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sábado, 12 de noviembre de 2011

Globalización, Nueva Era y religión



Globalización, Nueva Era y religión
© G. S. V. [guillermosanchez@laexcepcion.com] /
J. F. S. P. [juanfernandosanchez@laexcepcion.com] (2 de junio de 2002)

Asumida la irreversibilidad de la globalización por parte de todas las principales instancias políticas del mundo, el debate actual se centra en el modelo de mundialización y en sus instituciones gestoras. Se enfrentan aquí los principales poderes fácticos de vocación universalista.


En 1997 las Naciones Unidas elaboraron la Carta de la Tierra, un documento que recoge los principios que deberían inspirar la relación entre el ser humano y el medio ambiente. Desde entonces numerosos analistas han destacado la ideología espiritualista que subyace en este texto, como en casi todos los emanados por la ONU y sus agencias, especialmente desde la Cumbre de Río de 1992. Una ideología estrechamente emparentada con el movimiento de la Nueva Era.

Uno de los análisis más agudos procede de Michel Schooyans, profesor de Filosofía política de la Universidad de Lovaina y representante del Vaticano ante Naciones Unidas (en Internet se pueden consultar, entre otros, sus ensayos La ONU y la globalización y Las trampas de la globalización). Schooyans denuncia «la ambición de la ONU por entronizar un sistema de pensamiento único, en el que se legitime y cree un gobierno mundial». Según él, «bajo el disfraz de responsabilidad compartida, la ONU invita a los Estados a limitar su justa soberanía».

«Estamos frente a un proyecto gigantesco –señala–, que ambiciona realizar la utopía de Kelsen, con el objeto de legitimar y crear un gobierno mundial único, en el cual las agencias de la ONU podrían transformarse en ministerios.» «En otros casos –continúa– serían necesarias instituciones completamente nuevas: éstas podrían incluir una Policía Mundial, una Corte Internacional de Justicia, etcétera. Nos aseguran que es urgente crear un nuevo gobierno mundial, político y legal, y es preciso apurarse para encontrar los fondos para ejecutar el proyecto.

«Bajo el disfraz de la globalización –agrega–, la ONU organiza en su beneficio un futuro gabinete del mundo. Bajo el disfraz de responsabilidad compartida, esta institución invita a los Estados a limitar su justa soberanía. De esta manera Naciones Unidas se presenta cada vez más como un superestado mundial. Tiende a gobernar todas las dimensiones de la vida, del pensamiento y de las actividades humanas, ejerciendo un control cada vez más centralizado de la información y del conocimiento.»

No sin razón, el representante vaticano denuncia que «esta institución ya no hace caso a las referencias fundacionales. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que instauraba una nueva forma en las relaciones internacionales, está en desuso. De aquí en adelante los derechos humanos son el resultado de procedimientos consensuales. Se argumenta que no somos capaces de alcanzar la verdad respecto de la persona, y que inclusive dicha verdad no es accesible o no existe». No sin razón, decimos, pues el relativismo filosófico que subyace a muchos de los planteamientos de la neoideología humanista de la ONU socava el carácter categórico con que fue formulada la Declaración de 1948.

Schooyans denuncia que la Carta de la Tierra, cuya redacción se encuentra en su fase final, sería invocada no sólo para superar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sino también para reemplazar al propio Decálogo, como ya anunció Mijaíl Gorbachov, uno de los promotores de estas iniciativas globales. En medios católicos se ha insistido en esta sustitución (ver La “Carta de la Tierra”, o cómo sustituir los diez mandamientos), lo cual no deja de llamar la atención, pues precisamente ha sido la tradición católica romana la que más ha tergiversado el Decálogo bíblico, hasta el punto de que casi todo el mundo asume la formulación recogida en el catecismo papista como la auténtica, cuando no es más que una distorsión interesada que adapta el texto original a la teología católica.

Schooyans cree que «para consolidar dicha visión holística del globalismo deben ser allanados algunos obstáculos por parte de la ONU. Las religiones en general, y en primer lugar la religión católica, figuran entre los obstáculos que se deben neutralizar. Fue con ese objetivo que se organizó, dentro del marco de las celebraciones del milenio en septiembre del 2000, la Cumbre de líderes espirituales y religiosos. Se busca lanzar la iniciativa unida de las religiones que tiene entre sus objetivos velar por la salud de la Tierra y de todos los seres vivos. Fuertemente influenciado por la New Age, dicho proyecto apunta a la creación de una nueva religión mundial única, lo que implicaría inmediatamente la prohibición a todas las otras religiones de hacer proselitismo. Para la ONU, la globalización no debe envolver apenas las esferas de la política, de la economía, del derecho; debe envolver el alma global». Representando al Vaticano, el cardenal Arinze no aceptó firmar el documento final, que colocaba a todas las religiones en un mismo pie de igualdad.

Lucha por el poder mundial

Como muy bien analiza Schooyans, la Nueva Era (New Age) es uno de los poderes fácticos internacionales que ansían conducir el proceso de globalización planetaria en un sentido favorable a sus intereses particulares. A su carro se van unciendo de manera más o menos natural múltiples corrientes laicistas y (ex) progres. Este amplio sector cobra peso desde hace décadas en la ONU.

Otro de esos poderes fácticos es justamente la Iglesia Católica Romana (ICR). El hecho de que al diminuto pero poderosísimo estado papal le preocupe tanto el rumbo que toma la ONU (institución hoy tan mermada y desprestigiada) sólo puede ser indicio de que todavía la considera un instrumento válido para sus fines. La actual alianza Vaticano-Estados Unidos perseguiría, desde la óptica del primero, una reorientación ideológica de la ONU (cada vez más debilitada) acorde con esas metas.

Esta alianza se ha venido estrechando cada vez más desde los años ochenta, cuando ambos estados establecieron relaciones diplomáticas. Wojtyla y Reagandesarrollaron una intensa relación personal y política que resultó decisiva en la caída de los regímenes comunistas de la Europa del Este. En la actual lucha por la supremacía mundial y por la definición del modelo de globalización que se impondrá, esta alianza parece estrecharse. Es bien conocida la tendencia antiglobalista de la “derecha cristiana” estadounidense (ver Los estados-nación ante la globalización), constituida básicamente por evangélicos fundamentalistas que, en su gran mayoría, apoyan al Partido Republicano. Estos mismos grupos se oponen radicalmente a la Nueva Era y a sus variantes humanistas por su paganismo anticristiano. Las declaraciones de Schooyans en defensa del mantenimiento de la soberanía de los estados se pueden interpretar como un guiño a estos sectores.

Los citados evangélicos son tradicionalmente anticatólicos, pero últimamente se han aproximado a la ICR mediante dos vías: por un lado, la lucha por unos ideales de moral social comunes (que corre pareja con la progresiva politización de las iglesias más activistas en este campo); y por otro lado, el “ecumenismo” (reforzado por múltiples iniciativas, como el documento “Catholics and Evangelicals Together”).

También las coincidencias en la visión de la política internacional entre Estados Unidos y el Vaticano son, desde el inicio del fin de la guerra fría, cada vez mayores: tanto en los aspectos geoestratégicos (ver El Vaticano ante la guerra de Afganistán) como en los institucionales (según confirman las declaraciones de Schooyans, y en concreto los recelos que manifiesta ante la implantación de una Corte Internacional de Justicia).

Frente a las pretensiones de la ONU de diseñar un “alma del mundo” inspirada en la Nueva Era, se invocará la necesidad de que el alma del mundo se base en la tradición cristiana, incluida la estructura de las jerarquías eclesiásticas. La ICR siempre, y ahora con más énfasis, ha insistido en su naturaleza universalista; dicho en lenguaje actual y adaptado al caso –así lo afirman ellos mismos–, en su globalismo (ver Antiglobalistas por la globalización). Los recelos de Schooyans ante el proceso de globalización se limitan a los aspectos del mismo que quedarían fuera del ámbito de influencia o control de la ICR. Es significativo también que ataque con similar contundencia el totalitarismo de tradición socialista y el sistema mundial neoliberal, en la línea de la “doctrina social de la iglesia” de Wojtyla.

Por lo demás, en realidad el Vaticano tampoco desdeñaría a la Nueva Era como posible aliado en caso conveniente. De lo contrario, ¿cómo entender, si no, la presencia del citado cardenal Arinze en la mencionada cumbre de “líderes espirituales” celebrada hace dos años, y sin duda auspiciada por ese movimiento esotérico?
El autor católico Francisco Javier Díaz de Otazu, en su esclarecedor ensayo El hombre ante el siglo XXI, tras desvelar hábilmente las tendencias relativistas y sincréticas del pensamiento y la sociedad actuales, augura que «la Providencia, o la voluntad humana si se prefiere, que es su instrumento, tienen todo que decir. El nuevo siglo verá una vuelta a la espiritualidad». Prevé que «al reducirse la centralización informativa y de opinión, el “pensamiento único” dejará de ser el único pensamiento. A la mencionada infopolución seguirá una línea de fuga» y «el sistema de consumo loco no se mantendrá». Y añade, con cierto voluntarismo dubitativo: «Alguien, supongo, se dará cuenta que la globalización judicial no puede ser hecha sólo contra quienes delincan desde el poder al sur del Danubio o Río Grande» (la última cursiva es nuestra). Como se puede comprobar, sus alternativas ideológicas no distan tanto del «proyecto totalitario de dominación mundial» que denuncia. Y ello se debe a que los fundamentos son en realidad los mismos (ver ¿Fin del optimismo humanista?).

Por supuesto, Díaz de Otazu ofrece una propuesta “realista”: «Un referente moral como Juan Pablo II representa un obstáculo para la globalización ideológica, cuyo aspecto espiritual puede ser la New Age, el ecumenismo sincrético y, sobre todo, la “religiosidad a la carta”». En caso de no ser barrida, también la Nueva Era deberá, según los estrategas vaticanos, reconocer la primacía papal y de la ICR, principal objetivo de los procesos que, bajo el disfraz del “ecumenismo”, vienen siendo dirigidos por Roma.

http://javzan.freehostia.com/asuntos/globalizacionnuevaerayreligion.htm


por Juan C. Sanahuja
del Sitio Web Mercaba


Con la intención de subordinar al Mundo a los "valores" del Discurso Cultural Dominante que quiere imponer el Nuevo Orden Mundial varios organismos de la ONU, y paralelos, con la complicidad de muchos gobernantes nacionales, y en contra de los intereses de sus pueblos, están preparando, a través de diversas conferencias internacionales, "una única agenda para el gobierno mundial"


Ésta somete a los intereses de una minoría privilegiada al resto de la Población.

Altas instituciones internacionales, y con la participación de muy influyentes personajes ser reunieron a finales del año 2001 para prepararn la reunión Rio + 10

Las declaraciones finales de estas reuniones, además de muchos lugares tópicos, en los que no se podría dejar de estar de acuerdo por ser generalidades de buena voluntad, sin embargo incluyen conclusiones que traslucen las verdaderas intenciones de los objetivos de estos encuentros de la plutocracia mundial

En el mismo sentido, los discursos de algunas de las autoridades no auguran nada bueno. Se advierte en estos planteos la sombra de la Carta de la Tierra. Aunque no se la nombra es clara la referencia a ese "código de ética de la nueva era, que sustituirá a los Diez Mandamientos", según el ex-premier soviético M. Gorbachov.

De todas estas reuniones preparatorias pera esta Cumbre, llamada Río+10, convocada para el año, se puede concluir que ha sido el momento elegido para "proponer al mundo" (imponer por parte de los instrumentos del "sistema") nuevos principios éticos, que incluyan la obligatoriedad de someterse a los dictados de la llamada "gobernabilidad global". Una de nuestras esperanzas es que esa reunión fracase por el enfrentamiento entre las tendencias más "socialistas" y las corrientes más "capitalistas", que se advierten en los organismos internacionales.

Cada año tiene para la ONU una meta, un objetivo. En el año 2001 la finalidad declarada fue la de destruir la familia sustrayendo a los niños de la autoridad de sus padres, en nuestras páginas hemos seguido este proceso global que aún no ha terminado. El objetivo de la ONU, y la constelación de ONG's que con ella trabajan, era consolidar su propósito en la Cumbre de la Infancia programada para septiembre pasado. La reunión fue suspendida por los criminales atentados terroristas de New York. La Cumbre sobre la Infancia, para conmemorar los 10 años de la segunda versión de la Convención de Derechos del Niño, se realizará en mayo de este año.

Sin embargo, este año ya tenía fijado el objetivo. Centrado en la Cumbre llamada de Río+10, (Sud Africa del 26-08-2002 al 4-09-2002, las fechas anteriores eran del 2 al 11 de septiembre), la meta es terminar de tejar los últimos acuerdos en orden a afianzar no sólo las políticas de control de población sino también un nuevo orden social para el mundo entero.

En efecto, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (siglas en inglés WSSD), -ese es su nombre oficial-, el proyecto de dominio mundial de los países del norte ha centrado gran parte de sus esperanzas para imponer a todas las naciones, con categoría de dogma, una tríada indisoluble: 1) nuevos derechos humanos (entre ellos los llamados "reproductivos", -anticoncepción y aborto-); 2) desarrollo sustentable (perspectiva de género, sociedades sustentables, salud sustentable, educación sustentable, etc.); 3) conservación del medioambiente para las generaciones futuras, (es decir, reservar parte del mundo para que lo exploten los países ricos).

Dándole unidad a estos tres aspectos aparece ya un nuevo culto religioso o casi religioso, llámese Carta de la Tierra o con cualquier otro nombre.

Aunque en borradores posteriores de la Carta se ha tratado de moderar sus afirmaciones, reiteramos lo que hace un tiempo publicamos en estas páginas, porque entendemos que conserva toda su validez:

La Carta de la Tierra es un documento pensado en el seno del Consejo de la Tierra que preside Maurice Strong, ex-subsecretario general de la ONU, conocido impulsor de políticas compulsivas de control de natalidad. Del mismo consejo forma parte el ex premier soviético, que ahora vive en Suiza, Mikhail Gorbachov, fundador de la organización Cruz Verde Internacional. También intervinieron, entre otros, en su redacción el ex-Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, Mercedes Sosa, y los difuntos Paulo Freire y Bella Abzug, entonces presidenta de WEDO, la Organización para el Desarrollo de las Mujeres y el Medio Ambiente, una de las poderosas ONG's con status consultivo en las Naciones Unidas, que busca, entre otras cosas, el reconocimiento del aborto como derecho humano y la equiparación de las parejas homosexuales a las heterosexuales.

La Carta de la Tierra fue presentada y aceptada por el Secretario General de las Naciones Unidas e incluida entre los documentos a aprobar por los Jefes de Estado en la Cumbre de la Tierra+5 (Río+5, Asamblea General de las Naciones Unidas, 23 al 27 de junio de 1997). Pero a pesar de que la falta de tacto de los funcionarios del Consejo para el Desarrollo Social, hizo que la oposición del bloque de países llamado Grupo de los 77 hiciera fracasar la iniciativa, la Carta de la Tierra no fue enterrada en junio de 1997 en Nueva York, sino que sigue en pie y goza de buena salud.

La Carta de la Tierra, como indica Gorbachov, es "el manifiesto de una nueva ética para el nuevo mundo", un verdadero "Decálogo de la Nueva Era", base para un código de conducta universal que deberá regir al mundo desde el año 2000. "Estos nuevos conceptos -dijo el ex premier soviético y antes jefe de la KGB-, se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la ética y constituirán un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los Diez Mandamientos, por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra".

La Carta de la Tierra es un manifiesto materialista y pagano, es más, panteísta, que entre otras cosas intenta controlar férreamente la población mundial. Una de las explicaciones que le encuentran los expertos a este documento, es la de disfrazar de elevadas intenciones, -por el bien de la humanidad-, el proyecto de convertir grandes extensiones del planeta en el almacén de materias primas que asegure el sostenimiento de los hábitos opulentos de consumo de unos pocos privilegiados.

Si no es así, ¿por qué habla, con el acostumbrado lenguaje antinatalista de la ONU, de modos de "reproducción que respeten los derechos humanos y las capacidades regenerativas de la tierra"?. ¿Se impondrán cuotas de población a ciertas zonas del planeta, para preservar los recursos naturales?.

¿Por qué la insistencia de la Carta en conceptos que la ONU utiliza para disfrazar sus políticas de control de natalidad y sus proyectos de reingeniería social, como la equidad de género y la salud reproductiva y sexual de las niñas y las mujeres, como pre-requisitos para desarrollo sustentable?.

"La tierra, cada forma de vida y todos los seres vivientes poseen un valor intrínseco. Se debe garantizar el respeto y su cuidado", dice la Carta en su primer punto. Pero, ¿se desprende de esto que sólo el hombre tiene derechos absolutos, que le han sido dados por el Creador?, o por el contrario, ¿las piedras, las plantas y los animales, tendrían los mismos "derechos" que el hombre?.

Como lo declararon en Río de Janeiro en 1997, los redactores de la Carta están dispuestos a convertirla en "la única agenda para el gobierno mundial", es decir, es un propósito declarado, que la Carta es un proyecto totalitario, de imposición de una determinada ideología, que en su materialismo, en su ateísmo, y en su afán de control, coincide con el marxismo.

Desde hace tiempo la opinión pública está siendo sometida a un lavado de cerebro que trata de sustituir el concepto de respeto debido a la naturaleza, de raíz eminentemente cristiana, con los esquemas ecologistas de la nueva ideología del humanismo inmanentista.

Esta ideología no se priva de cultivar diversas formas de materialismo pseudo religioso, que asimiló algunas manifestaciones de misticismo oriental, a veces esotérico, y con eso procura descristianizar la sociedad e implantar un nuevo modo de interpretar toda la realidad. En los documentos internacionales se llama claramente a este empeño, proceso de reingeniería social.

El nuevo humanismo pretende salvar de un supuesto exterminio, por ejemplo, a las focas, ballenas, gorilas, manatíes, chitas, elefantes, diversas especies de mariposas, osos y cabras montesas, por otro, no sólo se justifica, sino que se tiene como una obligación "natural" procurar y provocar un verdadero y propio holocausto con leyes que autorizan el abominable crimen del aborto. Y esto en nombre de la paz y la armonía.


¿No es la matanza de millones de inocentes, el mayor atentado contra la paz? .

La nueva ideología se preocupa de las víctimas de la violencia, -refugiados, prófugos, excluidos y migrantes-, sometiendo a sus mujeres compulsivamente al aborto y a la esterilización, para que no sumen más de la cuenta y pongan en jaque "la gobernabilidad global".

Por su ecologismo, la nueva ideología está impedida para distinguir entre el ser humano y la bestia. No es infrecuente, por ejemplo, que en documentales de televisión sobre la vida silvestre, producidos por National Geographic, Audubon Society, la BBC, etc., se llame al chimpancé "nuestro hermano" o "nuestro primo" y, en general, no sólo se culpe al hombre de algunos desmanes que son ciertos, sino que se lo presente por definición como "el enemigo" de la naturaleza -el máximo depredador-, sin reconocer su dignidad trascendente y poniéndolo en pie de absoluta igualdad con los otros seres vivos, distinto de ellos sólo por pequeños porcentajes de ADN.

La nueva ideología rompe lanzas por mantener la naturaleza intacta, bosques, mares y montañas, pero desconoce las naturales diferencias entre hombre y mujer, tratando de imponer unos nuevos derechos, contrarios a la naturaleza misma, basados en la teoría del género y la libre opción sexual.

La nueva ideología predica incansablemente que el ser humano tiene como fin elevar propia calidad de vida, aún a costa de la vida de los no nacidos, los enfermos y los viejos. Busca una utópica felicidad intramundana, que el hombre sólo con sus fuerzas nunca podrá alcanzar. Así, reedita las teorías sobre el progreso sin fin de la humanidad.

A la vez, como quien conserva en un zoológico a un orangután albino, intenta preservar lo que llama culturas autóctonas, condenando -previa esterilización, para que no sumen más de la cuenta-, a otros seres humanos a la ignorancia y al subdesarrollo, porque la educación y la transmisión de conocimientos ha de ser sustentable, es decir, limitada.

El nuevo humanismo predica también el "respeto a la diferencia" buscando el reconocimiento de ciertos derechos para los homosexuales, provocando el disgusto de los indígenas, que se ven incluidos en la misma bolsa con esos "diferentes".

Pero en nuevo humanismo le niega "el respeto a la diferencia" a otros seres humanos que, por ejemplo, desean ser buenos cristianos, viviendo su fe en todo lugar y no sólo encerrados en su casa o en la iglesia; también se lo niega a una pareja -hombre y mujer; cristianos o no- que quiera tener una numerosa prole; también se lo niega a esos u otros padres que, ejercitando sus derechos inalienables, quieren transmitir a sus hijos una fe trascendente; y, por supuesto, el nuevo humanismo no ejercita el "respeto por la diferencia" con respecto a los médicos que por motivos éticos, no quieren ser cómplices del crimen abominable del aborto.

Toda diferencia que no entre dentro de las diferencias estipuladas por la nueva "nomenklatura" nacional o internacional es calificada por los voceros del nuevo orden, de antidemocrática, violenta, totalitaria y fundamentalista.

En la presentación de la Carta de la Tierra sus redactores afirmaron haber consultado a más de 300 líderes religiosos. Así, la Carta de la Tierra pretende vestir de una cierta espiritualidad al nuevo orden mundial.

Un proyecto similar en ideología e intenciones lo encontramos en el proyecto de Nueva Etica Global, que Hans Kung presentó hace pocos años en el Foro Económico de Davos, auspiciado por el World Wildlife Found (WWF, Fondo para la Vida Silvestre, del príncipe Felipe de Edimburgo). El ex teólogo católico dijo allí que no se puede construir el nuevo orden mundial sin su nueva ética planetaria. En la misma línea, Gorbachov se compromete a imponer la Carta de la Tierra en lugar de los Diez Mandamientos, porque es necesaria "una nueva ética para la nueva era".

Algunos han intentado unir estos dos proyectos y así constituir un "único paradigma mundial para la paz y la gobernabilidad global". Entre otras cosas, cabe preguntarse, ¿puede haber diálogo con este nuevo humanismo?, ¿se le puede conceder alguna buena intención a este totalitarismo?, ¿no debemos ir pensando más en cómo resistir que en cómo dialogar con este nuevo orden?.
Fuentes
Propias;
The Club of Rome, Press Release, Valdivia Conference, 12-14, Noviembre-2001;
Declaración Final de la Reunión del Club de Roma sobre "Pobreza, Solidaridad y Desarrollo Sostenible" en Valdivia, Noviembre 12-14, 2001;
2001 Annual Conference, Poverty, Solidarity and Sustainable Development, November 12-14, 2001, Programme;
Tasneem Ahmad Siddiqui, Presentation to the Club of Rome, Valdivia (Chile) on Nov. 13, 2001;
Message from His Royal Highness Prince El Hassan bin Talal of The Hashemite Kingdom of Jordan to The Club of Rome 2001 Conference Valdivia, Chile, 12th-14th November, 2001;
EQUIDAD Y SOLIDARIDAD: OBJETIVOS ESQUIVOS DEL DESARROLLO LATINOAMERICANO, Palabras del Secretario Ejecutivo de la CEPAL, Dr. José Antonio Ocampo, en la reunión anual del Club de Roma, Valdivia, Chile, 12 de noviembre de 2001.


Fuente: http://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/esp_sociopol_un12.htm


La Carta de la Tierra consta de 16 “Mandamientos” o “principios”. Muchos de ellos nos parecen ya perfectamente “naturales” porque los leemos después de que muchas políticas al respecto ya hayan sido implementadas en nuestros países, al respecto del “respeto por la naturaleza”, “el reciclaje”, “la reproducción”, y aprovecha todos sus recovecos para introducir aspectos absolutamente controvertidos, como es (ver Principio 8c) que la información genética de individuo sea de dominio público.
El plan de la elite Illuminati es ambicioso, sumamente ambicioso y toda esta estudiada y hermosa verborrea New Age, llena de retórica, se expresa en esencia en los 10 principios recogidos en las Piedras Guía de Georgia que me permito “traduciros” un poco más por medio de mi comentario en mayúsculas para que no quede lugar a dudas:
  1. Mantener la humanidad por debajo de 500.000.000 en perpetuo equilibrio con la naturaleza. (GENOCIDIO HUMANO GLOBAL)
     
  2. Guiar sabiamente la reproducción, mejorando la condición física y la diversidad. (ABORTO y APOYO MASIVO AL CONTROL DE LA REPRODUCCIÓN HUMANA)
     
  3. Unir la humanidad con un nuevo lenguaje viviente. (EL INGLES)
     
  4. Gobernar la pasión, la fe, la tradición y todas las cosas con una templada razón. (LAS EMOCIONES DEBEN DEJARSE APARTE, SOLO EL PLAN TRAZADO TIENE LUGAR AQUÍ PARA EL FUTURO)
     
  5. Proteger a las personas y a las naciones con leyes justas y tribunales imparciales. (ESTABLECIDOS POR EL GOBIERNO MUNDIAL PARA EL MEJOR DOMINIO DE SUS SÚBDITOS)
     
  6. Permitir que todas las naciones gobiernen internamente resolviendo sus disputas externas en una corte mundial (GOBIERNO MUNDIAL A TODOS LOS NIVELES)
     
  7. Evitar las leyes mezquinas y los funcionarios inútiles. (EVITAR LEYES QUE AL NUEVO GOBIERNO MUNDIAL NO LES SEAN ÚTILES)
     
  8. Equilibrar los derechos personales con las obligaciones sociales. (EL INDIVIDUO VIVE PARA LA SOCIEDAD, LA LIBERTAD PERSONAL ESTA SERIAMENTE LIMITADA)
     
  9. Premiar la verdad, la belleza y el amor, buscando la armonía con el infinito. (EN EL MARCO DE LA RELIGIÓN DE LA NUEVA ERA, LO “BONITO” SE PREMIA, AUNQUE ESTE ESPIRITUALMENTE MAS HUECO QUE UN COCO.)
     
  10. No ser un cáncer para la tierra. Dejar espacio para la naturaleza, dejar espacio para la naturaleza. (EL SER HUMANO ES UN INCORDIO PARA EL DESARROLLO DE LA NATURALEZA. ANTE LA DISYUNTIVA ENTRE UNA COMUNIDAD HUMANA Y UNA ANIMAL, PRIMARÁ LA ANIMAL, SIN DUDA ALGUNA)
Enlace a la La Carta de La Tierra en castellano. 





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