“¿Chile quiere ser un agente en la militarización del continente?” (Experta)
Publicado el 7/07/12 • en el tema Chile •
Publicado el 7/07/12 • en el tema Chile •
ARNALDO PEREZ GUERRA / LIBERACION.CL – La abogada Susana Pimiento es miembro de Fellowship of Reconciliation (FOR), organización antimilitarista y de defensa de los derechos humanos en Estados Unidos, fundada en 1915. FOR intenta concienciar sobre el militarismo estadounidense y que los gobiernos pongan fin a la construcción de bases militares.
Es, además, representante estadounidense en la Campaña Continental Contra las Bases y apoya el programa de acompañamiento de FOR Colombia -también es ciudadana colombiana-, ayudando a supervisar y coordinar acciones en respuesta a casos urgentes. Tiene un MA en Políticas Públicas en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya y posee vasta experiencia en justicia ambiental, control de armamentos y derechos de los pueblos indígenas. Fue fundadora de la Campaña Agente Verde, que paró proyectos conducidos por Estados Unidos para usar a agentes químicos en la erradicación de cosechas ilícitas en Sudamérica y Asia. Actualmente reside en Austin, Texas.
Explica que la experiencia de la base militar de Concón en nuestro país es emblemática respecto de la estrategia militar de Estados Unidos en Latinoamérica: “Hay una tendencia preocupante: cómo desde lo militar se están copando aspectos de la vida civil. En la última década el concepto de bases militares ha ‘evolucionado’. Estados Unidos construye pocas bases con el modelo que se usó después de la Segunda Guerra Mundial: instalaciones y un contingente grande de soldados. Lo que hace hoy es que las bases sean sitios que puedan ser usados por la potencia para sus intereses de seguridad. Obviamente, incluyen operaciones de guerra. Uno no puede ser ingenuo y pensar que si tienen acceso a las bases de nuestros países no será para operaciones de guerra. Se extienden y acaparan espacios civiles como, por ejemplo, la atención a desastres naturales. Desde la sociedad civil, y para el ejercicio de la soberanía, es un reto reclamar que se mantengan esos espacios en manos de civiles. No es posible aceptar que un desastre natural, como un terremoto o un tsunami, sea excusa para una ocupación. Concón está integrada en la estrategia de ejercicios militares para, supuestamente, operaciones de paz. Si miramos Latinoamérica, no es solamente un asunto bilateral entre Estados Unidos y Chile, es parte de la estrategia de este país en todo el hemisferio. Vale la pena preguntarse por qué se están haciendo estos ‘ejercicios’, qué sentido tienen.
Otro de los espacios que están siendo copados es la inmigración. Hay una red de bases militares, algunas en Panamá y en República Dominicana, cuya función es ‘el control de inmigrantes’. ¿Realmente el tránsito de personas es un asunto de guerra? La guardia nacional estadounidense se mueve desde su frontera con México hasta Panamá para controlar el tránsito de personas. Se venía haciendo veladamente en Manta, durante los 10 años que operaron ahí. Varios pescadores murieron porque ‘se sospechaba que eran inmigrantes ilegales’. Una de las ‘razones’ -excusas- de la militarización es la mal llamada ‘guerra contra las drogas’. Mucha de la presencia de Estados Unidos en bases militares con el sentido tradicional, como la de Palmerola, en Honduras, se justifica con ‘la guerra contra las drogas’… Ya llegó el momento de hacer la paz en esa guerra totalmente fallida. No solo ni han reducido la demanda ni la producción, han dejado una estela de muertos. En México, más de 60.000 personas han muerto desde 2006. Parte de nuestra responsabilidad es empujar a nuestros gobiernos a tratar el asunto como un tema de salud y no una excusa para la militarización”.
-¿Cuál es el ámbito en el que se desenvuelve en Estados Unidos y Colombia?
“Trabajo con el Movimiento por la Reconciliación (FOR), la organización pacifista más antigua de Estados Unidos que se formó con los objetores de conciencia. En 2015 cumpliremos 100 años trabajando por la paz. Tenemos un programa en Latinoamérica hace unos 25 años. En ese trabajo ha jugado un papel muy importante el tema de las bases militares. Trabajamos con los grupos sociales en Panamá, por la implementación del Tratado Carter-Torrijos, pues las bases militares de Estados Unidos allí tenían residuos de armas químicas. El Tratado incluía el compromiso de estados Unidos de limpiar eso. También luchamos para cerrar la base militar de Vieques, en Puerto Rico. Allí documentamos el impacto en la salud de la población. Se encontró que los índices de cáncer en Vieques eran muchísimos más altos que en el resto del país.
Las actividades militares tienen impactos muy reales en el medio ambiente y la salud pública. Estados Unidos finalmente clausuró las actividades de tiro y devolvió el terreno a las autoridades civiles en 2006-2007.
También trabajamos en Colombia, donde apoyamos la no violencia activa y estamos en campaña para que Estados Unidos deje de enviar ‘ayuda militar’. Es muy claro que es esa ‘asistencia militar’ la que alimenta el conflicto armado en Colombia. En 2009, nos enteramos que Estados Unidos negociaba un Acuerdo de Cooperación con Colombia que incluía el derecho a acceder oficialmente a 7 bases militares. Vimos la experiencia de resistencia de los movimientos sociales. Fue muy positivo porque pudimos reflejar lo importante que es la solidaridad internacional y ver las experiencias de otros países que han resistido bases militares extranjeras, por ejemplo, Ecuador.
A raíz del Plan Colombia, Estados Unidos ocupó la base de Manta, en el Pacífico ecuatoriano por 10 años. El movimiento social hizo un trabajo muy juicioso y logró ponerlo en la agenda política y que el entonces candidato Rafael Correa incluyera en su programa el no renovar el contrato que iba desde 1999 a 2009. En Colombia, cuando se firma el Acuerdo mirábamos la experiencia ecuatoriana y cómo la primera tarea es contrarrestar la desinformación y propaganda. Cuando se hacen estos acuerdos, como el que se acaba de hacer con Chile, se presentan justificaciones que si uno realmente hurga y esculca se da cuenta no son reales. En Colombia se presentó como una estrategia y apoyo en la guerra contra las drogas y la lucha contrainsurgente.
Buscamos documentación en Estados Unidos y nos dimos cuenta que claramente la base militar área de Palanquero -muy cerca de Bogotá-, era lo que realmente les interesaba. De lo que se trataba era de operar los C-17, portaaviones. Les era muy atractivo; operarían sin reabastecer combustible alcanzando hasta Punta Arenas, en Chile. Es decir, buscaban el acceso a todo el hemisferio. Es ridículo pensar que operar estas aeronaves tiene que ver con guerra contra las drogas o insurgencia, claramente se trata del acceso global de Estados Unidos para proteger sus intereses”.
-¿Cuántas bases tiene Estados Unidos en Colombia?
“Como lo es Palmerola, en Honduras, ninguna. Pero accede a absolutamente todas las bases colombianas y tiene presencia en muchas. El acuerdo, gracias al trabajo de la Coalición colombiana No Bases, fue declarado por la Corte Constitucional como un convenio internacional que requería la aprobación del Congreso y después la revisión de la Corte. Desafortunadamente, el acuerdo sigue en la práctica. Sigue aplicándose pese a que no existe jurídicamente. Lo que podía ser visto como un éxito nos quitó algo muy específico contra qué organizar, y en la práctica siguen operando: Estados Unidos tiene acceso a todas las bases y a unas nuevas.
A finales de 2011, siguiendo el modelo en Irak y Afganistán, acaba de crear 4 nuevas fuerzas especiales, instalaciones que en la práctica son bases militares. Dos de ellas en la frontera entre Colombia y Venezuela. Y dos en el sur, en Tumaco -muy cerca de Ecuador- y en Cauca. Estados Unidos envía a militares activos que vienen de Afganistán o Irak, con alto rango, no son dos o tres soldados.
En vista que Estados Unidos está en un proceso de salir de esos países, quiere expandir ese esfuerzo contrainsurgente y llevar su experiencia a otros lugares de Latinoamérica y África. En octubre de 2011 se montó una base militar en Uganda para luchar contra Lord’s Resistance Army. Eso es preocupante porque Estados Unidos no solamente está operando en lugares donde hay conflictos armados. La sociedad civil colombiana quiere una salida negociada al conflicto y, en la medida que Estados Unidos participe, y así lo diga solo en asesoría y armas y equipos, y no de operaciones, se hace mucho más difícil una solución. Colombia lleva casi cinco décadas en guerra y ni el ejército ni la guerrilla la han ganado. Claramente no se solucionará por la vía militar. La presencia de Estados Unidos no ayuda a buscar esa solución.
El lenguaje en los documentos militares oficiales como en audiencias ante el Congreso norteamericano en que se justificaba la ampliación de la base militar de Palanquero, dice claramente que la importancia de esa base es, entre otras, enfrentar las amenazas que representan gobiernos de la zona: Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que Estados Unidos ve como contrarios a su política económica y al modelo que defiende y trata de imponer en todo el hemisferio. No era cierta la propaganda de Colombia y Estados Unidos de que las bases no tenían nada que ver con las relaciones con los vecinos. Fue controversial la inmunidad de militares y contratistas norteamericanos, que los excluye de la jurisdicción de justicia local. Se dieron casos de abusos y violaciones. Uno muy sonado, de una niña cerca de la base de Tolemaida, al sur de Bogotá, que fue violada por un soldado y un contratista norteamericanos. Solo los devolvieron a su país. No se hizo justicia. Esa ‘inmunidad’ causó descontento en la población más allá de izquierdas y derechas. Era un asunto de soberanía. Hay que aprender de los casos exitosos, ver qué es lo que se viene y cuáles son los impactos de las bases y presencia militar. Tenemos que sacarle ventaja a la globalización”.
EN CHILE, CONCÓN
“Estados Unidos tiene varias bases en Honduras, en Guantánamo, Aruba y Curazao, y una serie muy grande de nuevas instalaciones. Acaba de abrir dos o tres bases en Panamá. Se anunció la construcción de otra en República Dominicana, en la Isla de Sonoa, un parque natural. Está la que querían inaugurar en Chaco, Argentina. Hoy se justifican en que son para la atención de los desastres y otros ejercicios y entrenamientos para el control de motines. Es necesario cuestionarlo. Lo que está detrás es la criminalización de la protesta social en todo el hemisferio y en el propio Estados Unidos, donde la Corte Suprema declaró que era legal la legislación que decía que era terrorismo tener cualquier contacto o trabajo con un grupo que estuviera en la lista de terrorismo, inclusive hacer un taller para la resolución de conflictos con un grupo en Palestina es considerado apoyo al terrorismo.
Parte de nuestro trabajo es no perder de vista la Escuela de las Américas (SOA), que cambió de nombre. En ForUsa.org tenemos unos mapas de cómo se ha descentralizado el entrenamiento militar. Hay instalaciones en Arizona, Texas, realmente por todo Estados Unidos. El entrenamiento que hacían en la SOA se está trasfiriendo a otros países. Colombia lleva a cabo gran parte de ese entrenamiento para países de América, África y Europa; también Panamá. Cuando se anuncia la base de Concón, en Chile, se dice que entrenarán para operaciones de mantenimiento de paz a una gran cantidad soldados de países del hemisferio ¿Chile quiere ser un agente en la militarización del continente? Siguen mandando soldados a la SOA. Chile es el segundo ‘cliente’ después de Colombia. Coincide con lo que acaba de decir en su informe SIPRI, la organización de Suecia que hace el monitoreo del gasto militar. Brasil está en primer lugar en Latinoamérica y, después, Colombia y Chile.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, lo muestra como algo ‘muy positivo’. Dijo que ‘Chile ya no tiene que depender para su seguridad de Estados Unidos’. La base militar de Palanquero -en la que se operan C-17- fue usada por la potencia para ocupar Haití. Es preocupante que parte de los entrenamientos en Concón sean para ‘atender desastres’.
No podemos aceptar que un terremoto sea considerado como una oportunidad para una ocupación militar. En las justificaciones de Concón, se dijo, ‘operaciones de paz pero también eventuales desastres’. Es totalmente inaceptable. Además porque es contraproducente: hay estudios que señalan que la atención a desastres por parte del ejército cuesta 8 veces lo que costaría si fuera prestada por civiles. Es totalmente ineficiente.
Varios países han hecho un esfuerzo por no enviar más soldados a la SOA. De hecho, Honduras estaba en avances en esto justo cuando le dieron el golpe militar al presidente Zelaya. Durante el golpe, el presidente fue sacado en pijama de su casa, secuestrado y llevado a la base militar de Palmerola y de ahí lo despacharon… Es ridículo pensar que las bases no tienen injerencia.
Es muy iluso pensar que la presencia militar trae progreso, seguridad, no nos digamos mentiras; los ejemplos están a la mano: invasiones a Panamá, Granada, Haití. Las declaraciones de Panetta en Chile me parecieron de un cinismo increíble. Sobre todo el asunto de vanagloriarse del gasto militar chileno y lo que dijo usar a Chile en un esfuerzo hemisférico de militarización. Es lo que vienen haciendo en Colombia, Brasil, y refleja la ejecución de la nueva estrategia de seguridad, que incluye controlar los recursos naturales y a la población. Se dice claramente: defender los intereses económicos de Estados Unidos de los gobiernos que respaldan un modelo económico diferente; también se habla del terrorismo y la insurgencia.
Se publicó en febrero la nueva estrategia de seguridad. La Casa Blanca hizo una rueda de prensa y el documento está disponible en internet. Habla del esfuerzo de extender la contrainsurgencia. Hace algunas semanas apareció un artículo en The New York Times sobre Honduras y el ‘esfuerzo contrainsurgente’ a propósito de la ‘guerra contra las drogas’. Es inaudito que en la mal llamada guerra contra las drogas se esté aplicando la lucha contrainsurgente… Hace un par de semanas agentes de la DEA norteamericana dispararon desde un helicóptero donde también iba un militar guatemalteco y agentes de seguridad de Honduras; dispararon a un pequeño bote en la región de Miskitos y murieron cuatro civiles, entre ellos dos mujeres embarazadas… Uno de los asesores de este ‘esfuerzo contrainsurgente’ estuvo en la guerra de Vietnam…”.
-Analistas dicen que Colombia y Venezuela podrían convertirse en un nuevo Vietnam, o más precisamente un nuevo Afganistán o Irak, de aquí a unos años, por los planes de Estados Unidos de controlar el petróleo a nivel global…
“No creo que suceda… Quiero creer que no sucederá.
Lo que sí es claro es que en Colombia sucede lo que se llama ‘guerras interminables’. Lleva 48 años. Es posible que siga el conflicto de baja intensidad. Me parecería terrible que llegara a tomar el alcance de Irak o Afganistán. Estados Unidos ha multiplicado el uso de Drones, aviones pilotados remotamente, de combate y de vigilancia. En Colombia operan hace muchos años los de vigilancia. Ahorita se está abriendo el debate de exportar Drones de combate a Colombia. Se están usando en Afganistán, Irak, Yemen, Pakistán y otros países. Es realmente aberrante. Estados Unidos lo defiende porque se operan desde sus bases, son los nuevos soldados, que no tienen que ir a combate ni salir de su territorio; puede disparar un misil desde una pantalla de computador. Han muerto muchísimos civiles, realmente es un asesinato; inclusive se asesinó a ciudadanos estadounidenses… Le da un nuevo alcance a la forma de hacer la guerra, el que tiene esta tecnología no se expone y se deshumaniza totalmente, no ve a quién está matando.
Desde que empezó el gobierno de Obama se articuló nuevamente la IV Flota. Es una de las razones del surgimiento de la Campaña Continental por una América Libre de Bases Militares Extranjeras y América un Territorio de Paz. La IV Flota junto con el apoyo del golpe en Honduras, el acuerdo de bases con Colombia, el Acuerdo con Costa Rica para llevar los buques y apersonar 7.000 marines, y también la ocupación militar en Haití, es lo que nos llevó a encontrarnos a movimientos sociales de todo el continente en este esfuerzo.
También Guantánamo, base militar de Estados Unidos en Cuba, que viola la soberanía y los derechos humanos más elementales. Ahí se retiene indefinidamente a personas sin juicio y se condona la tortura. Después del ataque a las Torres gemelas en 2001, Estados Unidos adoptó una política de interrogación que incluye la tortura, desde entonces se aplica como ‘método legal’. Obama incumplió sus promesas y Guantánamo realmente es vergonzoso… Tengo esperanza que va a pasar a la historia de forma similar a lo que fueron los Campos de concentración de japoneses en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Los estadounidenses sienten vergüenza de ese capítulo.
Guantánamo pasará a la historia como uno más de los horrores de Estados Unidos.
Uno no puede abandonar la idea de que los pueblos pierdan la vergüenza. Creo que el pueblo chileno no quiere que la historia se repita”.
(*) Historiador y Periodista. Una versión de esta entrevista fue publicada por El Ciudadano www.elciudadano.cl
Es, además, representante estadounidense en la Campaña Continental Contra las Bases y apoya el programa de acompañamiento de FOR Colombia -también es ciudadana colombiana-, ayudando a supervisar y coordinar acciones en respuesta a casos urgentes. Tiene un MA en Políticas Públicas en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya y posee vasta experiencia en justicia ambiental, control de armamentos y derechos de los pueblos indígenas. Fue fundadora de la Campaña Agente Verde, que paró proyectos conducidos por Estados Unidos para usar a agentes químicos en la erradicación de cosechas ilícitas en Sudamérica y Asia. Actualmente reside en Austin, Texas.
Explica que la experiencia de la base militar de Concón en nuestro país es emblemática respecto de la estrategia militar de Estados Unidos en Latinoamérica: “Hay una tendencia preocupante: cómo desde lo militar se están copando aspectos de la vida civil. En la última década el concepto de bases militares ha ‘evolucionado’. Estados Unidos construye pocas bases con el modelo que se usó después de la Segunda Guerra Mundial: instalaciones y un contingente grande de soldados. Lo que hace hoy es que las bases sean sitios que puedan ser usados por la potencia para sus intereses de seguridad. Obviamente, incluyen operaciones de guerra. Uno no puede ser ingenuo y pensar que si tienen acceso a las bases de nuestros países no será para operaciones de guerra. Se extienden y acaparan espacios civiles como, por ejemplo, la atención a desastres naturales. Desde la sociedad civil, y para el ejercicio de la soberanía, es un reto reclamar que se mantengan esos espacios en manos de civiles. No es posible aceptar que un desastre natural, como un terremoto o un tsunami, sea excusa para una ocupación. Concón está integrada en la estrategia de ejercicios militares para, supuestamente, operaciones de paz. Si miramos Latinoamérica, no es solamente un asunto bilateral entre Estados Unidos y Chile, es parte de la estrategia de este país en todo el hemisferio. Vale la pena preguntarse por qué se están haciendo estos ‘ejercicios’, qué sentido tienen.
Otro de los espacios que están siendo copados es la inmigración. Hay una red de bases militares, algunas en Panamá y en República Dominicana, cuya función es ‘el control de inmigrantes’. ¿Realmente el tránsito de personas es un asunto de guerra? La guardia nacional estadounidense se mueve desde su frontera con México hasta Panamá para controlar el tránsito de personas. Se venía haciendo veladamente en Manta, durante los 10 años que operaron ahí. Varios pescadores murieron porque ‘se sospechaba que eran inmigrantes ilegales’. Una de las ‘razones’ -excusas- de la militarización es la mal llamada ‘guerra contra las drogas’. Mucha de la presencia de Estados Unidos en bases militares con el sentido tradicional, como la de Palmerola, en Honduras, se justifica con ‘la guerra contra las drogas’… Ya llegó el momento de hacer la paz en esa guerra totalmente fallida. No solo ni han reducido la demanda ni la producción, han dejado una estela de muertos. En México, más de 60.000 personas han muerto desde 2006. Parte de nuestra responsabilidad es empujar a nuestros gobiernos a tratar el asunto como un tema de salud y no una excusa para la militarización”.
-¿Cuál es el ámbito en el que se desenvuelve en Estados Unidos y Colombia?
“Trabajo con el Movimiento por la Reconciliación (FOR), la organización pacifista más antigua de Estados Unidos que se formó con los objetores de conciencia. En 2015 cumpliremos 100 años trabajando por la paz. Tenemos un programa en Latinoamérica hace unos 25 años. En ese trabajo ha jugado un papel muy importante el tema de las bases militares. Trabajamos con los grupos sociales en Panamá, por la implementación del Tratado Carter-Torrijos, pues las bases militares de Estados Unidos allí tenían residuos de armas químicas. El Tratado incluía el compromiso de estados Unidos de limpiar eso. También luchamos para cerrar la base militar de Vieques, en Puerto Rico. Allí documentamos el impacto en la salud de la población. Se encontró que los índices de cáncer en Vieques eran muchísimos más altos que en el resto del país.
Las actividades militares tienen impactos muy reales en el medio ambiente y la salud pública. Estados Unidos finalmente clausuró las actividades de tiro y devolvió el terreno a las autoridades civiles en 2006-2007.
También trabajamos en Colombia, donde apoyamos la no violencia activa y estamos en campaña para que Estados Unidos deje de enviar ‘ayuda militar’. Es muy claro que es esa ‘asistencia militar’ la que alimenta el conflicto armado en Colombia. En 2009, nos enteramos que Estados Unidos negociaba un Acuerdo de Cooperación con Colombia que incluía el derecho a acceder oficialmente a 7 bases militares. Vimos la experiencia de resistencia de los movimientos sociales. Fue muy positivo porque pudimos reflejar lo importante que es la solidaridad internacional y ver las experiencias de otros países que han resistido bases militares extranjeras, por ejemplo, Ecuador.
A raíz del Plan Colombia, Estados Unidos ocupó la base de Manta, en el Pacífico ecuatoriano por 10 años. El movimiento social hizo un trabajo muy juicioso y logró ponerlo en la agenda política y que el entonces candidato Rafael Correa incluyera en su programa el no renovar el contrato que iba desde 1999 a 2009. En Colombia, cuando se firma el Acuerdo mirábamos la experiencia ecuatoriana y cómo la primera tarea es contrarrestar la desinformación y propaganda. Cuando se hacen estos acuerdos, como el que se acaba de hacer con Chile, se presentan justificaciones que si uno realmente hurga y esculca se da cuenta no son reales. En Colombia se presentó como una estrategia y apoyo en la guerra contra las drogas y la lucha contrainsurgente.
Buscamos documentación en Estados Unidos y nos dimos cuenta que claramente la base militar área de Palanquero -muy cerca de Bogotá-, era lo que realmente les interesaba. De lo que se trataba era de operar los C-17, portaaviones. Les era muy atractivo; operarían sin reabastecer combustible alcanzando hasta Punta Arenas, en Chile. Es decir, buscaban el acceso a todo el hemisferio. Es ridículo pensar que operar estas aeronaves tiene que ver con guerra contra las drogas o insurgencia, claramente se trata del acceso global de Estados Unidos para proteger sus intereses”.
-¿Cuántas bases tiene Estados Unidos en Colombia?
“Como lo es Palmerola, en Honduras, ninguna. Pero accede a absolutamente todas las bases colombianas y tiene presencia en muchas. El acuerdo, gracias al trabajo de la Coalición colombiana No Bases, fue declarado por la Corte Constitucional como un convenio internacional que requería la aprobación del Congreso y después la revisión de la Corte. Desafortunadamente, el acuerdo sigue en la práctica. Sigue aplicándose pese a que no existe jurídicamente. Lo que podía ser visto como un éxito nos quitó algo muy específico contra qué organizar, y en la práctica siguen operando: Estados Unidos tiene acceso a todas las bases y a unas nuevas.
A finales de 2011, siguiendo el modelo en Irak y Afganistán, acaba de crear 4 nuevas fuerzas especiales, instalaciones que en la práctica son bases militares. Dos de ellas en la frontera entre Colombia y Venezuela. Y dos en el sur, en Tumaco -muy cerca de Ecuador- y en Cauca. Estados Unidos envía a militares activos que vienen de Afganistán o Irak, con alto rango, no son dos o tres soldados.
En vista que Estados Unidos está en un proceso de salir de esos países, quiere expandir ese esfuerzo contrainsurgente y llevar su experiencia a otros lugares de Latinoamérica y África. En octubre de 2011 se montó una base militar en Uganda para luchar contra Lord’s Resistance Army. Eso es preocupante porque Estados Unidos no solamente está operando en lugares donde hay conflictos armados. La sociedad civil colombiana quiere una salida negociada al conflicto y, en la medida que Estados Unidos participe, y así lo diga solo en asesoría y armas y equipos, y no de operaciones, se hace mucho más difícil una solución. Colombia lleva casi cinco décadas en guerra y ni el ejército ni la guerrilla la han ganado. Claramente no se solucionará por la vía militar. La presencia de Estados Unidos no ayuda a buscar esa solución.
El lenguaje en los documentos militares oficiales como en audiencias ante el Congreso norteamericano en que se justificaba la ampliación de la base militar de Palanquero, dice claramente que la importancia de esa base es, entre otras, enfrentar las amenazas que representan gobiernos de la zona: Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, que Estados Unidos ve como contrarios a su política económica y al modelo que defiende y trata de imponer en todo el hemisferio. No era cierta la propaganda de Colombia y Estados Unidos de que las bases no tenían nada que ver con las relaciones con los vecinos. Fue controversial la inmunidad de militares y contratistas norteamericanos, que los excluye de la jurisdicción de justicia local. Se dieron casos de abusos y violaciones. Uno muy sonado, de una niña cerca de la base de Tolemaida, al sur de Bogotá, que fue violada por un soldado y un contratista norteamericanos. Solo los devolvieron a su país. No se hizo justicia. Esa ‘inmunidad’ causó descontento en la población más allá de izquierdas y derechas. Era un asunto de soberanía. Hay que aprender de los casos exitosos, ver qué es lo que se viene y cuáles son los impactos de las bases y presencia militar. Tenemos que sacarle ventaja a la globalización”.
EN CHILE, CONCÓN
“Estados Unidos tiene varias bases en Honduras, en Guantánamo, Aruba y Curazao, y una serie muy grande de nuevas instalaciones. Acaba de abrir dos o tres bases en Panamá. Se anunció la construcción de otra en República Dominicana, en la Isla de Sonoa, un parque natural. Está la que querían inaugurar en Chaco, Argentina. Hoy se justifican en que son para la atención de los desastres y otros ejercicios y entrenamientos para el control de motines. Es necesario cuestionarlo. Lo que está detrás es la criminalización de la protesta social en todo el hemisferio y en el propio Estados Unidos, donde la Corte Suprema declaró que era legal la legislación que decía que era terrorismo tener cualquier contacto o trabajo con un grupo que estuviera en la lista de terrorismo, inclusive hacer un taller para la resolución de conflictos con un grupo en Palestina es considerado apoyo al terrorismo.
Parte de nuestro trabajo es no perder de vista la Escuela de las Américas (SOA), que cambió de nombre. En ForUsa.org tenemos unos mapas de cómo se ha descentralizado el entrenamiento militar. Hay instalaciones en Arizona, Texas, realmente por todo Estados Unidos. El entrenamiento que hacían en la SOA se está trasfiriendo a otros países. Colombia lleva a cabo gran parte de ese entrenamiento para países de América, África y Europa; también Panamá. Cuando se anuncia la base de Concón, en Chile, se dice que entrenarán para operaciones de mantenimiento de paz a una gran cantidad soldados de países del hemisferio ¿Chile quiere ser un agente en la militarización del continente? Siguen mandando soldados a la SOA. Chile es el segundo ‘cliente’ después de Colombia. Coincide con lo que acaba de decir en su informe SIPRI, la organización de Suecia que hace el monitoreo del gasto militar. Brasil está en primer lugar en Latinoamérica y, después, Colombia y Chile.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, lo muestra como algo ‘muy positivo’. Dijo que ‘Chile ya no tiene que depender para su seguridad de Estados Unidos’. La base militar de Palanquero -en la que se operan C-17- fue usada por la potencia para ocupar Haití. Es preocupante que parte de los entrenamientos en Concón sean para ‘atender desastres’.
No podemos aceptar que un terremoto sea considerado como una oportunidad para una ocupación militar. En las justificaciones de Concón, se dijo, ‘operaciones de paz pero también eventuales desastres’. Es totalmente inaceptable. Además porque es contraproducente: hay estudios que señalan que la atención a desastres por parte del ejército cuesta 8 veces lo que costaría si fuera prestada por civiles. Es totalmente ineficiente.
Varios países han hecho un esfuerzo por no enviar más soldados a la SOA. De hecho, Honduras estaba en avances en esto justo cuando le dieron el golpe militar al presidente Zelaya. Durante el golpe, el presidente fue sacado en pijama de su casa, secuestrado y llevado a la base militar de Palmerola y de ahí lo despacharon… Es ridículo pensar que las bases no tienen injerencia.
Es muy iluso pensar que la presencia militar trae progreso, seguridad, no nos digamos mentiras; los ejemplos están a la mano: invasiones a Panamá, Granada, Haití. Las declaraciones de Panetta en Chile me parecieron de un cinismo increíble. Sobre todo el asunto de vanagloriarse del gasto militar chileno y lo que dijo usar a Chile en un esfuerzo hemisférico de militarización. Es lo que vienen haciendo en Colombia, Brasil, y refleja la ejecución de la nueva estrategia de seguridad, que incluye controlar los recursos naturales y a la población. Se dice claramente: defender los intereses económicos de Estados Unidos de los gobiernos que respaldan un modelo económico diferente; también se habla del terrorismo y la insurgencia.
Se publicó en febrero la nueva estrategia de seguridad. La Casa Blanca hizo una rueda de prensa y el documento está disponible en internet. Habla del esfuerzo de extender la contrainsurgencia. Hace algunas semanas apareció un artículo en The New York Times sobre Honduras y el ‘esfuerzo contrainsurgente’ a propósito de la ‘guerra contra las drogas’. Es inaudito que en la mal llamada guerra contra las drogas se esté aplicando la lucha contrainsurgente… Hace un par de semanas agentes de la DEA norteamericana dispararon desde un helicóptero donde también iba un militar guatemalteco y agentes de seguridad de Honduras; dispararon a un pequeño bote en la región de Miskitos y murieron cuatro civiles, entre ellos dos mujeres embarazadas… Uno de los asesores de este ‘esfuerzo contrainsurgente’ estuvo en la guerra de Vietnam…”.
-Analistas dicen que Colombia y Venezuela podrían convertirse en un nuevo Vietnam, o más precisamente un nuevo Afganistán o Irak, de aquí a unos años, por los planes de Estados Unidos de controlar el petróleo a nivel global…
“No creo que suceda… Quiero creer que no sucederá.
Lo que sí es claro es que en Colombia sucede lo que se llama ‘guerras interminables’. Lleva 48 años. Es posible que siga el conflicto de baja intensidad. Me parecería terrible que llegara a tomar el alcance de Irak o Afganistán. Estados Unidos ha multiplicado el uso de Drones, aviones pilotados remotamente, de combate y de vigilancia. En Colombia operan hace muchos años los de vigilancia. Ahorita se está abriendo el debate de exportar Drones de combate a Colombia. Se están usando en Afganistán, Irak, Yemen, Pakistán y otros países. Es realmente aberrante. Estados Unidos lo defiende porque se operan desde sus bases, son los nuevos soldados, que no tienen que ir a combate ni salir de su territorio; puede disparar un misil desde una pantalla de computador. Han muerto muchísimos civiles, realmente es un asesinato; inclusive se asesinó a ciudadanos estadounidenses… Le da un nuevo alcance a la forma de hacer la guerra, el que tiene esta tecnología no se expone y se deshumaniza totalmente, no ve a quién está matando.
Desde que empezó el gobierno de Obama se articuló nuevamente la IV Flota. Es una de las razones del surgimiento de la Campaña Continental por una América Libre de Bases Militares Extranjeras y América un Territorio de Paz. La IV Flota junto con el apoyo del golpe en Honduras, el acuerdo de bases con Colombia, el Acuerdo con Costa Rica para llevar los buques y apersonar 7.000 marines, y también la ocupación militar en Haití, es lo que nos llevó a encontrarnos a movimientos sociales de todo el continente en este esfuerzo.
También Guantánamo, base militar de Estados Unidos en Cuba, que viola la soberanía y los derechos humanos más elementales. Ahí se retiene indefinidamente a personas sin juicio y se condona la tortura. Después del ataque a las Torres gemelas en 2001, Estados Unidos adoptó una política de interrogación que incluye la tortura, desde entonces se aplica como ‘método legal’. Obama incumplió sus promesas y Guantánamo realmente es vergonzoso… Tengo esperanza que va a pasar a la historia de forma similar a lo que fueron los Campos de concentración de japoneses en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Los estadounidenses sienten vergüenza de ese capítulo.
Guantánamo pasará a la historia como uno más de los horrores de Estados Unidos.
Uno no puede abandonar la idea de que los pueblos pierdan la vergüenza. Creo que el pueblo chileno no quiere que la historia se repita”.
(*) Historiador y Periodista. Una versión de esta entrevista fue publicada por El Ciudadano www.elciudadano.cl
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