Publicado por
Jorge E. Rulli
@JorgeRulli
OPINIÓN · 9 de julio a las 14:30hs
Nadie puede realizarse en un país que no se realiza
Editorial del sábado 7 de julio de 2012 en el Programa Horizonte Sur
Nuestra Argentina navega en mares de tormenta. Todos nos interrogamos sobre su deriva, pero apenas si tenemos algunas presunciones de lo que puede llegar a ocurrir u ocurrirnos. Los contrincantes han posibilitado que, de manera insensata, hoy el buque navegue sin mayor gobierno. Los postulantes a darle un rumbo nuevo no existen, sí son muchos por lo contrario, los que quieren hacerse cargo de los puestos de mando, seguramente por el mando mismo. Las alianzas entre los candidatos son diversas y sorprendentes, cambian como en un caleidoscopio. Una idea fija y hasta precaria los acompaña y es la de que con una soja a 600 dólares la tonelada, a la Argentina no debería irle mal en el contexto internacional ni debería estar en problemas, tal como se encuentra ahora. A partir de ese tremendo esfuerzo intelectual, no parecería caérseles una sola idea nueva, al menos respecto a la posibilidad de cambiar el rumbo y de tener un proyecto propio. Estamos en medio de la noche negra, cuando todavía el amanecer parece un sueño loco. La pesadilla de la modernidad colonial con que nos dieron forma de República en el siglo XIX vuelve a travestirse imaginando poscolonialidades que nos permitan subirnos al tren de China, sin perder por ello los favores del Imperio norteamericano. Un nuevo ALCA con el coloso asiático, no resultaría contradictorio de esa manera con la base del Comando Sud que, el Gobernador Capitanich permite instalar en Resistencia o con la radicación de Monsanto en la Provincia de Córdoba, que festeja nuestra Presidente. Por lo demás, los que muchos años atrás gritaban contra el ALCA como si fuera una amenaza, sin advertir para nada, que el ALCA era la soja y que ya estaba instalado y con los propios consentimientos u omisiones, ahora callan, significativamente. Seguimos siendo amplios y plurales, tal vez porque muchos fueron alguna vez sectarios y excluyentes, y fueron reconvenidos y se rebelaron, y por fin aprendieron, pero a destiempo y cuando no correspondía. Cuarenta años después malinterpretan la deposición de Lugo en Paraguay y la leen con las mismas claves con que no supieron leer en los años setenta el golpe militar en Chile y en el Uruguay, golpes de Estado, que se cernían como enormes amenazas sobre nuestra incipiente primavera del año 73. Lamentablemente, la situación dista de ser la misma. Hoy la tragedia paraguaya pasa por los monocultivos de Soja, por los intereses de la empresa Monsanto y por la ocupación brasileña de los territorios del país hermano. La Argentina que ahora políticamente enmudece, tiene responsabilidades importantes en esa sojización compulsiva que alguna vez fue bolsa blanca contrabandeada desde nuestra orilla, y que ahora es olvido, olvido histórico que tenemos ante el pueblo paraguayo, ocupado por los “brasiguayos” con respaldos descarados del Brasil de Lula y de Dilma.
Cuando el desgobierno, los desgarramientos entre cómplices de ayer, la ineptitud y la corrupción generalizada son la comidilla de cada día en esta Argentina kamporista, volvemos a pronunciarnos a favor de salir del cepo y de la trampa de la sojización. Lo decimos hoy desde Córdoba, pero lo hemos repetido a lo largo de los últimos quince años desde cada lugar de la Argentina en que hemos podido tener un micrófono o una tribuna para replicar nuestras voces. La soja expresa las nuevas relaciones coloniales de las que alguna vez nos hablara Scalabrini Ortiz, y con ella, igual que en aquellos años con la Gran Bretaña y con las exportaciones de trigo y de carne, ahora tampoco existe la posibilidad de tener un Proyecto de país. Con la soja, seguiremos como ahora, en estos días aciagos, en que olvidados de aquel apotegma tan primario que nos enseñara Perón, cada sector, cada corporación y hasta cada argentino, cree que puede salvarse solo, en un país que carece de un proyecto común, en un país que continúa navegando a la deriva. Nadie puede realizarse en un país que no se realiza y menos todavía, cuando quienes lo conducen sólo piensan en sus propios y mezquinos intereses. La Crisis en la que estamos, como todas las crisis, contiene enormes dificultades pero también contiene grandes oportunidades. Ojala que sepamos aprovechar estas últimas. Aún es tiempo de barajar y dar de nuevo, aún es tiempo de acunar el sueño de una Argentina que olvide los rindes de cosecha y los record de exportaciones, para considerar de nuevo la felicidad de su Pueblo e imaginar una República dónde los niños vuelvan a ser los únicos privilegiados.
Jorge E. Rulli
Jorge E. Rulli
@JorgeRulli
OPINIÓN · 9 de julio a las 14:30hs
Nadie puede realizarse en un país que no se realiza
Editorial del sábado 7 de julio de 2012 en el Programa Horizonte Sur
Nuestra Argentina navega en mares de tormenta. Todos nos interrogamos sobre su deriva, pero apenas si tenemos algunas presunciones de lo que puede llegar a ocurrir u ocurrirnos. Los contrincantes han posibilitado que, de manera insensata, hoy el buque navegue sin mayor gobierno. Los postulantes a darle un rumbo nuevo no existen, sí son muchos por lo contrario, los que quieren hacerse cargo de los puestos de mando, seguramente por el mando mismo. Las alianzas entre los candidatos son diversas y sorprendentes, cambian como en un caleidoscopio. Una idea fija y hasta precaria los acompaña y es la de que con una soja a 600 dólares la tonelada, a la Argentina no debería irle mal en el contexto internacional ni debería estar en problemas, tal como se encuentra ahora. A partir de ese tremendo esfuerzo intelectual, no parecería caérseles una sola idea nueva, al menos respecto a la posibilidad de cambiar el rumbo y de tener un proyecto propio. Estamos en medio de la noche negra, cuando todavía el amanecer parece un sueño loco. La pesadilla de la modernidad colonial con que nos dieron forma de República en el siglo XIX vuelve a travestirse imaginando poscolonialidades que nos permitan subirnos al tren de China, sin perder por ello los favores del Imperio norteamericano. Un nuevo ALCA con el coloso asiático, no resultaría contradictorio de esa manera con la base del Comando Sud que, el Gobernador Capitanich permite instalar en Resistencia o con la radicación de Monsanto en la Provincia de Córdoba, que festeja nuestra Presidente. Por lo demás, los que muchos años atrás gritaban contra el ALCA como si fuera una amenaza, sin advertir para nada, que el ALCA era la soja y que ya estaba instalado y con los propios consentimientos u omisiones, ahora callan, significativamente. Seguimos siendo amplios y plurales, tal vez porque muchos fueron alguna vez sectarios y excluyentes, y fueron reconvenidos y se rebelaron, y por fin aprendieron, pero a destiempo y cuando no correspondía. Cuarenta años después malinterpretan la deposición de Lugo en Paraguay y la leen con las mismas claves con que no supieron leer en los años setenta el golpe militar en Chile y en el Uruguay, golpes de Estado, que se cernían como enormes amenazas sobre nuestra incipiente primavera del año 73. Lamentablemente, la situación dista de ser la misma. Hoy la tragedia paraguaya pasa por los monocultivos de Soja, por los intereses de la empresa Monsanto y por la ocupación brasileña de los territorios del país hermano. La Argentina que ahora políticamente enmudece, tiene responsabilidades importantes en esa sojización compulsiva que alguna vez fue bolsa blanca contrabandeada desde nuestra orilla, y que ahora es olvido, olvido histórico que tenemos ante el pueblo paraguayo, ocupado por los “brasiguayos” con respaldos descarados del Brasil de Lula y de Dilma.
Cuando el desgobierno, los desgarramientos entre cómplices de ayer, la ineptitud y la corrupción generalizada son la comidilla de cada día en esta Argentina kamporista, volvemos a pronunciarnos a favor de salir del cepo y de la trampa de la sojización. Lo decimos hoy desde Córdoba, pero lo hemos repetido a lo largo de los últimos quince años desde cada lugar de la Argentina en que hemos podido tener un micrófono o una tribuna para replicar nuestras voces. La soja expresa las nuevas relaciones coloniales de las que alguna vez nos hablara Scalabrini Ortiz, y con ella, igual que en aquellos años con la Gran Bretaña y con las exportaciones de trigo y de carne, ahora tampoco existe la posibilidad de tener un Proyecto de país. Con la soja, seguiremos como ahora, en estos días aciagos, en que olvidados de aquel apotegma tan primario que nos enseñara Perón, cada sector, cada corporación y hasta cada argentino, cree que puede salvarse solo, en un país que carece de un proyecto común, en un país que continúa navegando a la deriva. Nadie puede realizarse en un país que no se realiza y menos todavía, cuando quienes lo conducen sólo piensan en sus propios y mezquinos intereses. La Crisis en la que estamos, como todas las crisis, contiene enormes dificultades pero también contiene grandes oportunidades. Ojala que sepamos aprovechar estas últimas. Aún es tiempo de barajar y dar de nuevo, aún es tiempo de acunar el sueño de una Argentina que olvide los rindes de cosecha y los record de exportaciones, para considerar de nuevo la felicidad de su Pueblo e imaginar una República dónde los niños vuelvan a ser los únicos privilegiados.
Jorge E. Rulli
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