente practica: sostener en forma totalitaria un punto de vista y negarles cualquier valor positivo a quienes piensan diferente. Gracias a Dios que el periodista aludido no integra ninguna cheka, pues de lo contrario estaríamos obligados a "curarnos" de nuestra enfermedad y a tener que llegar en forma obligada a compartir su concepto de salud.
Siempre en concordancia con su esquema, digamos que para Kiernan, el eximio profesor de Economía Política de la Universidad de Buenos Aires durante 25 años, cuya fundamental obra La teoría cualitativa de la moneda, fuera traducida a diversos idiomas, don Walter Beveraggi Allende, es un "mitómano" y enfermo por haber en 1969 difundido un folleto titulado El Plan Andinia, el que según Kiernan, sería de su autoría, pues se trataría de una falsificación similar a la efectuada con los Protocolos de los Sabios de Sión, pero referida en este caso a la República Argentina. Digamos al respecto que atribuirle la autoría de tal obra a Beveraggi Allende por el solo hecho de haber ayudado a difundirla es nada más que una conjetura del autor no corroborada con ninguna prueba al respecto. Nosotros tuvimos ocasión de debatir el tema con el mismo y podemos atestiguar de acuerdo a sus dichos que tal obra le fue provista por personas provenientes de la colectividad judía, lo cual también el aludido menciona.
Ahora bien Kiernan se asombra de que ello haya podido ser así. Sin embargo le puedo asegurar que Beveraggi Allende tuvo como colaboradores estrechos a muchos miembros de tal colectividad. Por ejemplo cuando la DAIA lo querelló por difamación, él lo tuvo como abogado defensor al ciudadano de origen judío Isaac Damski. Además mantuvo una muy estrecha vinculación con un escritor judío radicado en Córdoba de quien difundió diferentes obras que denunciaban el accionar del sionismo. Se trata de Zoilo Czysorik, un inmigrante judío nacido en Polonia, autor de una famosa obra que se titulaba "El imperio sionista en la Argentina". Por otra parte me consta que ha sido una práctica de ciudadanos de origen judío denunciar a sus semejantes acudiendo a publicaciones antisemitas debido a que suponían que las mismas le darían gran cabida a sus denuncias. Podemos recordar al respecto que en 1984 la revista Cabildo publicó en exclusividad una denuncia efectuada por personas de origen judío en contra del rabino Marshall Meyer, integrante de la Conadep, por corrupción de menores.
Pero sin extendernos en este tema queremos regresar a la cuestión del Plan Andinia. Con Beveraggi Allende comentamos lo relativo a la autenticidad de dicho texto. Respecto del mismo nos pareció que acontecía algo parecido a lo sucedido con los famosos Protocolos de los Sabios de Sión. Era muy probable que se tratase de un plagio y que no fuera cierto que se hubiese tratado de las actas de una reunión secreta de judíos. En el caso de esta obra se ha demostrado que fueron una copia de otra editada previamente en Francia bajo Napoleón III, realizada por un tal Maurice Joly. Por lo cual es muy factible, como nos recuerda Kiernan, que sea cierto que algunos integrantes de la policía secreta del zar hayan efectuado tal falsificación. A este argumento podemos agregar el de René Guénon quien ha hecho notar que en ningún caso una sociedad secreta lleva las actas de sus reuniones.
En el caso específico del Plan Andinia no se ha podido dar con un texto previo del cual se podría haber hecho el plagio, y achacárselo a Beveraggi en su redacción como hace Kiernan es un acto de verdadera audacia intelectual. Para nosotros el problema es de otro tipo. Acá no estamos en el terreno de la literatura en donde se cobran los derechos de autor. Sea los Protocolos como el Plan Andinia son simplementeplanes de operaciones. Lo que los mismos tienen en común es señalar que los hechos que se suceden obedecen a directrices especiales y que la historia no es el producto ni del azar ni de una ley fatal que obligue a los acontecimientos a producirse de una determinada manera. No es cierto lo que decía Marx que la revolución sea un hecho necesario, sino que la misma es generada por la libre voluntad de los hombres. Podrían no haberse producido ni la Revolución Francesa ni la Rusa. Tuvieron que existir determinadas personas que la hicieron posible. Por lo tanto, en la medida que aquí nos hallamos con un plan de combate y de conquista de un Estado carece totalmente de importancia el llegar a determinar si el que piensa ejecutarlo se haya copiado de otro para elaborar su plan. Lo importante es en cambio determinar si el mismo se ha cumplido. Por ello Hugo Wast solía decir que los Protocolos podrán ser un plagio, pero se han venido cumpliendo a la perfección.
Vayamos al punto específico que señala el Plan Andinia. El mismo formula en 1969, año éste clave en el proceso de la decadencia argentina, pues será el comienzo de la terrible guerra civil que nos desangró y condujo a las crisis que hemos venido padeciendo, que todos los procesos de destrucción que iba a padecer nuestro país iban a ser inducidos especialmente. Kiernan por ejemplo nos recuerda que allí se decía que se iba a inflitrar por la izquierda al peronismo para producir la reacción represora de los militares. Eso efectivamente es lo que sucedió y fue dicho mucho antes de que aconteciera.
El Plan Andinia insistía en un programa de secesión de la Patagonia para a partir de allí constituir un nuevo Estado teniendo en cuenta las ingentes riquezas que allí existían. No se necesita ahondar demasiado en los hechos para constatar que lo que allí se decía hace casi cuarenta años se ha venido cumpliendo con lujo de detalles. Hoy en día gracias a la reforma constitucional de 1994 la Argentina votó espontáneamente desprenderse de sus recursos naturales pertenecientes al subsuelo. De este modo provincias con menos de 200.000 habitantes como Santa Cruz o de 500.000 como Neuquén son hoy dueñas del 80% de nuestro gas y del 60% de nuestro petróleo. Las mismas hoy negocian directamente con las empresas petroleras extranjeras cobrando regalías que antes se las proveía el Estado nacional. Días pasados el gobernador Sobish llegó a decir que la Argentina no debería comparle gas a Bolivia sino a Neuquén. Justamente lo que el Plan Andinia decía hace algunas décadas, nuestro país iba a terminar perdiendo sus riquezas principales y ya no íbamos a tener más el petróleo para financiar nuestra educación y salud. También de tales exacciones voluntariamente efectuadas y con la indiferencia e ignorancia colectiva que ha contado con la complicidad de nuestros políticos y de la "prensa seria" tales provincias pueden tener gobernadores con fondos suficientes para financiar costosísimas campañas presidenciales. A ello agreguemos también la venta ilimiatada de tierras patagónicas a compañías y personas extranjeras, habiéndose derogado la ley que ponía límites a tales compras e impedía a extranjeros adquirir tierras en lugares limítrofes. Sumado a ello un verdadero secreto de Estado respecto de la cantidad de hectáreas enajenadas aprovechando el extranjero la devaluación de nuestra moneda, lo cual también está señalado claramente en el Plan Andinia.
Con respecto a la responsabilidad de los judíos en la ejecución de este Plan disolutorio de nuestra nación, allí teníamos ciertas diferencias con Beveraggi. Si bien él discriminaba entre el judío y el sionista y achacaba sólo a este último el afán de dominio universal, nosotros en cambio discrepábamos aun en esta última interpretación. Nuestro razonamiento era el siguiente. Sea los Protocolos como el Plan Andinia mostraban el accionar de ciertas fuerzas en los bastidores de la historia y que los acontecimientos no eran el producto ni de la casualidad ni de la fatalidad, sino de una acción premeditada e inteligente. Pero si nosotros caíamos en la actitud de atribuírselo todo a los judíos, aunque fuere tan sólo a un sector de tal comunidad, sin darnos cuenta estábamos cayendo víctimas de una sugestión. Terminábamos aceptando que la inteligencia de ellos era superior a la nuestra y que por lo tanto habíamos perdido la partida. Por un camino en apariencias antijudío se terminaba aceptando el dogma de ciertos sectores de tal religión que manifiestan que se trata del pueblo elegido y superior a los restantes. Justamente hoy en día notamos esta actitud en quienes le achacan todo lo que pasa a tal colectividad aun aquellas acciones en apariencias en su contra como los famosos atentados de la Amia y la embajada. Se convertirían así como el Deus ex machina que lo hace absolutamente todo desde lo bueno hasta lo que aun se le contrapone. Por lo tanto el valor de tales textos debe ser reputado con independencia no sólo de que hayan sido un plagio, sino principalmente en relación al sujeto que allí se delata, el judío. Habría que referirlos en última instancia a una sociedad secreta con gran poder político y económico, adherida a una determinada concepción del mundo que intenta hacer triunfar sus objetivos contando entre sus ejecutores sea a personas de origen judío como ario. Su valor es pues el de haber develado sea en lo relativo al mundo, como a la república Argentina en particular la existencia de una tercera dimensión en la historia. Además de los hechos y sus ejecutores aparentes, existen fuerzas ocultas que influyen de manera decisiva en los acontecimientos.
Son incalculables las mendacidades proferidas por Kiernan relativas a Beveraggi como para enumerarlas a todas. Pero vayamos a un par de ellas. Él lo acusa de haber ensalzado a las diferentes dictaduras militares y en cambio haber centrado sus críticas a los regímenes democráticos a los que reputa como los únicos corruptos. No es cierto. Le recomendamos leer su folleto: Martínez de Hoz o como se destroza una economía, escrito en pleno Proceso Militar y que le originara distintas persecuciones, justamente en un mismo momento en que varios políticos demócratas y distintos organismos multinacionales afines a nuestro periodista ensalzaban a tal économísta titulándolo "el mago de Oz".
Él le imputa haber sido un colaborador secreto de la ya desaparecida revista de Patricio Maguirre, Informaciones sobre la Masonería, y de haber sido el redactor de todos los artículos que allí aparecían con la firma de Profesor Z. Me consta que no es así. Si bien no fui amigo de Maguirre recuerdo que la única vez que lo conocí le pregunté justamente por la identidad de este misterioso Dr. (no profesor) Z que escribía especialmente sobre temas esotéricos y relativos a la masonería (temas éstos que por otro lado no eran de la especialidad de Beveraggi). Me contestó que él tampoco lo conocía personalmente, que era alguien que le enviaba informes a su casilla de correos y que suponía que se trataba de un masón arrepentido.
Habría mucho más para decir pero como consideramos haber dicho suficiente suspendemos esta nota, la que continuaremos en fecha próxima para contestar lo relativo al suscripto.
Buenos Aires, 15-11-06
Marcos Ghio
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