Intelectuales: Si quieres la paz prepara la guerra
By Alberto Buela
En la Argentina actual hay dos cosas que proliferan por doquier: los subsidiados y los intelectuales. De los que reciben un subsidio del gobierno ya nos hemos ocupado afirmando que “el trabajo libera y el subsidio esclaviza”. Y de los intelectuales nos vamos a ocupar ahora.
En primer lugar están los intelectuales oficialistas al servicio del gobierno en el grupo Carta Abierta y en los 40 mass media en poder de él.
Luego los intelectuales antigubernamentales nucleados en Plataforma 2012 y en veinte grupúsculos de la izquierda gorila.
Después los intelectuales institucionales que sólo trabajan y escriben para cuidar su sueldo mensual sin decir que nada es verdadero ni nada es falso.
Y, finalmente, un cúmulo de intelectuales sueltos, que piensan mirándose el ombligo al estilo de Sócrates y su gnoti seautón (conócete a ti mismo).
Todos estos grupos tienen en común “el progresismo”. Si no se es progresista, no puede ser calificado de intelectual.
Las diferencias entre ellos son, que los oficialistas no tienen méritos intelectuales reconocidos en el extranjero. Algunos de Plataforma sí. Rasgo que comparten con los intelectuales institucionales. Mientras que “los sueltos” son eso, sueltos.
Hoy acaba de salir una rimbombante declaración de los anti oficialistas e institucionales “Malvinas una visión alternativa” en donde, en sustancia sostienen que “no hay arreglo sobre la soberanía de la islas Malvinas sino se les pregunta la opinión a los isleños”, que es más o menos como decir: pongamos al zorro a cuidar las gallinas. Una verdadera estulticia. ¿Cómo se deben de reír los ingleses de nosotros?
Estos pseudo intelectuales al presentarse como alternativos nos roban hasta los términos. Las pocas ideas que tienen son falsas o confusas y quieren reemplazar esas falencias al estilo de nuevos nominalistas, apoyándose en la sonoridad de los términos agradables al oído: “pensamiento alternativo”.
Un genuino pensamiento alternativo sobre este tema, afirma:
1) La guerra de Malvinas se perdió y hay que aceptar la derrota.
2) Pedir la opinión a los isleños es una estupidez, que solo le hace el juego a los ingleses.
3) Y como se perdió los ingleses ejercen los derechos del triunfador, que son los que afectan los intereses del vencido.
4) Nosotros como perdedores tenemos que ejercer los derechos que podamos ejecutar: romper relaciones económicas, financieras y culturales con Inglaterra. No permitiendo ninguna empresa inglesa en nuestro territorio.
5) Y finalmente seguir el apotegma romano Si vis pacen para bellum (si quieres la paz prepara la guerra) y desarrollar o comprar misiles de largo alcance que lleguen a Malvinas.
No podemos seguir hablando seriamente de Malvinas y nuestra soberanía, si tenemos, como decía Estanislao Zeballos “una diplomacia desarmada”. Y hacer un pedido como el de nuestro canciller ayer en el grupo G 20 que “los ingleses han desoído once resoluciones de la Naciones Unidas”,
cuando sus paisanos de Israel hace sesenta años que no tienen en cuenta ninguna de las resoluciones de las Naciones Unidas que lo obligan a solucionar la cuestión Palestina.
Seamos serios, que lo que exigimos para nosotros, lo exijamos para los otros también.
Brasil descubrió petróleo en su plataforma submarina y mandó a construir seis submarinos nucleares, no para atacar, pero sí para disuadir. Irán tiene sus centrales nucleares bajo tierra y defendida por los mejores, más costosos y modernos sistemas antiaéreos, si así no lo hiciera ya hubieran sido bombardeadas por sus enemigos.
El realismo político, donde nosotros nos situamos, nos enseña que no hay solución negociada luego de una derrota militar. Sólo la voluntad de lucha indefinida del vencido cuando está convencido de que su causa es justa.
En la plenitud de su poder, allá por el año 1952, lo tentaron a Perón con tomar Malvinas, y respondió: Las puedo tomar pero no las puedo mantener. Claro está, el viejo general sabía que lo más difícil en la guerra es la ocupación efectiva del territorio.
Es cierto que Inglaterra nos venció, pero también es cierto que “no nos convenció”. Malvinas siempre van a estar a seiscientos kilómetros de la Patagonia y nosotros siempre vamos a seguir reclamando por ellas, y en esto los ingleses están perdido.
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