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viernes, 23 de diciembre de 2011

Nuevo Orden Mundial: El cáncer del Estado fallido


El cáncer del Estado fallido
Por Henry C K Liu


Henry C.K. Liu.
Henry C.K. Liu es un reconocido analista económico y político que escribe regularmente en Asia Times. Es consejero del Roosevelt Institute norteamericano, y forma parte del equipo rector de la revista New Deal 2.0. Henry CK Liu nació en Hong Kong y estudió en la Universidad de Harvard, EE.UU., arquitectura y el diseño urbano. Su interés en la economía y las relaciones internacionales se inició cuando participó en el trabajo interdisciplinario en el desarrollo urbano y regional, como profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, Harvard y Columbia. Actualmente es presidente de una sede en Nueva York de un grupo de inversión privado.
Se ha dicho que cuando la economía se pone seria, esta se vuelve política. El Acuerdo General de Washington –Washington Consensus-, un término acuñado en 1990 por John Williamson del Instituto para la Economía Internacional, resume la ideología sincronizada de economistas del establecimiento de Washington, Reverberó alrededor del mundo durante un cuarto de un siglo como el verdadero evangelio de reforma indispensable por lograr crecimiento en una economía de mercado globalizada.

Inicialmente aplicado a América Latina y en el futuro a todas las economías en desarrollo, el término ha llegado a ser sinónimo de neo-liberalismo globalizado o fundamentalismo de mercado para describir las reglas universales de la política basadas en los principios de libre-mercado y disciplina monetaria dentro de estrechos límites ideológicos.

Promueve para todas las economías el control macroeconómico, libertad de comercio, medidas micro-económicas pro-mercado, privatización y desregulación en apoyo de una fe ideológica dogmática en la capacidad del mercado de resolver más eficazmente todos los problemas socio-económicos, y para afirmar un manto de rechazo de una contradicción obvia entre la eficacia del mercado y erradicación de la pobreza.

El crecimiento del capital financiero será para servir a costa del crecimiento del capital humano. El dinero legítimo, puro a través de la inflación, será logrado manteniendo sueldos bajos a través de desempleo estructural.

Los bolsones de pobreza en la periferia son el precio necesario para los centros prósperos. Tales dogmas garantizan el desempleo y pobreza,  condiciones de desastre económico, respetabilidad conceptual inmerecida. La intervención del Estado ha venido a enfocarse principalmente en reducir el poder del mercado de trabajo  a favor del capital en un descarado mecanismo de mercado rapaz.

El juego de reformas políticas prescrito por el Acuerdo general de Washington está compuesto de 10 proposiciones:


1) la disciplina fiscal;
2) re-dirección del gasto público hacia campos que ofrecen ingresos económicos altos;
3) reforma del impuesto para bajar tasas marginales y ensanchar la base del impuesto;
4) liberalización de la tasa de interés;
5) tipos de cambio competitivos;
6) liberalización de comercio;
7) liberalización del ingreso de  inversión directa extranjera (FDI);
8) privatización;
9) desregulación;
10) asegurar los derechos de propiedad privada.

Estas proposiciones se suman a una reducción  del papel central de gobierno en la economía y su obligación primaria de proteger al débil del fuerte, extranjero y/o doméstico.

Se ven entonces el desempleo y pobreza como caídas temporales, de transición de la selección de mercado natural sana, como efectos inevitables de la evolución económica que a la larga hará la economía más fuerte bien.

Los economistas neo-liberales defienden que el desempleo y pobreza, plagas mortalmente económicas en el término de corto plazo, pueden llevar a beneficios macroeconómicos en el término largo, así como algunos historiadores sostienen perversamente que la Muerte Negra (1348) tenía efectos beneficiosos de largo alcance en la sociedad europea.
El resultante, la escasez obrera en el corto plazo empujo hacia arriba a los sueldos en la mitad del siglo 14, y el ascenso súbito en la mortalidad llevó a una sobreoferta de bienes y causando la caída de los precios. Estas dos tendencias causaron la suba del estándar de vida para aquéllos todavía vivos. Todavía la escasez a corto plazo de mano de obra causada por la Muerte Negra les obligó a los propietarios a que dejaran de libres a sus siervos para extraer más mano de obra forzada de ellos. En reacción, los campesinos en muchas áreas usaron su poder de mercado en crecimiento para exigir un mejor trato o cargas suaves. Frustrados, los gremios se sublevaron en las ciudades y los campesinos se rebelaron en el campo. La Jacquerie en 1358, la Revuelta de los Campesinos en Inglaterra en 1381, la Rebelión de Cataluña en 1395, y muchas revueltas en Alemania, todas sirvieron para mostrar cuan seriamente la mortalidad había quebrado las tradicionales relaciones económicas y sociales.

El neo-liberalismo en el último cuarto-siglo creó condiciones que se manifestaron en protestas políticas violentas por el globo, la forma extremista es el terrorismo. Pero al menos la plaga bubónica fue soltada a través de la naturaleza y no por una fijación ideológica humana.

Y el neo-liberalismo mantiene obreros desempleados pero vivos con ayuda del seguro de desempleo, manteniendo una pileta de obreros siempre lista para impedir a los sueldos subir por cualquier escasez de mano de obra, eliminando incluso los beneficios a largo plazo cruelmente derivados de la Muerte Negra.

Se ha caracterizado el Acuerdo de Washington subsecuentemente como un "aplastar a golpes al Estado" (Informe Anual de los Naciones Unidas, 1998) y un "nuevo imperialismo" (M Shahid Alam, "Does Sovereignty Matter for Economic Growth?", 1999).

Pero el daño real del Acuerdo general de Washington tiene que ser reconocido propiamente: Que es una regla para generar Estados fallidos alrededor del mundo entre las economías en vías de desarrollo. Incluso en las economías desarrolladas, el neo-liberalismo genera un peligroso pero generalmente desconocido síndrome de Estado-fallido.

 La economía del neo-imperialismo

ROSA TRISTAN
Los Estados Unidos son el abogado principal de la eficacia de los mercados libres y de los beneficios económicos de privatización del sector público. Este prescribe medidas políticas que debilitan agresivamente el aparato estatal y que inevitablemente llevan a la estadidad fallida. Al mismo tiempo los EE.UU. son los líderes de una super-poderosa intervención militar en los Estados fallidos alrededor del mundo. El número de víctimas causadas por el neo-liberalismo, por lejos excede aquéllas causadas por la disputa étnica en Estados fallidos.

Todavía mientras los neo-liberales, junto con sus extraños compañeros de cama los neo-conservadores, abogan por la intervención militar humanitaria en Estados fallidos, ellos se oponen a una fuerte intervención gubernamental en mercados fallidos que aceptan el desempleo como antídoto necesario para la inflación (ver Tackle failed markets, not failed states, March 26, 2002).

Los neo-imperialistas identifican estadidad fallada como el resultado natural de antiimperialismo. Históricamente cuando los vacíos de poder dejados por los Estados fallidos amenazaron a los grandes poderes la solución inmediata fue la conquista imperialista. Tales conquistas estaban justificadas como requisito para imponer el orden y la civilización en lugar del caos y el atraso. Pero el imperialismo perdió su legitimidad como resultado de una falsa promoción de sentimientos antiimperialistas generados por los belicosos poderes imperialistas de la Segunda Guerra Mundial. Estos poderes belicosos fueron compelidos para usar el antiimperialismo como incentivo para movilizar sus súbditos coloniales para apoyar sus esfuerzos de guerra total. El imperialismo se volvió una víctima inconsciente de daño conceptual colateral en la segunda guerra global para acabar todas las guerras.

El orden mundial durante la Guerra Fría fue un condominio de dos superpotencias que fueron oponentes en una disputa ideológica como también en un conflicto de intereses geopolíticos de Estado

Hacia el final de la Guerra Fría, los conflictos de Estado por intereses geopolíticos estaban agobiando la disputa ideológica, el manejo comunista de China convergía estratégicamente con el capitalismo de EEUU contra el imperialismo soviético, en respuesta a la alianza soviética con la anti-comunista India en contra de China.

Las guerras ideológicas llevadas adelante por las superpotencias fueron reducidas y los conflictos políticos locales fueron congelados para evitar una escalada nuclear entre las superpotencias.


El final de la Guerra Fría disminuyó ambas: la legitimidad y la capacidad de los Estados satélites de las dos superpotencias opuestas, de controlar facciones rivales domésticas, llevando a los fracasos del poder Estatal en varias regiones.

Al mismo tiempo, se reunieron algunos Estados que habían sido divididos por la geopolítica de las superpotencias de la Guerra Fría, algunos sólo después de décadas de violencia, como en el caso de Vietnam, otros apaciblemente con la desintegración de la URSS, como en el caso de Alemania. Otros Estados divididos todavía no se han reunido, como el caso de las dos Coreas.

La propia URSS se rompió en Estados separados, manteniéndose unidos por la Comunidad de Estados Independientes (CIS) que comprende 12 Estados soberanos que eran anteriormente repúblicas soviéticas. El CIS se formó en base a la igualdad soberana de todos sus miembros y que los Estados miembro son sujetos independientes e iguales de ley internacional.  El CIS no es un Estado - no tiene poderes supranacionales. En septiembre de 1993, las cabezas de los Estados de la carta constitucional firmaron un tratado en el establecimiento de la Unión Económica en la que ellos desarrollaron el concepto de transformación de la interacción económica dentro de la comunidad de naciones y tienen en cuenta las realidades residuales.

El tratado estaba basado en la necesidad de formación de un espacio económico común en los principios de movimiento libre de bienes, servicios, obreros y capital; la elaboración de dinero convenido y crédito, contribuciones, precios, aduana y políticas económicas extranjeras; el enfoque de los métodos de dirección de actividades económicas; y creación de condiciones favorables para el desarrollo de eslabones directos de producción.

Ucrania ha surgido subsecuentemente como un punto de peligro para la paz regional en su esfuerzo por librarse de la esfera rusa de influencia y reorientarse hacia el Oeste.

En la ex Yugoslavia, un ex Estado del bloque soviético, los conflictos étnicos han enrollado a miembros de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), primariamente a EEUU en la intervención humanitaria.

El Medio Oriente continúa siendo un latente barril de pólvora que amenaza la paz global.

En Asia Oriental, el aventurerismo americano esta intentando instalar a Taiwán como un Estado separado de China, esto propone una amenaza a la paz en la región y quizás incluso al mundo entero convirtiendo una larga y latente guerra civil en una nueva guerra internacional.

Después de la Guerra Fría, con una nueva forma de imperialismo económico bajo el eufemismo de globalización neo-liberal que deja exhaustas las economías alrededor del planeta, la posguerra Mundial II y el congelamiento de la Guerra Fría contra el imperialismo político, están ahora desmantelándose como desorden en países exhaustos que aumentan más la amenaza a la única superpotencia restante. EEUU ahora se equivoca en la proeza militar y económica por la superioridad moral son  vistas por él como  habiendo ganado los privilegios de una hegemonía benévola.

Así la fórmula neo-imperialista para la nueva Pax Americana es una operación de dos golpes:

El primer golpe utiliza el neoliberalismo para causar la debilidad económica del Estado llevándolo al colapso y produciendo un Estado fallido

El segundo golpe invade por la fuerza el Estado fallido para llevarle la libertad como es definida por el nuevo imperialismo e instala un protectorado y colonia económica de EEUU.

El terrorismo es solamente una de las amenazas que el Estado fallido presuntamente representa a la única superpotencia remanente, aunque esta ha tomado el centro de atención luego de los trágicos y espectaculares eventos de Septiembre 11 del 2001.

Mucho del suministro de droga ilegal del mundo viene de los Estados fallidos, sea opio de Afganistán o cocaína de Colombia. Todavía a mitad del siglo 19, cuando Gran Bretaña envió ilegalmente opio a China desde India británica y los yanquis enviaron opio de Turquía en violación de la ley china, ni Gran Bretaña ni EEUU fueron condenados como un Estado fallido. Otros tipos de negocios criminales, como las nuevas formas de tráfico de esclavos a través del escenario de la inmigración ilegal, florecen hoy bajo el amparo de lo que se identifica ahora como Estados fallidos mientras el destinatario,  los Estados fuertes, permanecen inmunes. Además, la economía del sur de EEUU ha sido construida a través de la esclavitud con una descarada inmunidad.

Durante todo un siglo entero y por la mitad de su historia, EE.UU. estuvo en violación egregia de los derechos humanos más obvios y fundamentales con su institución de la esclavitud sin el miedo de ser liberado por un virtuoso poder extranjero.

Texto tomado del Libro: 

Los Estados fallidos y su incidencia en el orden internacional.



La piratería en el Índico y la inestabilidad africana han traído a los cursos de Derecho Internacional de Vitoria una interesante ponencia de la profesora Ana Gema López Martín que ha abordado el tema de los estados fallidos y sus repercusiones en el ordenamiento jurídico internacional. 

El tema que está de rabiosa actualidad no es nuevo, ya que estados fallido han existido a lo largo de la historia, lo nuevo es la etiqueta. Hoy en día lo constituyen todos aquellos estados, principalmente africanos, salidos de la descolonización de los años sesenta, siendo Somalia el mejor ejemplo. Pero ¿Qué es un Estado Fallido? 
La denominación surge de la ciencia política, no de la jurídica y surge en el seno de la publicación Forign Policy que hace referencia a estados donde no existe una organización sociopolítica que ejerza en exclusiva y sobre todo el territorio las funciones propias de un Estado. Tras esta publicación en el año 1992 el término se ha generalizado y, aunque no es un término jurídico, a nadie se le escapa que existen consecuencias jurídicas. FP publicaba el artículo saving failed States con un claro afán intervencionista dentro de la política idealista de la posguerra fría. Por lo que muchos politólogos, estadistas y gobiernos siguen utilizando el término a conveniencia; de ahí que el Banco Mundial haya propuesto la denominación Estado frágil, como gobierno ineficaz, pobreza, conflicto o asentamientos de grupos armados que realizan las funciones de gobierno. 
Como el término no existe jurídicamente, nadie es competente para calificar a los estados como fallidos. Tenemos que acudir de nuevo a la ciencia política para encontrar infinidad de listas y catálogos basados en muchos y diversos indicadores. Todos ellos muy discutibles y no exentos de intencionalidad que pueden llegar a suponer un atentado contra la Soberanía o la injerencia en asuntos internos de algunos Estados. No podemos meter en el mismo saco a países frágiles y países donde no existe gobierno, o donde éste no controla efectivamente todo el territorio. 
Ante el nacimiento del término Estado fallido, la ciencia jurídica no puede dejar de plantearse la pregunta de si un estado al que le falta el elemento gubernamental sigue constituyendo un Estado, es decir, si un Estado fallido sigue siendo sujeto de Derecho Internacional con todo lo que ello conlleva. 
El Instituto de Derecho Internacional ha señalado que los estados nacen, se desarrollan, se deterioran y mueren si uno de sus elementos constitutivos desaparece, como Polonia en el siglo XVIII, XIX y entre 1939 y 1945. Así mismo, el Instituto de Derecho Internacional ha apuntado que el acto de reconocer un estado es irrevocable, salvo si un estado pierde definitivamente, absolutamente e irremediablemente uno de sus elementos, ya que entonces este estado desaparecería. Con todo no está claro qué significa ladesaparición definitiva para dar finalizada la existencia de un estado. 
Las consecuencias de la subjetividad internacional son innegables, ya que afecta no solo a las relaciones internacionales, sino a las reclamaciones que le pueden exigir, así como reclamante ante otro Estado; sin mencionar qué pasa con su sitio en las organizaciones de las que es miembro o, sin ir más lejos, que pasa con el patrimonio del Estado, ya sean cuentas, embajadas o coches oficiales.
La práctica indica que a Somalia se ha seguido tratando como a un Estado, a pesar de la existencia de resoluciones y documentación de Naciones Unidas que han certificado la pérdida de un gobierno efectivo. Sensación avalada por la desaparición de Somalia de los foros internacionales y sentencias de diversos tribunales que han declarado que Somalia no existe (sentencias en Tribunales franceses y alemanes)
La resolución 814 del Consejo de Seguridad pone un toque de contradicción al hablar de respeto hacia la soberanía e independencia de Somalia, primando el principio de continuidad sobre el de efectividad. La Comunidad Internacional no ha tomado la drástica medida de certificar la muerte de Somalia y sigue, en la medida de lo posible, teniendo en cuenta esteestado fantasma none state.
Atendiendo a la membresía en las organizaciones internacionales hay que apuntar que Somalia sigue siendo parte de los Organismos del que era Miembro en 1991, pero su asiento ha estado vacío. Solo el Consejo de la Unidad Africana ha suspendido a Somalia como miembro debido a su situación interna. 
Ha sido un ejercicio de responsabilidad por parte de la comunidad internacional haber mantenido a Somalia, ya que ésto refuerza la subjetividad del estado y, por tanto, supone que sigue gozando de las inmunidades ante los tribunales de otros estados basándose en el principio per in paren imperium non habet. Como consecuencia de su estatuto jurídico también mantiene el principio de no injerencia, ésto es lo que obviamente supone una contradicción de lo estipulado en la resolución 814. 
La intervención en estos estados frágiles ha sido materia de debate desde época moderna, donde el Derecho Internacional solucionaba el problema repartiendo el país entre las potencias vecinas. La comunidad internacional ha aprobado en 2005 la intervención para proteger a la población de un estado frágil tanto en caso de que no quiera (Sudán) como que la inexistencia de gobierno impida a este estado posicionarse (caso de Somalia) previa autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y nunca unilateralmente como había propuesto Canadá. 


Estudiando las características que tiene Somalia como paradigma de estado fallido, se ha apuntado que solo este país constituye un ejemplo de la inexistencia total de estructura estatal y organización sociopolítica que impide los más elementales actos del Estado como sujeto de Derecho Internacional. Abordaré en una futura entrada otras ramificaciones jurídicas de la categoría del estado fallido que diferencian claramente a Somalia de los demás Estados frágiles que, en muchos casos de manera intencionada, se colocan en la misma categoría cuando Somalia constituye una excepción jurídica y política. 







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