Por JORGE EDUARDO RULLI
Vivimos la etapa del deschave y de la impudicia
Tal vez la hora de los hornos sea precedida necesariamente por la hora de los colapsos morales y me parece que eso es lo que estamos viviendo en estas semanas de sucesivos escándalos y derrumbamientos, derrumbamientos de mitos que parecían construidos como las pirámides, para que los argentinos del mañana se formaran en su ejemplo
Qué perecederos, qué efímeros son los sueños de la pequeña burguesía progresista. Vivimos la etapa del deschave y de la impudicia. La hora en que todo vale, cuando se hace lícito subsidiar barrios para los más pobres y con esos mismos materiales malversados y desviados de sus fines, se construyen mansiones en los countries. Pero, ¿de qué podemos extrañarnos, acaso no es lo mismo que ha hecho durante años Carta Abierta?, construir discursos emancipatorios que en realidad consolidan los nuevos colonialismos…los nuevos colonialismos y los negocios, los muchos negocios que acompañan a los colonialismos.
En ese sentido tanto Horacio González como Forster, son similares a Schoklender o a la dupla Morgado-Rachid, una misma parentela de neoprogresistas que rinden culto a un crecimiento funcional a las corporaciones y que implementan preocupaciones sociales que encubren las estrategias de domesticación social al pueblo argentino. Todos ellos construyen escenarios, montan espacios escénicos y generan ideas y discursos que son útiles para encubrir los enormes negociados que son en realidad la base misma del sistema.
Los nietos de aquel mordisquito que anatemizaba desde la radio el genial Discepolín, cuando en los años cincuenta se quejaban, porque el gobierno popular no les aseguraba que hubiera suficiente té de Ceylán, ahora tienen su campito arrendado con soja RR y algún pariente en la Cámpora o en el Movimiento Evita, con un sueldito modesto de algunos miles de dólares. Tres años atrás la puteaban a Cristina por sus carteras o por sus aires de reina, y lo hacían desde lejanas memorias que recordaban los odios contra Evita, ahora pareciera que aprendieron que lo de peronistas es algo que se les adjudica a quienes gobiernan, pero que ellos no asumen como propio, al menos en la intimidad. Aprendieron que bajo la piel del lobo está el cordero que administra el sistema mejor que la derecha y que los más duros y más vociferantes suelen ser los más útiles al modelo y los que mayores negocios llevan adelante. Aprendieron asimismo a escuchar la voz de las Madres en su frecuencia ilegal de la 530, y por ella saben que en realidad el primer desaparecido no era Felipe Vallese, tal como se creía candorosamente, sino que, tal como ellos siempre lo supieron porque sus padres se lo transmitieron, el primer desaparecido fue Juan Ingallinella, el dirigente comunista torturado y muerto por el peronismo en junio del 55. También aprendieron que el último de los desaparecidos ha sido el ex presidente Néstor Kirchner que, como bien lo expresó Sergio Schoklender el 24 de marzo en el Mercado Central y frente a medio gabinete de la República, es el desaparecido treinta mil uno que posibilitó rescatar la memoria de los otros treinta mil anteriormente desaparecidos.
Alguna vez Horacio Verbitzky en los años noventa desde Página 12 y a propósito de los centenares de ex montoneros que integraban las filas del cavallismo en el Ministerio de Economía, nos supo explicar que un gobierno privatizador y desnacionalizador como el menemismo, no era posible sin un grado muy alto de corrupción que comprara o adormeciera las co nciencias de los antiguos militantes. Pues bien, hoy pareciera que no es diferente. Simplemente que aquello fue algo así como la primera etapa de un proceso que continúa profundizándose y que evoluciona en escala y en método, pasando de lo artesanal a lo industrial… es un problema de ceros que añadir y no de ética ni de principios, que como ciertas sodomizaciones duele la primera vez, cuando el corrupto novel se enfrenta al espejo de su propia conciencia.
Téngase en cuenta que no somos moralistas, que no son los extravíos de la clase media neoliberal y a la vez de izquierda lo que nos desvela. Lo que nos preocupa es que estamos frente a unas elecciones nacionales con diversos y coloridos candidatos, con pases y compras de jugadores, con aspirantes que se bajan porque pareciera que lo que se cocina en ciertos niveles los intimida… pero no se habla jamás del modelo productivo, no se cuestiona ninguna de las sumisiones establecidas, ni la deuda externa, ni la minería, ni la sojización, ni la biotecnología, ni la ciencia empresarial y los subsidios corporativos a las universidades, ni la implantación de árboles para pasta, ni la creciente producción de biocombustibles, ni tampoco la entrega de territorios a los chinos o a los saudíes.
El modelo productivo ya ha sido plebiscitado por todos los partidos sin excepciones y no habrá de ser discutido en octubre. En octubre elegiremos simplemente a quienes administren esa Argentina en que reina el agronegocio, una Argentina que el proceso menemista comenzó a generar en los años noventa con la aprobación de las primeras semillas transgénicas y que el kirchnerismo institucionalizó de manera solapada mientras nos emborrachábamos de discursos setentistas y coreábamos consignas tales como que nunca más o que nunca menos.
La hora de los colapsos morales es también el momento en que al filósofo Feimann que con sus amigos monopoliza los canales oficiales, se le ocurre la peregrina idea de proponer cambiar el sol de la bandera por el pañuelo de las madres. El cambio tendría seguramente la ventaja de que el sol puede tener manchas, pero el pañuelo de Hebe, tal como se sabe es impoluto…Es interesante escuchar a José Pablo como expresión y como síntoma de una clase que se siente predestinada para ocupar el Poder además de poner en caja por izquierda a ese pueblo rebelde que alguna vez fue de trabajadores, y hoy gracias a ellos, a los nietos del mordisquito discepoliano, es de cartoneros y asistencializados.
Vale recordar que nuestro filósofo alguna vez perteneció a una pretendida vanguardia que intentó apropiarse del peronismo y reemplazar en su conducción a Juan Perón. Ahora por ejemplo, nos explica con suficiencia quién era John William Cooke a quien solo conoció por los libros o acaso de mentas, y en un esfuerzo de videncia y de esotérica interpretación de los posibles caminos de la historia, se atreve a develarnos que si el gordo no hubiese muerto de cáncer en el 68, inevitablemente habría terminado enfrentando a la conducción de Perón en los años setenta. Cuánto odio de clase heredado de las antiguas generaciones de contreras y de mordisquitos, se manifiesta en esas tergiversaciones sistemáticas de la historia contemporánea, de la que todavía por suerte, algunos mantenemos memoria y no solamente memoria, sino también la decisión de no permitir semejantes falsificaciones y de generar un nuevo revisionismo, pero en este caso para revisar la historia reescrita por los progresistas.
Alguien me dice que ciertos chicos de la Cámpora se mueren por conocerme y yo me asombro, me asombro porque más bien hubiese pensado que se desviviesen por borrarme del mapa, pues no, ya lo ves, me dicen, sos, como siempre, un mal pensado, ellos consideran que sería un honor conocer a alguien que como vos, trató y fue amigo de John William Cooke. No, no se puede creer. A esto ha llegado la tergiversación de los escribas y decidores de la Biblioteca, los cultores de la teoría del discurso, charlatanes ex cátedra, prestidigitadores académicos y mistificadores de la historia reciente que engañan a los más jóvenes con el incentivo de altos estipendios y leyendas heroicas que les justifiquen el poder corporativo clase mediero y progresista en el que participa.
El primero que se mataría de risa en esta historia de haberlo puesto en el bronce kirchnerista, seguro que sería el mismo gordo Cooke. Un gordo Cooke escaldado por los engaños que sufriera por parte de los desarrollistas en los finales de los años cincuenta, sacrificado por Perón como sucesor en la conducción del movimiento por esa causa y renegado por sus seguidores que éramos nosotros, sus huestes de la Resistencia Peronista que lo repudiamos por negociador y por traicionar el legado revolucionario. El gordo Cooke jamás podría haber imaginado en medio de sus desvelos prolongados por el peronismo, que pudiera ser usado de tal manera y para tales enjuagues y negociado 54 años después, nada menos que por los sucesores políticos de aquellos mismos que lo timaran en Santiago de Chile. El modelo que el kirchnerismo ha institucionalizado, ha sido además naturalizado por los partidos de cara a las elecciones.
El modelo ha sido naturalizado para la opinión pública especialmente urbana, e inclusive ha sido naturalizado para el grueso del ambientalismo que perdida la esperanza de provocar un cambio de sistema productivo, pareciera proponerse tan solo recategorizaciones de agrotóxicos y franjas periurbanas sin fumigaciones. Dedicar las zonas agrícolas a la producción de biocombustibles puede ser calificado en Suiza como un crimen de lesa humanidad por Jean Ziegler, el relator especial de la ONU para el Derecho de la Alimentación, ya que demanda enormes cantidades de agua y de tierras en desmedro de la alimentación humana, pero eso no vale para los progresistas argentinos que continúan viendo la producción de biodiéseles como un negocio promisorio para nuestra capacidad exportadora. Mientras tanto, ciertos grupos campesinos indígenas, ponen sus barbas en remojo y a propósito del caso Schoklender, reafirman con grandilocuencia “los derechos del pueblo organizado a la administración de los fondos públicos” mientras reivindican a la Asociación Madres de Plaza de Mayo y denuncian los ataques contra los organismos de DDHH, así como los intentos de criminalizar a los movimientos sociales, como si acaso el escándalo Schoklender fuese un invento del diario Clarín. Realmente el pensar estereotipado es descansado, porque permite evadir los esfuerzos y el dolor que entraña siempre el esfuerzo del pensar y además nos proporciona una cantidad de eslóganes y consignas que pueden aplicarse según las circunstancias.
Los sojeros, mientras tanto, con semejantes luchadores sociales pueden estar tranquilos y seguros. Acaban de reunirse justamente en Buenos Aires en el Hotel Abasto los días 15 y 16 de junio, los principales líderes del Cono Sur de la Mesa de Soja Responsable para definir estrategias y celebrar que tanto desde Brasil como desde la Argentina, ya han comenzado las exportaciones de sojas certificadas, es decir que se exporta la soja certificada como soja ambiental y socialmente responsable. Está nueva y terrible oligarquía, tal como si se pintara para la guerra, se maquilla ahora en las políticas de la Responsabilidad Social Empresarial, se maquilla para emprolijarse y aumentar sus ganancias.
Y por último y para terminar este editorial, un comentario recordatorio acerca del más emblemático de los miembros de esa nueva oligarquía, amiga entrañable del poder progresista. Me refiero a Eduardo Elsztain, miembro conspicuo de la Jabad Lubavicht y tesorero del Consejo Judío mundial, el mismo que le prestara sus oficinas en Puerto Madero como bunker operativo a ex presidentes durante la llamada crisis del campo, el que según su biógrafo no autorizado Fabián Spollansky, sería el Madoff argentino, el apropiador del Banco Hipotecario en la época de Menem con capitales del financista Soros, dineros que habría devuelto con los propios ahorros del Banco. Presidente asimismo de las empresas CRESUD e IIRSA y dueño de más de 900 mil hectáreas en el Cono sur, bastante más de la mitad de ellas en la República Argentina.
Bien, a lo que vamos es que la Corporación China que está impulsando en la Provincia de Río Negro un proyecto para implementar cultivos de soja sobre más de 300 mil hectáreas, acaba de llegar a un acuerdo con CRESUD, la compañía agropecuaria de la familia Elsztain, para encarar según dice de forma escueta la noticia de Clarín, negocios conjuntos. Según los principios de la Jabad a la que Eduardo Elsztain aportaría como contribución el diez por ciento de sus negocios, sus miembros deben saber priorizar su nacionalidad israelí y sus deberes con Israel antes que con el país de nacimiento. Nosotros quisiéramos destacar entonces y dado el peso territorial de este personaje, la más absoluta inutilidad del proyecto de ley sobre extranjerización de la tierra que acaba de enviar el Ejecutivo a los diputados, un proyecto que solamente puede ser comprendido en las maniobras distractivas que preceden a un acto eleccionario.
Estamos viviendo nuevos pactos que nos recuerdan el acuerdo Roca-Runciman, tal como en la Década Infame, con el agravante de que el grueso de los intelectuales críticos respalda ahora los acuerdos. Pero el poder del progresismo ya no está representado por tigres de papel como habría dicho Mao Zedong en alguna época, sino que ahora es definido de manera más penosa, apenas un escenario de cartón pintado. Esas escenografías son las que se están cayendo, se acerca el momento en que podamos volver a reiniciar el proceso de la Liberación Nacional.
Publicado con antelación en COPENOA
Agencia de Noticias del Norte Argentino
Vivimos la etapa del deschave y de la impudicia
Tal vez la hora de los hornos sea precedida necesariamente por la hora de los colapsos morales y me parece que eso es lo que estamos viviendo en estas semanas de sucesivos escándalos y derrumbamientos, derrumbamientos de mitos que parecían construidos como las pirámides, para que los argentinos del mañana se formaran en su ejemplo
Qué perecederos, qué efímeros son los sueños de la pequeña burguesía progresista. Vivimos la etapa del deschave y de la impudicia. La hora en que todo vale, cuando se hace lícito subsidiar barrios para los más pobres y con esos mismos materiales malversados y desviados de sus fines, se construyen mansiones en los countries. Pero, ¿de qué podemos extrañarnos, acaso no es lo mismo que ha hecho durante años Carta Abierta?, construir discursos emancipatorios que en realidad consolidan los nuevos colonialismos…los nuevos colonialismos y los negocios, los muchos negocios que acompañan a los colonialismos.
En ese sentido tanto Horacio González como Forster, son similares a Schoklender o a la dupla Morgado-Rachid, una misma parentela de neoprogresistas que rinden culto a un crecimiento funcional a las corporaciones y que implementan preocupaciones sociales que encubren las estrategias de domesticación social al pueblo argentino. Todos ellos construyen escenarios, montan espacios escénicos y generan ideas y discursos que son útiles para encubrir los enormes negociados que son en realidad la base misma del sistema.
Los nietos de aquel mordisquito que anatemizaba desde la radio el genial Discepolín, cuando en los años cincuenta se quejaban, porque el gobierno popular no les aseguraba que hubiera suficiente té de Ceylán, ahora tienen su campito arrendado con soja RR y algún pariente en la Cámpora o en el Movimiento Evita, con un sueldito modesto de algunos miles de dólares. Tres años atrás la puteaban a Cristina por sus carteras o por sus aires de reina, y lo hacían desde lejanas memorias que recordaban los odios contra Evita, ahora pareciera que aprendieron que lo de peronistas es algo que se les adjudica a quienes gobiernan, pero que ellos no asumen como propio, al menos en la intimidad. Aprendieron que bajo la piel del lobo está el cordero que administra el sistema mejor que la derecha y que los más duros y más vociferantes suelen ser los más útiles al modelo y los que mayores negocios llevan adelante. Aprendieron asimismo a escuchar la voz de las Madres en su frecuencia ilegal de la 530, y por ella saben que en realidad el primer desaparecido no era Felipe Vallese, tal como se creía candorosamente, sino que, tal como ellos siempre lo supieron porque sus padres se lo transmitieron, el primer desaparecido fue Juan Ingallinella, el dirigente comunista torturado y muerto por el peronismo en junio del 55. También aprendieron que el último de los desaparecidos ha sido el ex presidente Néstor Kirchner que, como bien lo expresó Sergio Schoklender el 24 de marzo en el Mercado Central y frente a medio gabinete de la República, es el desaparecido treinta mil uno que posibilitó rescatar la memoria de los otros treinta mil anteriormente desaparecidos.
Alguna vez Horacio Verbitzky en los años noventa desde Página 12 y a propósito de los centenares de ex montoneros que integraban las filas del cavallismo en el Ministerio de Economía, nos supo explicar que un gobierno privatizador y desnacionalizador como el menemismo, no era posible sin un grado muy alto de corrupción que comprara o adormeciera las co nciencias de los antiguos militantes. Pues bien, hoy pareciera que no es diferente. Simplemente que aquello fue algo así como la primera etapa de un proceso que continúa profundizándose y que evoluciona en escala y en método, pasando de lo artesanal a lo industrial… es un problema de ceros que añadir y no de ética ni de principios, que como ciertas sodomizaciones duele la primera vez, cuando el corrupto novel se enfrenta al espejo de su propia conciencia.
Téngase en cuenta que no somos moralistas, que no son los extravíos de la clase media neoliberal y a la vez de izquierda lo que nos desvela. Lo que nos preocupa es que estamos frente a unas elecciones nacionales con diversos y coloridos candidatos, con pases y compras de jugadores, con aspirantes que se bajan porque pareciera que lo que se cocina en ciertos niveles los intimida… pero no se habla jamás del modelo productivo, no se cuestiona ninguna de las sumisiones establecidas, ni la deuda externa, ni la minería, ni la sojización, ni la biotecnología, ni la ciencia empresarial y los subsidios corporativos a las universidades, ni la implantación de árboles para pasta, ni la creciente producción de biocombustibles, ni tampoco la entrega de territorios a los chinos o a los saudíes.
El modelo productivo ya ha sido plebiscitado por todos los partidos sin excepciones y no habrá de ser discutido en octubre. En octubre elegiremos simplemente a quienes administren esa Argentina en que reina el agronegocio, una Argentina que el proceso menemista comenzó a generar en los años noventa con la aprobación de las primeras semillas transgénicas y que el kirchnerismo institucionalizó de manera solapada mientras nos emborrachábamos de discursos setentistas y coreábamos consignas tales como que nunca más o que nunca menos.
La hora de los colapsos morales es también el momento en que al filósofo Feimann que con sus amigos monopoliza los canales oficiales, se le ocurre la peregrina idea de proponer cambiar el sol de la bandera por el pañuelo de las madres. El cambio tendría seguramente la ventaja de que el sol puede tener manchas, pero el pañuelo de Hebe, tal como se sabe es impoluto…Es interesante escuchar a José Pablo como expresión y como síntoma de una clase que se siente predestinada para ocupar el Poder además de poner en caja por izquierda a ese pueblo rebelde que alguna vez fue de trabajadores, y hoy gracias a ellos, a los nietos del mordisquito discepoliano, es de cartoneros y asistencializados.
Vale recordar que nuestro filósofo alguna vez perteneció a una pretendida vanguardia que intentó apropiarse del peronismo y reemplazar en su conducción a Juan Perón. Ahora por ejemplo, nos explica con suficiencia quién era John William Cooke a quien solo conoció por los libros o acaso de mentas, y en un esfuerzo de videncia y de esotérica interpretación de los posibles caminos de la historia, se atreve a develarnos que si el gordo no hubiese muerto de cáncer en el 68, inevitablemente habría terminado enfrentando a la conducción de Perón en los años setenta. Cuánto odio de clase heredado de las antiguas generaciones de contreras y de mordisquitos, se manifiesta en esas tergiversaciones sistemáticas de la historia contemporánea, de la que todavía por suerte, algunos mantenemos memoria y no solamente memoria, sino también la decisión de no permitir semejantes falsificaciones y de generar un nuevo revisionismo, pero en este caso para revisar la historia reescrita por los progresistas.
Alguien me dice que ciertos chicos de la Cámpora se mueren por conocerme y yo me asombro, me asombro porque más bien hubiese pensado que se desviviesen por borrarme del mapa, pues no, ya lo ves, me dicen, sos, como siempre, un mal pensado, ellos consideran que sería un honor conocer a alguien que como vos, trató y fue amigo de John William Cooke. No, no se puede creer. A esto ha llegado la tergiversación de los escribas y decidores de la Biblioteca, los cultores de la teoría del discurso, charlatanes ex cátedra, prestidigitadores académicos y mistificadores de la historia reciente que engañan a los más jóvenes con el incentivo de altos estipendios y leyendas heroicas que les justifiquen el poder corporativo clase mediero y progresista en el que participa.
El primero que se mataría de risa en esta historia de haberlo puesto en el bronce kirchnerista, seguro que sería el mismo gordo Cooke. Un gordo Cooke escaldado por los engaños que sufriera por parte de los desarrollistas en los finales de los años cincuenta, sacrificado por Perón como sucesor en la conducción del movimiento por esa causa y renegado por sus seguidores que éramos nosotros, sus huestes de la Resistencia Peronista que lo repudiamos por negociador y por traicionar el legado revolucionario. El gordo Cooke jamás podría haber imaginado en medio de sus desvelos prolongados por el peronismo, que pudiera ser usado de tal manera y para tales enjuagues y negociado 54 años después, nada menos que por los sucesores políticos de aquellos mismos que lo timaran en Santiago de Chile. El modelo que el kirchnerismo ha institucionalizado, ha sido además naturalizado por los partidos de cara a las elecciones.
El modelo ha sido naturalizado para la opinión pública especialmente urbana, e inclusive ha sido naturalizado para el grueso del ambientalismo que perdida la esperanza de provocar un cambio de sistema productivo, pareciera proponerse tan solo recategorizaciones de agrotóxicos y franjas periurbanas sin fumigaciones. Dedicar las zonas agrícolas a la producción de biocombustibles puede ser calificado en Suiza como un crimen de lesa humanidad por Jean Ziegler, el relator especial de la ONU para el Derecho de la Alimentación, ya que demanda enormes cantidades de agua y de tierras en desmedro de la alimentación humana, pero eso no vale para los progresistas argentinos que continúan viendo la producción de biodiéseles como un negocio promisorio para nuestra capacidad exportadora. Mientras tanto, ciertos grupos campesinos indígenas, ponen sus barbas en remojo y a propósito del caso Schoklender, reafirman con grandilocuencia “los derechos del pueblo organizado a la administración de los fondos públicos” mientras reivindican a la Asociación Madres de Plaza de Mayo y denuncian los ataques contra los organismos de DDHH, así como los intentos de criminalizar a los movimientos sociales, como si acaso el escándalo Schoklender fuese un invento del diario Clarín. Realmente el pensar estereotipado es descansado, porque permite evadir los esfuerzos y el dolor que entraña siempre el esfuerzo del pensar y además nos proporciona una cantidad de eslóganes y consignas que pueden aplicarse según las circunstancias.
Los sojeros, mientras tanto, con semejantes luchadores sociales pueden estar tranquilos y seguros. Acaban de reunirse justamente en Buenos Aires en el Hotel Abasto los días 15 y 16 de junio, los principales líderes del Cono Sur de la Mesa de Soja Responsable para definir estrategias y celebrar que tanto desde Brasil como desde la Argentina, ya han comenzado las exportaciones de sojas certificadas, es decir que se exporta la soja certificada como soja ambiental y socialmente responsable. Está nueva y terrible oligarquía, tal como si se pintara para la guerra, se maquilla ahora en las políticas de la Responsabilidad Social Empresarial, se maquilla para emprolijarse y aumentar sus ganancias.
Y por último y para terminar este editorial, un comentario recordatorio acerca del más emblemático de los miembros de esa nueva oligarquía, amiga entrañable del poder progresista. Me refiero a Eduardo Elsztain, miembro conspicuo de la Jabad Lubavicht y tesorero del Consejo Judío mundial, el mismo que le prestara sus oficinas en Puerto Madero como bunker operativo a ex presidentes durante la llamada crisis del campo, el que según su biógrafo no autorizado Fabián Spollansky, sería el Madoff argentino, el apropiador del Banco Hipotecario en la época de Menem con capitales del financista Soros, dineros que habría devuelto con los propios ahorros del Banco. Presidente asimismo de las empresas CRESUD e IIRSA y dueño de más de 900 mil hectáreas en el Cono sur, bastante más de la mitad de ellas en la República Argentina.
Bien, a lo que vamos es que la Corporación China que está impulsando en la Provincia de Río Negro un proyecto para implementar cultivos de soja sobre más de 300 mil hectáreas, acaba de llegar a un acuerdo con CRESUD, la compañía agropecuaria de la familia Elsztain, para encarar según dice de forma escueta la noticia de Clarín, negocios conjuntos. Según los principios de la Jabad a la que Eduardo Elsztain aportaría como contribución el diez por ciento de sus negocios, sus miembros deben saber priorizar su nacionalidad israelí y sus deberes con Israel antes que con el país de nacimiento. Nosotros quisiéramos destacar entonces y dado el peso territorial de este personaje, la más absoluta inutilidad del proyecto de ley sobre extranjerización de la tierra que acaba de enviar el Ejecutivo a los diputados, un proyecto que solamente puede ser comprendido en las maniobras distractivas que preceden a un acto eleccionario.
Estamos viviendo nuevos pactos que nos recuerdan el acuerdo Roca-Runciman, tal como en la Década Infame, con el agravante de que el grueso de los intelectuales críticos respalda ahora los acuerdos. Pero el poder del progresismo ya no está representado por tigres de papel como habría dicho Mao Zedong en alguna época, sino que ahora es definido de manera más penosa, apenas un escenario de cartón pintado. Esas escenografías son las que se están cayendo, se acerca el momento en que podamos volver a reiniciar el proceso de la Liberación Nacional.
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